Los récords de altas temperaturas globales están superando este 2022 a los del frío en más de 10 grados centígrados. Nos estamos calentando, tanto que ... la fosca asfixia y ruboriza hasta al más negacionista.
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Entre los discursos negacionistas más acalorados de esta tórrida era de la postverdad encontramos el de los fervientes 'anticlima' (y un poco anticlímax también), quienes han edificado su ardiente mensaje sobre dos argumentos abrasadores: el de la conspiración y el de la ridiculización científica en una actitud, como decía Machado, de «despreciar lo que se ignora».
En los próximos días está previsto que más de 100 millones de habitantes estadounidenses sufran unas temperaturas extremas y esta torridez va a alcanzar tanto a oriundos como a inmigrantes, gringos, alta alcurnia blanca, barrios chinos, demócratas, republicanos... y a todo ser viviente que habite 'La (torrefacta) Tierra de las Oportunidades'. Inevitable recordar esa cita de Donald Trump que en 2019, ante la intensa ola de frío polar, decía: «¿Dónde está el calentamiento global? Vuelve, por favor, te necesitamos».
Reino Unido decreta por primera vez en su historia una alerta roja por altas temperaturas sin que nada tenga que ver en este caso, que el 'anticlima converso'; Boris Johnson, quien antaño se refería al cambio climático como «un temor primitivo»; convirtiéndose hace unas semanas en un negacionista político en el intento de adherirse a su escaño en la Cámara de los Comunes, pegado al asiento como el hierro fundido en los Altos Hornos vizcaínos.
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De ti 'pa' mí: es más sencillo mirar al cielo y maldecir los astros para expiar las culpas que asumir responsabilidades y generar alternativas, negando 'locamenti' (a lo Grecas) toda lógica y tapando el sol con un dedo.
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