Querida prima: Te escribo desde Marcona, «tu pueblo y el mío». Retomo las cartas porque esta forma nos vincula con las mujeres pasadas de las ... que provenimos y aunque ellas no sabían escribir ni leer, parieron sabios, dictaron cartas y se escondieron en pseudónimos para sobrevivir, desde el analfabetismo obligado.
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Por tu abuela, que es la mía, en memoria de todas las que amamantaron a estas generaciones de forma callada y ahora amnésica por nuestra parte, vuelvo al género epistolar y te escribiré, teniendo muy presente lo que a ellas se les negó: la palabra, la voluntad y la presencia.
Tú que te fuiste en los años sesenta a Montpellier, «a prosperar» como tantos marconenses y «murcianos de dinamita» (porque la gente del éxodo del campo no se hace a sí misma, sino que prospera mientras atraviesa la tierra). Tú sabrás ayudarme a entender.
Hemos sorteado las olas de la reclusión, de las ausencias, las gélidas de febrero, Filomena se llamaba (en francés seguro que suena bien); hemos navegado las olas de calor, esta última ha sido 'La bestia africana' (¿ves?, esta tiene nombre sensual). Ahora se habla de una marejada de contagios en forma de quinta ola... Pero lo que me preocupa no son las olas sino La Mar de Fondo.
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Por debajo de la espuma de los datos y los días, en las corrientes subacuáticas se aprecia el burbujeo de los discursos del odio, la polarización tediosa e infantilizada y las batallas pírricas.
Quizá me eches una mano, como mujer afrancesada, que no francesa, ya que sobre ti también pesa la mirada del que no acepta a la segunda generación de extranjeros. Espero sepas enseñarme a navegar sobre La Mar de Fondo.
Siempre tuya, tu parienta, que te quiere (de vez en cuando). Lucía.
PD. Ya sabes cuál es la geolocalización a donde remitirme tus letras: hacia un pedazo de tierra cuarteada y caliza, lindando con la nada, al sur del sur, bordeando el barranco sin número y sin compromiso.
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