La crisis energética no precisa, como todo problema complejo de medidas cortoplacistas porque no es coyuntural, es estructural. Y es que en el fondo estamos ... hablando de salir del nicho de confort para evitar convertirlo todo en un nicho en sentido literal.
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Así, mientras apagar la luz de escaparates y edificios emblemáticos a partir de las 22.00 acaba siendo poco menos que un desastre apocalíptico, hemos de recordar que la Eurocámara ya considera a la energía nuclear y al gas como energías verdes, con papel fundamental para la transición energética y para mitigar el cambio climático. Sí, así es. Mientras nos debatimos a pie de barra de bar entre si son galgos o podencos, el 'Greenwashing' avanza como un ejército de termitas.
Las calles no son más seguras por los neones de los escaparates, ni por las fulgurantes cúpulas de catedrales y basílicas. A las mujeres nos dañan y ultrajan no por la ausencia de farolas sino por la sobredosis de machismo y violencia, desgraciadamente aún blanqueada.
No voy a culpar a la farola, no voy a tapar al sol con un dedo, y sí, voy a exigir igualdad y respeto en el legítimo deseo de desarrollar un proyecto de vida desde la convivencia pacífica, la concordia y a ser posible pudiendo respirar un aire limpio, legando a los próximos una tierra al menos igual de sana que la recibí.
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De ti 'pa' mí: entre apagones, calores extremos, polarizaciones achicharrantes y demagogias de calado interestelar, voy a desear, con una temperatura atemperada, más luz y a ser posible, como mínimo, dos dedos de luces.
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