Un tío majo

Kintsugi ·

Miércoles, 23 de agosto 2023, 00:48

Durante el Paleolítico los individuos que se convertían en machos alfa eran aquellos que sobresalían por ser más rápidos, más listos o más fuertes. Eran ... tiempos brutales pero también más simples, en los que uno se ganaba la aprobación del grupo logrando hazañas formidables e indiscutibles como correr más rápido que un león, desentrañar los secretos del fuego o reventarle la cabeza a un oso cavernario a garrotazos.

Publicidad

La civilización nos trajo las ciudades, un nuevo modelo de convivencia que ha convertido las habilidades sociales en ventajas evolutivas. Incluso ser guapo o tener dinero es opcional si uno aprende a dominar el sibilino arte de camelarse a la gente. Un tío majo y carismático siempre cae de pie. La calidad humana se le presupone, e incluso se le concede cierta indulgencia en caso de incurrir en alguna falta. A veces aunque esa falta sea, en realidad, un hecho denunciable.

Hace unas semanas, a raíz de la ruptura de unos conocidos, supe que uno de esos tipos tan apreciados para salir a tomarse unas birras tenía la mala costumbre de levantarle la mano a sus parejas. Y no solo la levantaba, vaya, sino que también la dejaba caer. Ya me entienden. Esto, por sí solo, ya es lo bastante grave, pero lo que todavía no he logrado procesar ni entender es la aparente ausencia de repercusiones en su entorno. Muchos de sus amigotes prefieren seguir con la venda puesta y adoptar una inexplicable postura equidistante. No quieren saber nada. «Son cosas suyas». «Yo ahí no me meto». Incluso después de reconocer los hechos, las consecuencias sociales han sido escasas. Siguen contando con él, tiene una nueva pareja y en general le sigue yendo aparentemente bien en la vida. Puede que sea un hijo de puta, pero es un tío majo. A lo mejor le zurró a alguna chavala, pero menudas risas te echas con él. Los cavernícolas de la Prehistoria eran más nobles.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad