Alfonso Merlos.
Puntos suspensivos

Un instante fatal

«En un segundo te cambia la vida y ya nada será igual. Todos sabemos evitar un accidente, ¿por qué no lo hacemos?». Este era ... el eslogan de la DGT en el año 2010 para su campaña de verano. Válido para accidentes de tráfico de entonces y conciertos de Coldplay en el año 2025.

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Ahí lo tienen: un hombre extasiado, disfrutando del grupo de su vida en compañía de su amante, cuando de pronto, el azar –disfrazado de pantalla gigante– decide fijarse en él. De ser un respetado CEO de una empresa billonaria a convertirse en el hazmerreír de las redes sociales, de alto directivo a meme viral, un 'trending topic' sin posibilidad de defensa.

Una tragedia que provoca, incluso, cierta compasión, pues se necesita una puntería casi divina para que, entre cincuenta mil asistentes, la 'kiss cam' apunte precisamente hacia ti y no hacia ese señor de la fila de al lado que ya venía divorciado de casa.

También te digo que el que no conoce a Dios a cualquier santo le reza, que aún recuerdo aquellas gloriosas tardes con el escándalo de Alfonso Merlos. Otra vez una cámara traicionera destapando una infidelidad. El periodismo político de ultraderecha entrando por la puerta grande en el universo 'Sálvame' me alegró el confinamiento.

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En estos últimos años, ser director ejecutivo se ha convertido en una profesión de alto riesgo y asistir a eventos públicos con quien no se debe en un acto inconsciente. Antaño los amantes se escondían en moteles de extrarradio, amparados en el anonimato y la penumbra y llevaban su romance con discreción. En esta época de hiperexposición digital hay que extremar las precauciones.

Quizá hubiera sido más prudente invitarla al concierto de Leticia Sabater en las fiestas de Vista Alegre del sábado pasado. Siempre es mejor quedarse sordo con 'La Salchipapa' o 'Toma Pepinazo' que sin trabajo, familia y dignidad.

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