Francisco Miralles: «Cuando podemos, nos escapamos al Caribe; ya hemos ido diez o doce veces»
Presidente del Colegio de Médicos de la Región de Murcia
Le han colocado hace unos meses una prótesis en la rodilla, porque los estragos que le dejó el grave accidente de moto que sufrió cuando ... tenía 22 años ya le estaban haciendo la vida imposible otra vez. Aquel percance casi le manda al otro barrio, y en el proceso de recuperación se replanteó toda su vida, hasta el punto de dejar los estudios de Medicina y ponerse a trabajar en bares de Ibiza. Hasta que volvió a su pueblo, al pueblo donde nació y donde se forjó Francisco Miralles (Bayarque, Almería, 1959). Y donde conoció a su mujer, María Dolores, con la que lleva casi medio siglo de camino de la mano. Y entonces volvió a la senda correcta. Combativo y contestatario, como él mismo se define, este médico de familia, presidente del Colegio de Médicos de la Región de Murcia y presidente de honor del Sindicato Médico, se escapa unos días del mundanal ruido veraniego en su pueblecito, donde cuida de los almendros y los olivos que heredó de su padre. Pero también le gusta huir al Caribe, que le atrapó durante un viaje familiar y a donde ya ha viajado más de una decena de veces para disfrutar de sus playas y de sus «coco-locos» tras los paseos matinales por la orilla del mar. Eso será en otro momento porque, durante la entrevista, lo único que le despista de la propia entrevista es su primer y único nieto, Federico, de poco más de un año. «El niño viene buscando al abuelo».
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–Debutar en el papel de abuelo.
–Era algo esperado, pero ha sido una cosa espectacular. Siempre veía a mis compañeros, como llegaban, que se les caía la baba. Y me reía de ellos. Y te des cuenta de que te pasa a ti también. Es algo muy bonito. Una de las cosas de la vida que te dan más satisfacción. Algo muy especial.
–De los hijos a los nietos...
–Ser padre es un ejercicio de mucha responsabilidad. Cuando llega el hijo supone mucha responsabilidad, mucho amor. Estás totalmente inmerso en ello. Cuando llega el nieto es totalmente diferente, porque es algo que tú no has buscado directamente. Pero te aporta unos sentimientos muy intensos y muy bonitos.
«Siempre he sido peleón desde pequeñito. Naces en una familia humilde, del campo, y tienes que trabajártelo todo»
–¿Vacaciones?
–Sí, ahora cogemos unos días. Y siempre que podemos volvemos al pueblo. Yo nací en el pueblo, en Bayarque, tengo aquí familia, y aquí se está en la gloria. Y además estos calores se soportan mucho mejor, porque estamos a mil metros de altura y por las noches hace fresquito. Aquí tengo mi huertecico, un trozo de tierra que me dejó mi padre, y me entretengo cuidándola. Tengo almendros, olivos... Me encantan las cerezas que tengo, y hace poco he cogido un cubo de brevas espectaculares. También tengo manzanas, melocotones, albaricoques... De todo un poco. Aunque mis preferidas son las cerezas.
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–De Almería acabó en Murcia.
–Yo estudiaba el Bachiller en Albox (Almería). Tenía que irme a Granada a estudiar. Mi tío era el médico de Albox, y pidió el traslado a Murcia. Fue mi tío el que tiró un poco de mí para que estudiara en Murcia. Y fue en Murcia donde hice la carrera.
Más sindicalista
–Siempre se ha relacionado con los movimientos sindicalistas dentro de la profesión médica. ¿Más médico que sindicalista? ¿O viceversa?
–Si tuviera que ponerlo en una balanza, ganaría el sindicalista. Sí, sí. Lo he llevado muy interiorizado. He pasado por todas las fases y siempre me he sentido muy cómodo. Me ha gustado.
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«Vamos a República Dominicana, a Cuba... Los 'coco-locos' nos encantan. Después de un par de horas de andar por la playa, a las diez de la mañana, ya nos tomamos el primero»
–¿De dónde le viene esa vena?
–Pues no lo sé. Siempre he sido peleón desde pequeñito. Combativo y peleón. Naces en una familia humilde, del campo, y tienes que trabajártelo todo. Esforzarte para ganar aquello que quieres. Y es lo que te va dando esa fortaleza. Mi padre era agricultor, mi madre falleció cuando yo tenía 12 años y nos quedamos cinco hermanos dependiendo un poco de mi abuela, y también de mi hermana, que era un poco mayor que yo. Seguimos trabajando y estudiando, y saliendo para adelante. Fue mucho sacrificio. Menos el pequeño, que no quiso estudiar, todos pudimos estudiar. Con becas, trabajando en verano... Aquello tenía unos costes que para una familia humilde como la nuestra requerían unos esfuerzos enormes.
–Su padre se partió el lomo.
–Sí, efectivamente.
–¿Qué lección aprendió?
–La responsabilidad. El esfuerzo. Que en la vida no te regalan nada. Que todo lo que uno no se gane con esfuerzo y con responsabilidad, no le va a tocar después en la lotería. Y, también, que hay muchos valores que hay cuidar. Como la amistad y la familia.
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–El Caribe le gusta, dice.
–Sí, lo descubrimos en un homenaje que nos dimos mi mujer y mis hijos y lo disfrutamos tanto que, cuando podemos, mi mujer y yo nos escapamos. Ya hemos ido diez o doce veces. Nos vamos una semana. Vamos a República Dominicana, a Cuba...
–¿Qué le ve usted al Caribe?
–Allí te relajas totalmente. Tiene unas playas espectaculares. Te lo dan todo y no conoces a nadie. Y te quitas de la mente todas las complicaciones del día a día.
–Y tomarse unos cocos de esos.
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–Bueno, los 'coco-locos' esos nos encantan. Después de un par de horas de andar, a las diez de la mañana, ya nos tomamos el primero [risas].
–Y una langosta a buen precio.
–Claro, es que allí también se come muy bien. Alguna langosta también ha caído por allí.
«En mi juventud tuve un accidente muy importante de moto. Me destrocé la rodilla, casi me mato»
–¿Y es posible evadirse de los problemas de los pacientes y de los compañeros?
–Sí. Cuesta, pero se consigue. El móvil lo dejas de lado y consigues aislarte bastante.
La espina de la política
–¿Qué se quedó clavado y aún le duele?
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–[Piensa] No es que duela, no soy rencoroso. Pero, ¿que se haya quedado clavado? Yo siempre digo que a mí me gustaba mucho la política y, como era tan contestatario, no me querían. Y se me quedó aquello como clavado, porque yo tenía ciertas aspiraciones. Pero lo he llevado bien, no me duele. De hecho, cuando me preguntan por las mejores decisiones de mi vida, siempre digo que han sido dos: dejar la política y dejar el tabaco.
En tragos cortos
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-Un sitio para tomar algo. -El tontódromo, en Murcia.
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-Una canción. -'Mariposa traicionera' de Maná.
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-Un libro para el verano. - 'Los siete minutos', de Irving Wallace.
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-¿Qué consejo daría? -Sé honesto y esfuérzate en la vida.
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-Un aroma. -El azahar.
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-¿Con quién no cenaría jamás? -Con un dictador.
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-¿Quién dejó de caerle mal? -Como madridista, Messi cuando salió del Barcelona.
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-¿Le gustaría ser invisible? -A veces, sí.
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-¿Qué le gustaría ser de mayor? -Lo que soy ahora.
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-¿Tiene enemigos? -Supongo que sí.
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-¿Lo que más detesta? -La hipocresía.
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-¿Un baño ideal? -En las playas del Caribe.
–¿Es una espina clavada, en general, la política actual?
–Bueno... La situación política del país no está para entrar mucho en ella. Nos daría para otra entrevista.
–¿Cuál fue la última vez que dijo 'no puedo más', pero aún así siguió adelante?
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–Cuando la salud la tienes fastidiada. Momentos difíciles. El corazón me ha fallado alguna vez por alguna cosilla. Y te ingresan, y te ves en una situación complicada. Y piensas que no merece la pena implicarse tanto con algunos temas. Pero luego sales y vuelve a la vida habitual.
–¿Tuvo algún momento de revelación en su vida?
–En mi juventud, cuando estaba estudiando la carrera, tuve un accidente muy importante de moto, en el acceso que había entonces en el barrio del Carmen a la autovía, que había una curva muy pronunciada. Ahora eso está mucho mejor. Era muy temprano, me la pegué muy fuerte. Me destrocé la rodilla. Tardé ocho meses en volver a caminar. Y aquello me hizo replanteármelo todo, porque casi me mato. Tenía 22 años, estaba en segundo de Medicina, y pensé que solo me había dedicado hasta entonces a trabajar y a estudiar. Me tomé dos años sabáticos. Lo dejé todo y me fui por ahí a trabajar, a bares de Ibiza, a Madrid... Estuve muchos meses en la cama sin poder moverme. Aquello me frustró mucho y estuve a punto de coger otro camino que no hubiera sido el correcto. Estuve mucho tiempo pensándolo, hasta que por fin volví a estudiar.
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–¿Qué le hizo volver a estudiar?
–Un verano volví al pueblo. Vuelves a ver a la familia. Y te encuentras con una chavala que te gusta. Y dices... 'hasta aquí he llegado'. María Dolores. Con ella llevo 50 años. Por ahí me reconduje.
–¿Ha vuelto a montar en moto?
–Nunca.
–¿Qué secuelas le dejó el accidente?
–Hace unos meses me han puesto una prótesis en la rodilla porque la tenía muy tocada. La he tenido artrósica toda la vida. Yo no he podido correr, nunca he andado bien. No he podido hacer deporte.
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–¿Y qué le gusta hacer en su tiempo libre?
–Como no podía correr, me aficioné mucho al golf. Empecé en Altorreal, en un barranco que había, a tirar bolas cuando en la Región no había nada de lo que hay ahora. Estuve muchos años, pero luego el trabajo no me dejaba tiempo y lo dejé. Luego he caminado mucho.
–¿Qué no se sabe como norma general y deberíamos saber?
–Que no cuidamos lo suficiente el tema de los hábitos. Que los hábitos saludables generan mucha salud, y no le damos la importancia que tiene. Con el tiempo te das cuenta de que, si te hubieras cuidado más, probablemente tu situación sería mucho mejor. Eso es algo que aprendemos con el tiempo y deberíamos procurar aprender eso a edades más tempranas.
–No acordarse solo de Santa Bárbara cuando truena.
–Exactamente.
–¿A quién cree que habría que resucitar?
–Hombre, Nelson Mandela, por ejemplo, fue una persona que peleó mucho por causas muy justas. Sería bueno tener muchas personas de ese tipo, que se echan el pueblo a la espalda y que tiran para adelante.
–¿Qué certezas tiene?
–Que con el trabajo se llega a todos los sitios. Que, a poco que seas una persona centrada, con esfuerzo consigues las cosas que te propongas.
–¿Qué no le apetece ya?
–Salir por ahí. Antes salía mucho, pero ya no me apetece salir de casa a tomar una copa. Me da mucha pereza.
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–¿Y a qué no puede resistirse?
–A una buena comida o una buena cena, con un buen vino, con amigos.
–Pero en casa, claro.
–Sí, sí. En casa [risas]. Y si el grupo lo merece y hay que salir, se sale. Pero con tranquilidad.
–Y ya salido de casa, ¿qué comida elegiría?
–De cuchara. Yo soy de cuchara. Como el cocido que hacía mi abuela... Me gustan mucho las migas, también. Soy poco de verdura.
–¿Qué hace mucha falta?
–Bondad. Generosidad. Amabilidad. No pensar solo en uno mismo, sino en los demás.
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