Emilio Morales: «Paco Umbral le dedicó un libro a mi tía Sofía Morales, y le puso: 'A Sofía, que me enseñó a escribir'»
«Vi a Fraga preguntándole a un barrendero por cómo había salido su mujer de la operación, y se me cayeron los palos del sombrajo»
La voz de Emilio Morales sonaría de diez en cualquier pódcast. Incluso se le daría bien el doblaje. Hay algo en él que le hace ... poder ser cualquier cosa. Quizás sea no temerle a nada. Fue apoderado taurino, sin quererlo ni beberlo. Lo de gastrónomo le ha dado más de un disgusto. Tienen fama sus arroces. Y luego de arte tiene conocimientos adquiridos desde antiguo. Sus memorias serían más interesantes que las de Jaime de Mora y Aragón, hermano de la reina Fabiola de Bélgica. La cantidad de personajes que ha conocido en su vida intriga sobremanera.
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–Hasta el 17 de septiembre puede verse en el Museo Ramón Gaya de Murcia una pequeña exposición, 'Paisajes de Torrelaguna', de Sofía Morales, su tía. Un personaje fascinante. «Pintora y periodista, figura clave de la crítica cinematográfica y autora de una obra pictórica serena y profundamente ligada al paisaje», dicen al alimón Rafael Fuster y usted, comisarios de esta muestra.
–En los años 50, Loli Viudes, la hermana de Vicente Viudes, y su marido, Ytho Parra, escritor que organizaba ferias internacionales de maquinaria y cosas así, estuvieron viviendo en Argentina, y compraron una finca maravillosa en Torrelaguna, a unos 50 kilómetros de Madrid. Allí estaba la Casa de Oficios, que construyó en el siglo XVIII el Conde de Cabarrús a pocos minutos de Torremocha del Jarama y de Torrelaguna. Entonces mi tía Sofía y Manolo eran novios; él tenía cinco años menos que mi tía, por eso ella se quitaba años. Sofía nace oficialmente en Cartagena el 18 de julio de 1915, se quitaba dos años. Sofía llega a Madrid en 1940, inmediatamente José Planes acoge a todo el mundo, y empieza a trabajar desde el primer número de 'Primer plano' con otro murciano, Manuel Augusto García-Viñolas, periodista, escritor y crítico de literatura y arte. Ella hablaba inglés y francés; mi abuela era una mujer muy fina, de los descendientes de Salzillo; mi abuelo era militar. Y empieza a pintar muy jovencita. De hecho, Pontones pintaba al parecer en el patio de mis abuelos, y ella descubre en una sala de pintura en el Jesús María el olor a clementina, como ella contaba siempre.
–Sofía Morales se queda con la finca posteriormente entonces.
–No recuerdo las hectáreas que tenía la finca, pero había una casa pequeñita, y estaba la ermita de Santa María de la Cabeza, que había ardido en el año 23. El sacristán, que fue el que le pegó fuego a la iglesia, tenía una casa de adobe al lado. Ellos compran la casa de adobe y la ermita, y durante muchos años la rehabilitan con puertas y ventanas que compran de anticuarios. ¡Era una preciosidad! Mi primo Carlos me contó que ellos por primera vez duermen allí en el año 1966. Mi tío Manolo [Manuel de Olivar Despujol], de una familia muy importante de Menorca, dueños de media isla, y Sofía trabajan para recuperar el entorno como locos. Mi tía era una mujer elegantísima, siempre vestida y muy arreglada, con el pelo en su sitio y un brillo siempre en los ojos. El texto para el catálogo de Rafael Fuster, a quien considero un tipo brillante y muy trabajador, es precioso. ¡Ella era la casa! Donde ella estuviera estaba la casa. Divertidísima, tocaba la guitarra y cantaba flamenco que te mueres.
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–La exposición muestra los paisajes que contempla desde el porche de esta morada especial.
–Era lo que veía desde el porche hacia un lado y hacia otro, pintado mil veces. Estas obras estuvieron expuestas en el Museo de Bellas Artes. Pero aquí en el Gaya tenemos este espacio recoleto y se lucen en un sitio así. Pienso que mi tía Sofía merecería un estudio muy exhaustivo. Como sería la cosa que Umbral dormía todas las noches con Sofía Morales, con dos cuadros en su habitación de mi tía Morales. Una vez, Sofía fue al Corte Inglés a la presentación de un libro de Umbral, sin conocerse, y ella le pidió que le dedicara un libro. Umbral la reconoció, y le puso 'a Sofía Morales, que me enseñó a escribir'. Porque mi tía, además de una sección de entrevistas, tenía un espacio en la revista donde ofrecía críticas desde el punto de vista de una chacha pueblerina en Madrid. Y eso le gustaba a Umbral. Era también amiga de Camilo [José Cela], de Fernando Fernán Gómez, de María Dolores Pradera...
–Una mente maravillosa, polifacética, y atípica, desde luego.
–Mi tía Sofía llevaba la inteligencia dentro, con ella visité muchas veces el Museo del Prado, y creo que ella y Ángel Haro son las dos personas que más arte me han enseñado. A Haro, y a Willy Ramos, les tengo devoción por lo que saben, de hecho. Recuerdo que a ella no le gustó nada una exposición de Willy Ramos en Claudio Coello, y yo quería que se emocionara con él. Pero le pareció estridente. Toda mi familia me llama 'Mili', pero mi tía Sofía me llamaba Emilio.
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En tragos cortos
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¿Qué me dice de Ava Gardner? Que cuando vivió en Madrid no iba a ningún sitio sin mi tía Sofía. El hecho de hablar inglés y de conocer a tanta gente las hizo inseparables.
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Una casualidad Mi tía Sofía murió en 2005, el mismo año en que muere Ramón Gaya.
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Qué no sabe mucha gente Que mi tía Sofía compró su casa de Madrid a Carmen Laforet ('Nada').
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¿Qué recuerda de su padre? Curiosamente mi padre había dejado Medicina y lo meten en la cárcel porque era falangista. Decía que los rusos eran la gente más buena que había conocido en sus tiempos de la División Azul.
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Su madre Sus padres tenían el merendero 'Jardín', en El Carmen, y de ahí sale mi tío Emilio, que luego montó el hotel Casa Emilio, y mi tío Manolo, de Casa Manolo. Eran una familia de comerciantes, no tan bien vistos en la familia de mi padre, en la que había títulos nobiliarios, pero es que eso no daba de comer.
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La jubilación. Tengo 66 años, y me tengo que poner en paz con la seguridad social, que es lo que me impide jubilarme.
–Ella era hermana de su padre.
–Sí, tenían un hermano mayor, Antonio, cantante de zarzuela, con una voz tremenda. Yo también he cantado en el coro de Santo Domingo cuando tenía 12 años, y era voz solista. Me ha gustado mucho cantar. Eran cinco hermanos, las dos pequeñas eran Encarnita y Rosita. La mitad de los cuadros de Rosita se los compré yo después de muerta a mi primo. De todos mis tíos a la que más disfruté fue a Sofía, vivía en Madrid, y mi cama en Madrid era el estudio de ella. Cuando nos íbamos los fines de semana al campo me veía con mis primos Carlos y Gonzalo, el hermano de Mari Trini, también primo de ellos. Y allí he conocido a Gloria Fuertes, a Carmen Laforet... Vivir al lado de Sofía era una aventura continua ciertamente.
–Usted está detrás de organizar en Murcia una gran exposición con una selección de los 1.716 originales que se conservan, todos publicados en 'ABC' y 'Blanco y Negro', de Inocencio Medina Vera (Archena, 1876-1918).
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–Sí, hemos seleccionado más de 500 ilustraciones entre Rafael Fuster, Ángel Haro, Loreto López y yo, y de ahí nos quedamos con 125. Todo esto empieza con una conversación mía con Juan Manuel Bonet [escritor, crítico literario y poeta, exdirector del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid y del Instituto Cervantes], con el que comento lo maravilloso que es el Museo ABC de Madrid, y él es miembro del Patronato, la cabeza visible, y me sugiere todo esto de Medina Vera.
–Sus hermanos, reconocidos galeristas, tienen mucho que ver con la vuelta a España de Gaya.
–A mí me ha tocado vivir un momento muy eufórico. Mi vida ha sido siempre una vida en libertad. Mi casa era la casa del pueblo y tener dos hermanos como José Luis y Antonio hizo que conociera a mucha gente de la farándula. Yo era el pequeño, tenemos otra hermana, Rosa María, y Vero, tan futbolista como yo, que también vive. Cuando mis hermanos abren Al-Kara aquí enfrente, en el edificio de la Unión y el Fénix, traen a Ramón Gaya, a través de Margarita Flores, y se hace una exposición que la llevan por media España: Córdoba, Valencia, Madrid... en la muestra están Gómez Cano, Ramón Gaya, Sofía Morales y Mariano Ballester. Gómez Cano, en la segunda exposición, dijo que él no exponía al lado de Gaya, que no quería participar. Y al final se quedaron los otros tres.
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–Una muerte inesperada...
–Una vez, tomando una cerveza en el bar Fénix Manolo Barnuevo, José María Párraga y yo, exclama Párraga: '¡El mejor es Gómez Cano, pero qué mala leche tiene!'. Se inaugura una exposición de Martínez Mengual, y, al día siguiente, muere Párraga. Viernes por la mañana. Me llama del hospital un amigo, Manolo Madrigal, que me dice que acaba de entrar Párraga muerto. Me voy para allá, y baja de su casa Ramón Luis Valcárcel, y le digo lo que ha pasado. Suspendió el Consejo de Gobierno, y allí apareció en el hospital, con Cristina Gutiérrez Cortines y Marcos Salvador Romera; estaba su viuda, y fue velado después en la Capilla de San Juan de Dios, siendo un comunista nato como era Párraga. Se montó tal boato alrededor que resultó impactante.
–Con la excusa de ver una función de Lilí Murati, actriz húngara afincada en España, esposa del escritor, actor y cineasta János Vaszar, conoció el Louvre.
–Lilí era muy famosa, era la actriz que caía al tren en la película 'Doctor Zhivago', de David Lean. Era muy amiga de mi tía Sofía, como todas las actrices y toda la gente del teatro y el cine en Madrid. Interpretó 'Farsa Italiana de La Enamorada del Rey', de Ramón Mª del Valle-Inclán, y 'El otro' de Miguel de Unamuno, en París. Yo me tiré dos o tres días con mis hermanos José Luis y Antonio en el Museo del Louvre. Yo me llevaba unos cuantos años con ellos, pero estaba feliz de estar allí.
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Lección en la catedral de León
–Camón Aznar, director de la Fundación Lázaro Galdiano, presidente del Patronato del Instituto Marcelino Menéndez Pelayo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), patrono del Museo Arqueológico Nacional y del Museo Español de Arte Contemporáneo, entre muchas otras instituciones, está muy vinculado a su vida.
–Pasé dos veranos con José Camón Aznar [historiador y crítico de arte, filósofo, escritor y poeta], catedrático en varias universidades y miembro de las academias de Bellas Artes de San Fernando, de la Historia y de las Ciencias Morales y Políticas, era suegro de uno de mis hermanos. Una vez, camino de Asturias, paramos en León, y entramos en la catedral. Había un cuadro enorme, si voy ahora por allí no recuerdo cuál sería, y yo exclamé: '¡Pero qué maravilla de cuadro!'. Camón me cogió y me dijo: 'Mili, tienes que aprender a utilizar los adjetivos, porque si no cuando estés delante de 'Las Meninas' de Velázquez no vas a saber qué decir...'. Eso era un cuadro bonito, sí, o bien pintado, pero las maravillas son otra cosa. Ese tipo de matices, y ver tanta pintura con mi hermano José Luis, es algo fantástico.
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–¿A quién más ha conocido?
–A Bergamín y Dámaso Alonso en casa de Camón Aznar. Puerta con puerta vivían Lázaro Carreter y Camón, y en el primer piso, Joaquín de Entrambasaguas, filólogo e historiador. ¡La hostia! En la puerta de al lado, un tal Fraga Iribarne. Una noche bajamos a dar un paseo, yo bajaba con don José y le hablaba de usted; entonces yo era más rojo que la una, y Fraga vivía en las casas de los profesores en Isaac Peral en Madrid. En esto, en la conversación, se acerca un barrendero, y Fraga le pregunta cómo está, que cómo había salido su mujer de la operación..., y le insistía en que cualquier cosa que necesitara que le llamara y que fuera a buscarle. En ese momento se me cayeron los palos del sombrajo.
–En 1981 usted abrió galería.
–Sí, ese año conocí a Antón Lamazares, pintor, muy amigo mío desde entonces, de Lalín (Pontevedra), y no sabes lo que adora a Fraga, porque parece que trataba muy bien a los artistas, apoyaba a la cultura, iba a todas sus exposiciones, tenía todos sus catálogos y me decía Antón que sabía de él como pocos. Una bestia manejando nombres y apellidos.
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–Usted ha respirado el olor de los estudios de muchos pintores.
–Sí, he estado en muchísimos estudios. He conocido a grandes pintores, a Palencia, a Redondela, a Martínez Novillo... Otra persona de la que he aprendido mucha pintura es Juan Bautista Sanz, sobre todo a recordar y a tener conocimiento, es un tío muy culto, también un poco desastre...
–Durante un tiempo, su padre y su tía Sofía no se hablaron.
–María Dolores Pradera dijo que mi padre era un tipo muy guapo. De hecho, se cepilló a 'La Doña', a la actriz mexicana María Félix. Eso supuso la ruptura por un tiempo entre mi padre y mi tía.
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