Jorge Novella: «Yo escucho a María Callas y me pongo a llorar»
El profesor de filosofía de la UMU y exdiputado socialista en la época de Felipe González asegura que «no se han dado cuenta de que todos somos unos mediocres, y muchos van de sublimes sin tener ni puta idea de nada»
Jorge Novella (Algeciras, 1953), «hijo de bilbaína y de valenciano», llegó a Águilas con dos años. «Ahora me han hecho 'hijo adoptivo' y me siento ... muy orgulloso», dice. Profesor –feliz– de Filosofía de la UMU, exdiputado socialista en la época de Felipe González, gastrónomo con fama de excelente cocinero, da por imposible que algún día le pueda ocurrir lo que cuentan estos versos de Emilio Prados: «Un ángel negro, una gigante sombra, / se me acercó a los ojos, y entró en ellos, / silencioso y tenaz igual que un río».
Publicidad
–¿Dónde sueña con ir?
–A los bellísimos balnearios a los que fue [Friedrich] Nietzsche cuando empezó a estar enfermo; unos lugares maravillosos. Me encantan los viajes temáticos.
–¿Por qué Nietzsche?
–Junto a [Sigmund] Freud y a [Karl] Marx, es muy necesario para entender este mundo tan loco en el que vivimos. Ya sabe el tipo de cosas que dijo: 'Lo que no me destruye, me hace más fuerte'. Tiene razón, porque aprendemos a base de palos. También creía que no hay otra vida tras la muerte, y que es aquí y ahora donde tienes que ser feliz, luchar contra la desgracia y encontrarle tú sentido a la vida. Estoy totalmente de acuerdo con él.
–¿Nunca ha sido religioso?
–A los doce años ya tuve claro que no creía en Dios. Soy muy respetuoso con los que creen, pero también soy consciente de los peligros que encierra la fe ciega. Acabo de leer una novela de Philip Kerr, 'Plegarias', cuya trama cuenta que están matando a científicos ateos norteamericanos. ¡Mucho cuidado con los fanáticos! Les suelo decir a mis alumnos, hablando de Dios en la filosofía, que funciona como un 'efecto hamaca': si te pasa algo, '¡ayúdame!'; que pasa algo, '¡Dios lo ha querido!'. Soy muy sartriano también: estamos aquí solos y sin excusas. No podemos echarle la culpa de nada a Dios, y tenemos que asumir nuestros fracasos. Y eso no está mal, recuerde la frase de Samuel Beckett: 'Fracasa, fracasa de nuevo, fracasa otra vez, fracasa mejor'. El fracaso es una enseñanza.
–¿Y cuál es su caso?
–La verdad es que yo me he dedicado básicamente a lo que me gusta, que es enseñar Filosofía; yo en un aula soy un tío feliz. Y cuando me dediqué unos años a la política, fue también porque quise y me apetecía. Me fui cuando ya no estaba convencido.
Publicidad
–¿Qué pasó?
–Fui diputado socialista en el Congreso durante cuatro legislaturas, las de Felipe González, y me volví a mis clases en 1995, un año antes de que acabase la cuarta. El panorama político empezaba a no gustarme nada, comenzaba algo que ahora vemos en su punto más alto: el cainismo, el no ser capaces de dejar a un lado las cuestiones de partido y centrarse en el interés general de los ciudadanos. Me volví a mi trabajo y ya está, tampoco es que yo fuese un número uno de la política [ríe]. Fueron años muy duros aquellos, con ETA hinchándose a matar.
En tragos cortos
-
Un sitio para tomar una cerveza. El Fénix. En Murcia.
-
Una canción. 'De vez en cuando la vida', de Joan Manuel Serrat.
-
Un libro para el verano. 'El criticón', de Baltasar Gracián.
-
¿Qué consejo daría? Hagas lo que hagas, te equivocarás.
-
¿Cuál es su copa preferida? Un buen vino.
-
¿Le gustaría ser invisible? No.
-
Su héroe o heroína de ficción. No tengo.
-
Un epitafio. «Hice lo que pude».
-
¿Qué le gustaría ser de mayor? Ser persona.
-
¿Tiene enemigos? No creo, pero si los tengo peor para ellos.
-
Lo que más detesta. El odio y la envidia.
-
Un baño ideal. En La Higuerica, en Águilas.
–¿Y ahora?
–Sigo afiliado al PSOE, pertenezco a la agrupación de Águilas y pago mis cuotas. El partido me tiene a su disposición, pero, por lo visto, los veteranos estamos ya amortizados-amortajados. Ahora todo tiene ser que joven, rápido y tener éxito. La clase política ha cambiado mucho, ya no hay un [Manuel] Fraga, que nunca permitió que se utilizara el terrorismo como un arma de confrontación política; ni un Felipe [González], ni un Adolfo Suárez...
Publicidad
–¿Qué le parece Pablo Casado?
–De Casado y de su corte no me fío, no son consistentes. Creo que están instalados en un cínismo moral muy importante. No se creen lo que dicen, pero manda la estrategia a seguir.
–¿Goza de su simpatía Pedro Sánchez?
–No lo conozco, pero lo veo muy paternalista, y da unas chapas de tres cuartos de hora...; veo a mucho líder socialista del mismo corte, traje azul y corbata roja, ¡parecen del Banco de Santander! La verdadera esencia del socialismo no la encuentro en sus discursos, y por eso leo, por ejemplo a Fernando de los Ríos, quien en una ocasión dijo en la tribuna del Congreso: 'Miren ustedes, aquí, en este país, la revolución que falta es la del respeto'. Así es, en España la gente no se respeta. Observe las redes sociales, ya lo decía Umberto Eco: 'Ahora, un tonto discute a un premio Nobel'.
Publicidad
–¿Qué tiene usted?
–Buenos amigos en partidos que no son el mío. Nunca he sido sectario. Y una única hermana, doce años y medio menor que yo, que se fue a Estados Unidos, a estudiar una temporada, y allí lleva ya 33 años; es catedrática de universidad y tiene la nacionalidad estadounidense.
«¿Vegetariano? ¿Qué mejor final para un animal que ser comido con cariño por otras personas?»
–¿Qué no deja de hacer?
–Intentar poner mi granito de arena en todo lo que puedo. Lao She, que es un escritor que me encanta, y que murió ahogado un día en el que iba borracho perdido en una barca y le dio por coger la Luna, contaba en una fábula que un pajarillo, que llevaba en el pico una gota de agua para echarla sobre un incendio, se encontró con las risas de otros pájaros que se burlaban de él llamándolo chalado, y él les dijo: 'Yo hago lo mío, cada uno que haga lo suyo'. Tampoco dejo, cuando es necesario, de apretar los dientes y seguir hacia adelante. 'Camarón que se duerme, la corriente se lo lleva'. La vida es muy puta y hay que estar siempre preparados para afrontarla, por eso me preocupan los chavales de hoy, a los que veo criados entre algodones, como en una burbuja, y por eso cualquier cosa les afecta muchísimo.
Publicidad
–¿Qué no tolera?
–No me quedo callado ante una actitud machista u homófoba.
–Hábleme usted del placer.
–He vuelto a leer 'La educación sentimental', de Flaubert, y ha vuelto a ser un placer enorme, como lo fue la primera vez que leí 'Ana Karenina' [de León Tolstói]. Y lo es también escuchar ópera; yo escucho a María Callas y me pongo a llorar. Hay algunos que dicen que los hombres no lloran; pues no sé, será que yo no soy un macho alfa, como mido metro sesenta y siete escasos [risas]. ¡Hay que llorar, coño! Hay que emocionarse, que querer a la gente, y no perder la sensibilidad. Y, claro, ¿qué le voy a decir yo, que soy un amante de la gastronomía, de una buena cena con amigos? Y otra cosa: el mar siempre es un placer. Desde que la leí siendo un crío, no me olvido de esta cita de [Albert] Camus: 'Hombre libre, tú siempre amarás el mar'. Me puedo quedar viendo la línea del horizonte horas y horas.
–¿Muy harto de qué está?
–De las tonterías que dice la gente, de las imbecilidades y los lugares comunes. No se han dado cuenta de que todos somos mediocres, y muchos van de sublimes sin tener ni puta idea de nada.
Noticia Patrocinada
–¿Qué reconoce?
–Que no llego a comprender del todo a San Juan de la Cruz, a Teresa de Jesús, a María Zambrano...; esas 'entrañas del alma' de las que habla María, ese descender a las zonas abisales de las que habla su amigo y poeta Emilio Prados. Se lo digo a mis alumnos: ahí ya no llego, ni con oxígeno, ni en submarino, ni en batiscafo. '¡Hasta aquí llegó Jorge Novella!'. Pero disfruto tantísimo con todos ellos, y leyendo 'El cantar de los cantares' y maravillas así.
–¿Actor y actriz favoritos?
–Cary Grant; era un tío elegante de verdad, y no los payasos que vemos ahora. Y actrices, Audrey Hepburn y Katharine Hepburn; ese tipo de mujeres me encantan. No me gusta lo voluptuoso.
Publicidad
–¿Y Marilyn Monroe?
–Yo la llamo Norma Jeane, nunca Marylin Monroe. Me provoca una gran ternura. Recuerdo perfectamente el día en el que informaron de su suicidio. Yo tenía diez años y estaba en Valencia, en casa de mi tía Amparín. Muchos años después visité su tumba en Los Ángeles, y lo que no sabía es que muy cerca de la suya está la de Natalie Wood, a la que yo creo que mató su marido, Robert Wagner.
Gente seria
–¿Qué animal metería primero en el Arca?
–Un perro, y después una vaca para la leche.
–¿Se hará vegetariano?
–¡Por Dios, somos gente decente y seria! ¿Qué mejor final para un animal que ser comido con cariño por otras personas? Pero es verdad que soy más de pescado que de carne; de hecho, mis especialidades son los arroces con pulpo, y el bacalao y las cocochas al pil pil, aunque le puedo cocinar lo que quiera. Me gusta muchísimo cocinar, incluso me relaja y, a veces, me ayuda a pensar.
Publicidad
–¿A qué es muy aficionado?
–Soy seriéfilo, la serie que me diga la he visto seguro.
–¿Cómo se imagina su final?
–Teniendo una buena muerte, rápida y sin dolor. Y cuando esto ocurra, que arrojen mis cenizas al mar de Águilas; será un final estupendo: estar allí con las gambicas, los salmonetes de roca, las gallinetas...
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión