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José Manuel Claver, en 'su' playa de La Manga junto a casi toda su prole de nietos. Falta la pequeña, Eugenia.
ESTÍO A LA MURCIANA

«Me daban tres meses de vida hace veinte años»

presidente del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura

Daniel Vidal

Sábado, 23 de julio 2016, 19:52

Confiesa José Manuel Claver (Cartagena, 1955) a pie de chiringuito: «Yo me considero un privilegiado. El Señor me dijo: 'Tú te quedas aquí, tío'». Eso fue allá por 1994, cuando a Claver le detectaron un tumor en el colon y metástasis en el hígado sin haber llegado a los 40. Los médicos le daban tres meses de vida, aunque «esto se lo dijeron a mi mujer, no a mí». Veinte años después, una sonrisa que solo puede asociarse al más puro éxtasis se le dibuja en la cara cuando sus nietos 'acorralan' al coronel del miembro del Cuerpo Jurídico Militar en la reserva, al capitán general de los regantes murcianos, y se tiran a sus brazos, le llaman 'abu', le pringan de besos, de amor, de vida. Le dejan felizmente hecho polvo cuando se pone el sol de verano. Y entonces uno sabe de sobra que José Manuel aprovecha hasta la última gota de aquella 'decisión divina'. Coca-Cola, una caña fría y una jarra helada (y gratis) de ganas de vivir, por favor.

  • DOCE TRAGOS

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -En un barco fondeado en el Mar Menor, viendo la puesta de sol y con un plato de hueva y almendras.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -El 'ring ring'.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -Estoy leyendo 'S.P.Q.R.', de Mary Beard.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -En esta vida hay que ser consecuente y autocrítico.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Si tengo que elegir, Twitter.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -En el tema del agua, en algunos momentos sí.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -Tintín.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -Ninguno.

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Un viejecito simpático rodeado de mi familia.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Alguno sí que tengo. Fuera de Murcia, más de uno.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -El egoísmo y la avaricia. La corrupción de los que más tienen.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -El calor. ¡Meterte en el coche a las cinco de la tarde!

-Número uno de su promoción, tuvo que abandonar una prometedora carrera como abogado.

-Sí, yo soy abogado. Hice la oposición al Cuerpo Jurídico de la Armada, pero estoy en la reserva desde el año 96 por varios motivos. Primero, porque ya tenía mucha relación con el agua y con el Sindicato Central de Regantes, cooperando incluso en la fundación del organismo en el año 1982. Pero también tuve un problema de salud muy importante por el que aún tengo que pasar revisiones.

-¿Cuál?

-Me diagnosticaron un tumor en el colon y después metástasis en el hígado. A raíz de eso, me han operado seis veces a lo largo de los años. Al principio tenía muy mal pronóstico pero, mire, ¡aquí estoy! Por eso le doy muchas gracias a Dios todos los días. Yo tenía 39 años, y de golpe y porrazo me vi operado de urgencia. En aquella época era teniente coronel jurídico. Tenía una buena carrera... y te encuentras con esta situación. Mis hijas no habían empezado la carrera, y yo pensaba: «A ver si puedo llegar a verlas terminar». ¡No solo vi cómo terminaban la carrera, sino que además he visto a todos estos nietos! Cuando has pasado todo eso, te colma de felicidad. Estoy muy contento. Y en eso ha tenido mucho que ver mi mujer, María Victoria, que es excepcional.

-¿Qué le debe a ella?

-Mi mujer ha venido conmigo a todas las revisiones que he tenido estos veinte años. ¡A todas! Es mi compañera, es mi enfermera, es la persona que me cuida, la que a veces me agobia cuando me dice no comas esto o no comas lo otro (risas). Tuve que ir más de 50 veces a Pamplona para darme 'quimio' y ella vino todos los viajes. Ahora estoy en Murcia y en Torrevieja, con el doctor [Antonio] Brugarolas, a quien le tengo una fe... ¡Lo que él diga! Pero María Victoria... La conocí una Nochevieja, con 17 años, ella tenía 16. Ella se fue a estudiar Farmacia a Granada y yo me quedé a estudiar Derecho en Murcia, mi padre no me dejaba irme a Granada (risas). «¿Te vas a ir a Granada por una novieta?», me decía. Pero en tercero de carrera le convencí y me fui. ¿Qué le debo a mi mujer? No sé si hubiera sido capaz de soportar todo esto si no la hubiera tenido a mi lado. Es mi compañera de toda la vida. No recuerdo nada donde no esté ella. Fue a ella a quien los médicos le dijeron que me quedaban tres meses de vida, no a mí. Yo me enteré después. Y de esto hace veinte años.

-¿Cómo les cambió la vida?

-La vida cambia dándote un golpetazo que te quedas atontado. Ella tiene mucha fe, comenzó a luchar. En ese aspecto, yo también pensé siempre: «Será lo que tenga que ser, pero me va a pillar con las botas puestas». Y me ponía a trabajar de forma inmediata. Me operaban y, a los pocos días de darme el alta, ya estaba trabajando. La 'quimio' me la ponían con unos infusores que me tenía que cambiar. Me los metía en el bolsillo interior de la chaqueta y me iba a trabajar, y en medio de la Junta de Gobierno del Sindicato me los cambiaba. Esto lo hacía a posta para quedarme con ellos (risas). Y claro, todos mirándome y preguntándome qué hacía (más risas). Yo he tenido mucha suerte, aunque me resisto a pensar que solo sea suerte.

-¿Qué, entonces?

-Me considero un privilegiado. Soy creyente. Y creo que, por algo, el Señor me dijo 'tú te quedas aquí, tío'.

-¿Influyeron sus ganas de vivir, sus ganas de pelear?

-Eso desde luego. Gran parte de la enfermedad no está en la dolencia, sino en la cabeza. Si tienes la suerte de encontrarte bien, y le haces frente, tienes muchas más posibilidades de sobrevivir. Evidentemente. Me alegrará mucho si alguien ve esta entrevista y decide seguir peleando. Además, no es la misma situación ahora que hace veinte años. Hoy es mucho más controlable y las 'quimios' no son iguales. Yo recuerdo que me pasaba todo el día vomitando. Una cosa espantosa. Hoy en día, esto no es así. Cada vez me encuentro con más gente que es capaz de afrontarlo, que hace vida normal.

-¿Es la batalla más dura que ha librado?

-Sí, claro, y la sigo librando. Sigo yendo a controles. Y voy de forma voluntaria, porque incluso el médico me dice que vaya de forma más espaciada. No, yo prefiero controlarme. La prevención y el diagnóstico precoz en este tema es la clave. Ahora voy dos o tres veces al año para hacerme revisiones.

-¿Qué es lo mejor de la vida?

-Vivirla con salud, junto a tus seres queridos y en paz contigo mismo.

-¿Y lo mejor de ser José Manuel Claver?

-Mi situación familiar. Y, en el plano profesional, dirigir un organismo del que me siento muy orgulloso. Poder luchar para que tantas familias agrupadas en el sindicato puedan tener un elemento básico tan importante como el agua. Este año es una desesperación.

-Hace veinte años le dieron tres meses de vida y hoy lucha por la supervivencia de 80.000 familias.

-Sí, ya ve las vueltas que da la vida. Estoy muy orgulloso de mi gente y cada día me satisface más. Aunque ya estoy un poco cansado, ¿eh? Ya veré lo que hago en un futuro. Pero bueno, esto siempre me ha atraído, me motiva. Y nada me gustaría más que dejar solucionado este tema. Por desgracia no depende de nosotros, sino de muchos factores, de esta España tan dividida...

-Esta España nuestra, que cantaba Cecilia.

-Sí. Esta España nuestra que nos va a helar el corazón.

-¿Cuál es su primer recuerdo?

-Ir con mi padre a ver jugar al Cartagena. Mi padre por aquella época estaba en la directiva del Efesé. Yo tenía cuatro hermanas y mi padre estaba aterrorizado por si acababa jugando con muñecas (risas).

-¿Y en verano?

-En Los Urrutias. Cogíamos caballitos de mar, que entonces había a patadas. Los poníamos en una tabla colocados por tamaño y los pintábamos cada uno de un color. También cogíamos las almejas con los pies y nos las comíamos así, tal cual.

-Qué tiempos aquellos. ¿Se bañará este año en el Mar Menor?

-Ya he ido con mis nietos. Hay como una especie de microalga y el mar está marrón. Efectivamente, no es el año más adecuado para bañarse.

-Los nietos, ¿se mojaron?

-Se metieron solos, no les pasó nada. ¡A ellos no hay quien los pare! Pero es triste que el año pasado veías el fondo de una manera clara y nítida y ahora no ves nada.

-¿Qué le gusta hacer con ellos?

-Mi mujer es la que más se ocupa de ellos. Más que cuidarlos, yo les disfruto (risas). Algunas tardes les llevamos al 'pequepark'. Yo le llamo el 'chequepark', porque meten unos 'clavos'... (risas). Otras tardes se pasean con la bicicleta. Ahora les vamos a apuntar a un curso de vela en el Mar Menor. Se lo pasan muy bien.

-¿Qué le enseñan?

-La sencillez, la sinceridad, la franqueza. Mis nietos son muy cariñosos. Un niño pequeño es una maravilla en lo afectivo. Cuando un niño te quiere, es porque te lo has ganado de verdad. Ahora bien, por la noche te dejan baldado.

-¿Qué se tiene prohibido?

-Hombre, no debo beber alcohol. ¡Ojo! No entiendo como alcohol una cervecita, que sí me la tomo, ni un vino, que también me lo tomo cuando salgo. Alcohol, entendido como whisky, ron y esas cosas. La caña y el vino sí. Y si no está permitido, yo me lo permito (risas).

-Y con la cerveza o el vino... ¿A qué comida no se puede resistir?

-¡El problema es que soy muy comilón! ¡Me cuesta resistirme porque me gusta todo! Pero si tengo que elegir... El arroz ese seco, ¡ese está buenísimo! Y me da igual de qué sea. De verduras, de marisco... ¡O una caldereta en Mallorca! ¡Y el caldero también, exquisito!

-¿Y de primero?

-¡Mire! Langostinos del Mar Menor, que este año están muy baratos porque no se han cogido más langostinos en toda la historia, pese a lo mal que está el Mar Menor. Yo los he probado este año y están buenísimos. El que no los quiera porque tenga aprensión, ¡que me los pase! (Risas)

-¿Un defecto incorregible?

-A veces soy de gatillo rápido, digo alguna cosa y luego me arrepiento.

-¿Qué cambiaría de la sociedad?

-Hay una pérdida de valores humanos y espirituales tremenda, que nos está llevando por un mal camino. Y esa pérdida de valores tiene consecuencias en la vida práctica.

-¿Por ejemplo?

-Se nota en la mera relación de las personas. Póngase en la época de la Transición y mire ahora. Y fíjese que estamos hablando de gente teóricamente cultivada. Hay un abismo. Y estamos hablando de políticos, que es un reflejo de la sociedad. Era gente capaz de hablar, capaz de perdonar. Se olvidaron de la Guerra Civil, y ahora resulta que la tenemos presente otra vez. Esto no tiene sentido, muchas veces. También veo esa pérdida de valores en algunos adolescentes. No quiero decir que sea generalizado, que luego hay chavales estupendos. Pero se ha perdido el respeto a los mayores. Se nota en muchas cosas.

-Hablando de la situación política del país, no sé si le sorprende, le decepciona, le indigna...

-Me enfada. Los españoles no nos merecemos esta situación. Por lo que yo veo, por lo que me toca, España se ha convertido en un lugar prácticamente ingobernable, sin tener el interés general por delante de todo. En el tema del agua, por ejemplo, es evidente. Los aragoneses piensan que el Ebro es suyo, los manchegos que el Tajo es suyo. Hombre, eso es de todos los españoles. Pero no, cada uno en su tierra ganando votos para aumentar su nivel de poltrona. No hay quien lo entienda. Y ojo, son los políticos los que crean ese antagonismo entre regiones, no los ciudadanos. Eso no tiene perdón de Dios.

-El agua le hace hervir la sangre.

-Bueno, el agua es mucho más caliente que el fuego. Es una droga que tenemos inoculada de forma permanente, y el que no la tenga en el sindicato, no vale.

-¿Ha bebido muchas aguas que tenía que dejar correr?

-Sí, sí, y con algún sapo.

-¿Qué es necesario?

-Los terroristas que matan y degüellan y lo cuelgan en internet, eso es espantoso. Y los inmigrantes que mueren a miles en el Mediterráneo por buscar una vida mejor, y ya ni sentimos ni padecemos. Tenemos que intentar dejar a nuestros hijos y a nuestros nietos un mundo mejor, un mundo en el que todos los seres humanos puedan comer, todos puedan vivir.

-Al Papa, ¿qué le diría?

-Me cae muy bien. Le quiero, le animo. Rezo por él.

-¿Y por qué más reza?

-En general, pido por mi familia. Y pido por que se solucione nuestro problema de agua. Las monjas clarisas también piden por nosotros todos los días 19 de cada mes. Y cuando llueve en el Segura, les digo que tienen que elevar el punto de mira para que llueva en el Tajo (risas).

-¿A qué aspira?

-A cumplir con mis obligaciones y a hacer felices a los que tengo a mi alrededor.

-¿Qué le irrita?

-Además de la falta de lealtad, que haya personas que dejen el cuerpo muerto y se abandonen por una enfermedad. Me saca de quicio.

-¿Qué suele decirse?

-A Dios rogando y con el mazo dando. Y que no hay nada imposible.

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