«En Murcia he aprendido a ser muy cariñoso»
Portavoz de Podemos en la Asamblea Regional de Murcia
Antonio Arco
Lunes, 31 de agosto 2015, 11:44
De momento, a Óscar Urralburu, navarro de 43 años, portavoz de Podemos en la Asamblea Regional, no le ha pasado lo que al capitán de barco al que cantó Charles Bukowski, que salió a comer y los marineros tomaron el barco. Él es un líder político en alza, un tipo duro por fuera que se emociona por dentro leyendo poemas de Sylvia Plath, que no pudo con el peso de la vida y se marchó.
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-¿Un sitio para tomar una cerveza?
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-La Plaza de los Patos. Murcia.
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-¿Qué música le suena en el teléfono móvil?
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-Lo llevo en modo silencio.
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-Un libro para el verano.
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-'Sumisión' (M. Houellebecq).
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-¿Qué consejo daría?
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-Sé honesto y comprometido con la vida.
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-¿Facebook o Twitter?
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-Las dos.
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-¿Le gustaría ser invisible?
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-No.
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-¿Un héroe o heroína de ficción?
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-No tengo.
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-Un epitafio.
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-«Yo ya no soy yo».
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-¿Qué le gustaría ser de mayor?
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-Muy mayor.
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-¿Tiene enemigos?
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-Sí.
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-¿Lo que más detesta?
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-La codicia.
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-¿Lo peor del verano?
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-Que te acostumbras a él.
-¿Qué ha sido siempre?
-De manera natural, una persona muy reservada y muy discreta en mis formas.
-¿Le preocupa el qué dirán?
-Me estoy adaptando rápido a ser una persona pública. Al principio me preocupaba un poco, pero después te das cuenta de que no te vas a librar de que, por un lado, esté el personaje, conforme a la idea que los demás se han hecho de ti; y, por otro, estés tú. Por lo que respecta a mí, no me afecta el qué dirán, me preocuparía si afectase a personas de mi entorno.
-¿Qué tontería ha escuchado sobre usted?
-Bueno, además de que se ha dicho que soy homosexual, algo que no me ofende en absoluto, que yo estaba censado en Pamplona por asuntos fiscales, lo cual unido a mi apellido, por lo visto ya era demasiado para algunos. Lo repetían y lo repetían sabiendo que no es verdad. Yo siempre, desde que estoy trabajando en Murcia hace ya muchos años, he pagado aquí mis impuestos. En el debate de investidura le dije a Víctor Manuel Martínez [portavoz del grupo parlamentario del PP]: «Pensaba que usted era algo más listo». También es verdad que lo conocía poco.
-¿Qué le sorprende?
-Esa obsesión, por parte de aquellos que no pagan sus impuestos en cuanto pueden, por cómo es la relación de los demás con el fisco. En mi caso, dos y dos son cuatro: soy 'profe' y no tengo escapatoria. Además, soy un ciudadano responsable. No hace falta que me vigilen, conozco mis obligaciones.
-¿Qué le dice su pareja?
-Sobre todo, me apoya. Es un cambio muy fuerte para ella, porque no se hizo novia de un político; llevamos tres años juntos; mi vida ha dado un vuelco y hay que respetar siempre los tiempos del otro.
-¿A qué no está dispuesto?
-Lo tengo muy claro: a dejar de cuidar a las personas de mi entorno, que es algo que siempre me he tomado muy en serio: a mis hijos, a Laura, a mis amistades...; sé que me espera dedicar muchísimo tiempo a la política, pero lo voy a hacer de tal modo que ellos no sientan que me alejo.
-¿Qué fue usted?
-Un padre muy joven. Mi hijo [Marcelo] va a cumplir 18 años y es más alto que yo, un zagalón enorme y muy listo. Va a estudiar Filología Hispánica porque quiere ser escritor. Yo ya se lo he dicho: «¡Allá tú!». [Risas.] Siempre ha sido muy responsable y ha estado muy centrado. A veces le doy patadas para que sea un poco más villano; «¡sé un poco más malo!», le digo. [Risas.]
-¿Se arrepiente?
-En absoluto. Yo tenía 25 años y llevaba ya cinco años con mi novia, o sea que no fue fruto de una falta de práctica. Ya estábamos en Murcia, teníamos trabajo y dijimos: vale, bien, vamos a vivir esta experiencia, que no era lo normal entre nuestro círculo. Pero la crianza ha ido muy bien. Yo me he ocupado siempre muchísimo de Marcelo, porque una de las cosas buenas que tiene ser 'profe' es que te da ese tiempo para poder dedicárselo a los hijos. A mi hija, Amaya, no pude dedicarle tanto tiempo, porque ya tenía mucha más actividad en esos años. Ser un padre joven me han enseñado muchísimo, y no tuve que hacerme responsable de pronto, porque ya lo era.
-¿Es muy familiar?
-Sí, todos en mi familia lo somos. Somos cinco hermanos, mi madre y mi padre también tienen muchos hermanos. Nunca nos hemos peleado entre nosotros, nos respetamos mucho y sabemos que estamos ahí para lo que haga falta. He sido educado en la idea de estar pendiente de cómo están los demás para serles útil.
-¿Qué ha hecho desde siempre?
-Desde muy crío he trabajado siempre. En mil cosas: barman, repartidor, butanero, cartero, telefonista de hospital. No se me caen los anillos.
-¿Qué le resulta curioso?
-En mi familia a nadie le interesa la política, mientras que a mí siempre me ha entusiasmado.
-¿Qué es aunque no lo parezca?
-Según me dicen, puedo parecer frío, duro. Y no lo soy. Precisamente, en Murcia he aprendido a ser muy cariñoso. Lo que sí me gusta es mantener cierta distancia, porque también eso también es una forma de ser cuidadoso con el otro, en el sentido de no invadir su territorio, su espacio.
-¿Qué reconoce?
-Soy una persona con suerte. Y la vida te va, en gran parte, en función de la suerte con la que te caen las cosas.
-¿Por ejemplo?
-Antes hablábamos del tiempo en que nació mi primer hijo. Nunca me sentí desbordado por el cambio tan grande que supone la llegada de un hijo, pero reconozco que me acompañó la suerte: teníamos trabajo, estábamos bien instalados, y nos llegó un pedazo de pan, un crío bueno, que comía y dormía estupendamente.
-¿Usted y el amor qué relación tienen?
-Estoy divorciado; es cierto que quizás podría haber hecho las cosas de otro modo, con otro tipo de mirada sobre lo que estábamos construyendo. Empezamos muy jóvenes y estuvimos juntos veinte años. Las relaciones se gastan, y a veces se acaban y no siempre es posible reconstruirlas, o no te apetece hacerlo. Hay que saber cerrar cada etapa de tu vida, aunque eso te cause dolor.
-¿Lo teme?
-Mi hija decía de pequeña, por ejemplo cuando se pegaba un buen porrazo: «Duele porque estoy viva». Y es verdad.
-¿Cómo no puede imaginarse?
-Me puedo imaginar solo en términos de pareja, aunque prefiero no pensarlo; pero no puedo imaginarme socialmente solo.
-¿Qué prefiere?
-Me interesan más la empatía y la amistad que la seducción.
-¿Dónde no encaja?
-Desde luego, en el rol de la masculinidad, desde mi punto de vista, mal entendida.
-¿En qué se traduce eso?
-Ni fomento, ni practico las formas de la agresividad verbal, ni estoy obsesionado con ser el fuerte de la manada, ni soy competitivo al máximo. Estoy convencido de que la fortaleza te la da la comunidad, la creación de entidades colectivas comprometidas. No vivir obsesionado con competir te da una enorme libertad y te hace vivir la realidad con mucha más generosidad.
-¿Dónde no le encontraremos?
-De caza.
-¿Y cómo no caer en la rutina?
-Lo primero, pensando que las cosas no están hechas, que hay que trabajárselas todos los días. La vida es cansada, es agotadora, vivir es muy duro, pero hay que cultivar todos los días el amor en pareja: que no falten unas caricias con cuidado y con ternura, unas palabras de complicidad, una llamada, una provocación oportuna. Y hay que mantener la seducción, yo soy mucho más seductor en pareja que fuera.
-¿Cómo va por la vida?
-Voy por la vida tratando más de convencer que de vencer. Y procurando resistirme a la tentación del confort, de pensar solo en mí mismo. Siempre digo que, por ejemplo, Picasso te obliga a mirar la realidad desde diferentes puntos de vista, y eso me encanta. No quiero acomodarme.
-¿Qué intenta?
-Que la sensación de fracaso colectivo se convierta en una sensación de que tenemos una oportunidad histórica.
-¿De izquierdas?
-Yo he sido de izquierdas. Me gusta mucho [Jacques] Lacan, que criticaba duramente a la izquierda tradicional. En alguna ocasión voté a IU, pero no mucho, porque ese permanente recurso a la identificación de la izquierda me resultaba aburrido. Es cierto que la historia del bipartidismo nos colocó en una situación en la que muchos ya no sabíamos qué votar.
-¿Cuál es su idea de patria?
-La de patria como pueblo. La patria no puede pasar por encima del pueblo; la patria es el pueblo, la patria es la gente.
-¿Dios?
-Para quien lo necesite. Absoluto respeto.
-¿No hay un Más Allá?
-Imaginármelo me resulta agotador. Eso que entendemos como el alma, yo creo que también tiene derecho a que le llegue el descanso. La vida es una bala de plata, no hay más: tienes que aprovecharla al máximo y conseguir el perdón aquí.
-¿Nos vamos a los toros?
-Creo que la cultura no es compatible con la crueldad.
-¿De qué no tiene costumbre?
-De ver deporte por televisión. Lo que me encanta es practicarlo: ciclismo, correr, gimnasio...
-¿Qué sabe?
-Sé muy bien 'leer' a las personas.
-¿Qué prefiere?
-La solidaridad a la compasión.
-¿Qué echa de menos?
-Tiempo para viajar. Después de mi separación, la economía no daba para viajes y dejé de hacerlo, aunque me lo he pasado muy bien viendo películas en blanco y negro debajo del ventilador.
-¿Dónde quiere ir?
-Me gustaría conocer Asia.
-¿Qué ha comprobado?
-Que en épocas de crisis, es del buen rock de lo que te alimentas el alma.
-¿Qué esperaba y no ha sido así?
-Me decían que no iba a pegar ojo con la política, pero duermo mejor que nunca. Cuanto más viejo, mejor duermo; y tengo que decir que me ayudan el deporte y, según he descubierto, la política. Yo, a las doce tengo ya que estar 'drogui' y antes de la siete de la mañana ya estoy funcionando.
-¿Qué es la vida?
-La vida es la gente, son las personas.
-¿Qué le dejó deslumbrado?
-No me olvido del día que, siendo un adolescente, me puse delante de 'Las Meninas' de Velázquez.
-¿Qué es mágico?
-Disfrutar de los amigos junto al fuego.
-¿A qué dice que no?
-Al oportunismo y a la trampa.
-¿Qué es una verdad verdadera?
-Que no hay nada más largo que un día sin pan.
-¿Qué marca su rumbo?
-El sentido de la Justicia, y eso me lleva a hacer cosas que sirvan a la mayoría de la gente.
-¿En qué es un maestro?
-Poniéndome vacunas. Soy alérgico a todo aquello que tenga que ver con hongos y con polen.
-¿Qué se verá?
-Que yo a la política no he venido a hacer amigos, ni a beneficiarme yo. Bastante expoliada han dejado ya esta Región.
-¿De qué está seguro?
-De que me moriré después de una larga vida en la que no dejaré nunca de luchar.