La seria advertencia de los socorristas sobre el uso de manguitos y flotadores
Socorristas y expertos reniegan de manguitos y flotadores como elementos de seguridad infantil en el agua. Coinciden en que la compañía y vigilancia de un adulto es el salvavidas más eficaz.
JOSEBA VÁZQUEZ
Lunes, 23 de julio 2018, 11:14
Algunas asociaciones infantiles afirman que el 70% de los ahogados en piscinas son menores de seis años y que tres de cada cuatro de esas muertes se producen en piletas privadas. Reclaman por ello una norma que obligue a vallar esos recintos. Esto ya se hizo en Francia en 2003, cuando se promulgó la ley Raffarin que obliga a cercar las piscinas tanto públicas como privadas. Desde entonces el número de niños fallecidos por ahogamiento se ha reducido un 75% en el país vecino.
Campañas de concienciación
Con la idea de mentalizar a la población sobre este problema, la RFESS puso en marcha hace dos años la campaña #StopAhogados. El mismo objetivo de aportar consejos de prevención persigue la iniciativa#Ojopequealagua, alumbrada el pasado verano por tres asociaciones.
Nueve de los 168 ahogados este año en España son menores
Cuatro añitos. Demasiado pronto para sufrir una experiencia a vida o muerte. Cuatro añitos. La edad de la pequeña que Salvamento Marítimo ha rescatado esta misma semana mar adentro, en la playa del Trabucador, en el término de Sant Carles de la Ràpita (Tarragona), después de que el flotador de grandes dimensiones en que se encontraba fuese arrastrado por el viento y las corrientes hacia el interior de las aguas. Cuatro añitos. Muy temprano para tomar conciencia de lo que suponen las emociones extremas y una subida desorbitada de adrenalina. La niña, que no sabe nadar, se encontraba fuera del hinchable, tiritando de frío y braceando desesperada en el agua cuando los socorristas llegaron hasta ella en la Salvamar Achernar, la lancha de rescate. «Hasta que la encontramos fueron unos minutos de angustia increíble», ha declarado el patrón de la embarcación, Pablo Ochoa, a Radio Ràpita. Final feliz para un susto mayúsculo propiciado por dos errores graves: uno, la confianza excesiva en la sensación de seguridad -realmente nula- que aparenta proporcionar un gran flotador y, lo más serio, la falta de supervisión y compañía por parte de un adulto a las evoluciones acuáticas de una criatura de... cuatro añitos.
«El ahogamiento es una de las principales causas de mortalidad infantil»
Por partes. «Estas colchonetas se han puesto de moda y nos están dando mucho trabajo», dice Pablo Ochoa, de Salvamento Marítimo, en referencia al hinchable que condujo al peligro a la pequeña rescatada en Tarragona, un flotador con diseño de unicornio, un modelo ahora muy comercializado, como otros en forma de cisne y figuras similares. «Son colchonetas muy voluminosas y no dan ninguna seguridad; cogen mucho viento y bastante velocidad», alerta Ochoa. De hecho, este tipo de flotadores están prohibidos en las piscinas porque tapan la visión del fondo a los socorristas.
Es decir, lo que se adquiere como un objeto para la diversión se convierte en un artículo de riesgo elevado. Como algunos más. Ni manguitos, ni flotadores, ni churros de espuma ofrecen ninguna garantía, coinciden en alertar los expertos en seguridad infantil. «Los hinchables se pueden romper o pinchar, además de soltarse, y los flotadores pueden volcar haciendo que el niño quede con la cabeza bajo el agua. Son solo elementos de flotación y como eso están homologados en la normativa europea, no como elementos de seguridad», zanja Pilar Naval, responsable de comunicación de Emergències Setmil, una empresa dedicada al socorrismo acuático desde hace 19 años. A efectos de garantías no basta con la legalidad existente que regula la resistencia, durabilidad, adaptabilidad y otras características de los materiales con que se fabrican estos objetos, ya que esa normativa los habilita «solo como juguetes», matiza Naval. «Confundimos clases de natación con el juego en la piscina. En las primeras se utilizan churros y otros objetos flotantes bajo la supervisión de un profesional y para eso están bien, pero no para el tiempo de ocio», insiste la experta.
En apenas veinte segundos
Puestos a elegir un artículo que conceda a los padres mayores garantías -«aunque nunca completas»-, los especialistas no tienen dudas. «El objeto más seguro es el que mantiene las vías respiratorias fuera del agua en un momento en el que puedes perder la conciencia y eso solo se consigue con un chaleco homologado, de corcho o de un material que no se pueda pinchar y, por supuesto, adaptado al peso y tamaño del niño», dice Jessica Pino, responsable del Informe Nacional de Ahogamientos que desde 2015 elabora la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS). Pero como señala Pilar Naval, ni siquiera el mejor chaleco exime de la supervisión permanente de un adulto. «El único elemento de seguridad son papá y mamá vigilando con el ojo puesto en el niño», sentencia. Lo que no sucedió hace unos días en la playa tarraconense del Trabucador. Descuidos e imprudencias están a la orden del día, según los profesionales. «Son muy habituales», recalca la responsable de Emergències Setmil.
«Los nueve menores que se han ahogado este año han muerto por falta de supervisión -detalla Jessica Pino-. Si tú estás constantemente atento no influye lo que el niño lleve, flotador, manguito,... porque si ese elemento falla estás tú para actuar». Y conviene hacerlo rápido, porque la capacidad de resistencia de un menor va relacionada con su edad. «Un pequeño se puede ahogar en apenas veinte segundos, mientras contestas una llamada o un whatsapp, o te atas los cordones», advierte la doctora Lucía Galán, autora del blog 'luciamipediatra.com'. Esta especialista tiene claro que «con chaleco o sin él, con manguitos homologados o con churros, los niños deben estar siempre vigilados». Igualmente, se muestra convencida de que «prácticamente el cien por cien de los ahogamientos infantiles son evitables con una adecuada supervisión por parte de un adulto».
Muertes «silenciadas»
La cifra de nueve menores ahogados en España en lo que va de año es proporcionalmente similar a la contabilizada en el total de los doce meses de 2015 (25 niños de menos de diez años), de 2016 (14) y de 2017 (21). Esto a pesar de que los 168 fallecidos por ahogamientos en nuestro país desde el 1 de enero hasta ayer mismo representan, porcentualmente, un registro claramente inferior al de años anteriores: 415 ahogados en 2015, 437 en 2016 y 481 el año pasado. A falta de una estadística oficial actualizada -el último dato publicado por el Ministerio de Sanidad corresponde a 2016-, los citados son los números aportados por el Informe Nacional de Ahogamientos de la RFESS a través de un seguimiento exhaustivo de los casos publicados en los medios de comunicación nacionales. Y el método es fiable: la cifra de hace dos años (437) es casi idéntica a la declarada por el Instituto Nacional de Estadística (439). En ambos listados se excluyen los suicidios y los casos relacionados con la inmigración.
Jessica Pino, la técnico superior en salvamento y socorrismo encargada de realizar el informe periódico de la RFESS, denuncia una cierta dejación institucional a la hora de tratar este problema. «Son muertes que se silencian. El dato de fallecidos por tráfico se da todos los fines de semana; en este caso, en 2018 se publican los de 2016». En consonancia, Jessica echa en falta campañas públicas de alcance como las dedicadas a prevenir los accidentes de circulación, a pesar de que en 2017 la cifra de ahogamientos en España alcanzó el equivalente al 40% de las muertes en carretera (1.200, según la Dirección General de Tráfico). «Todas las iniciativas de concienciación que existen son privadas», afirma. La propia Federación de Salvamento y Socorrismo puso en marcha hace dos años la campaña #StopAhogados con el lema 'Prevenir está en tus manos'.
También Emergències Setmil, junto a la Asociación Nacional de Seguridad Infantil y Segurbaby, alumbró el verano pasado la iniciativa #Ojopequealagua, con el objetivo de proteger al «colectivo más frágil» y ante la certeza de que el ahogamiento «es una de las principales causas de mortalidad infantil a nivel mundial». La campaña incluye un decálogo de consejos, tanto para playa como para piscina, buena parte de ellos de puro sentido común. Se trata de concienciar porque «lo fundamental no es hacer un rescate, sino evitarlo», resume Pilar Naval. Junto a estas recomendaciones hay quien no hace ascos a las medidas de prohibición. La pediatra Lucía Galán cree que eliminar la venta de manguitos y flotadores «sería una buena medida, como han hecho los canadienses con los tacatás y andadores, que triplican el riesgo de accidentes y traumatismos». Conocido el dato de que buena parte de los ahogamientos infantiles se producen en piscinas, a menudo privadas, Galán aboga además por obligar al vallado de las piletas. Y la tranquilidad sería aún mayor si todos tuviéramos «nociones de reanimación», apunta Pilar Naval.