El Resucitado cierra este domingo la Semana Santa con el pregón de Lorenzo Tomás
La Archicofradía de Santa Eulalia también vio afectado su cortejo en 2019 por la lluvia
Cristo resucita en Murcia y pone fin a la Semana de Pasión por Santa Eulalia, por la antigua Olalla de los catalanes, entre sones de pasodobles, cohetes y tracas cuando las puertas de la parroquial se abran al paso del cortejo de túnicas blancas. Muchos recordarán esta mañana cómo la lluvia arruinó el cortejo más festivo de la Semana Santa, el que antaño iba sucedido por el Bando de la Huerta y que, desde hace tres años, no ha podido disfrutarse como sus cofrades desean.
Primero, por la amenaza de la tormenta, que tampoco quiso perderse la estación de gloria del año 2019. Y segundo, después de veinticuatro largos meses de pandemia que también impidieron su salida, como es obligado para disfrutarla en toda su esencia, sin una nube en el cielo y, las más de las veces, bajo un sol de justicia.
La previsión meteorológica no arroja dudas: temperaturas primaverales, tirando a veraniegas, y cielos despejados, lo que ayer ya animó a muchos murcianos a decidir participar en el cortejo y, sobre todo, a vivirlo a lo largo de su carrera nazarena, sin duda atestada de bares y restaurantes colmados de gentes. A primera hora de la mañana empezarán a repicar las campanas de Santa Eulalia, sede canónica de la Archicofradía del Resucitado. En el cielo se dispararán cohetes y las saetas darán paso a los himnos de fiesta.
Pasodobles para sacar once tronos que recorrerán las calles en un ambiente festivo que augura las Fiestas de Primavera. Nazarenos de túnicas blancas y capas de colores, según la hermandad. Y el popular demonio, de lengua tintada de rojo, atado por diminutos ángeles, que será el disfrute y el miedo, a partes iguales, de los más pequeños.
El primer paso, San Miguel Arcángel, obra de Francisco Liza (1994). Sus nazarenos visten túnica blanca y capa magenta. Le sigue La Cruz Triunfante, de Clemente Cantos (1917). Representa a un ángel abrazado a una cruz vacía y cubierta de flores.
De varios colores
Tras él va el titular, Nuestro Señor Jesucristo Resucitado, de José Planes (1949). Le siguen tres obras de Antonio Labaña. Las Tres Marías (1993), cuyos nazarenos van de blanco. La Aparición de Jesús a María Magdalena (1982), con los colores blanco y morado. Y Los Discípulos de Emaús (1983), de blanco y naranja. La Aparición de Jesús a Santo Tomás es de José Hernández Navarro, el Cristo (1994), y de Francisco Sánchez Araciel los apóstoles, de 1912. Sus nazarenos procesionan en blanco y verde.
Continúa el cortejo con la Aparición de Jesús en el Lago Tiberiades, de Antonio Labaña (1987) cuyos miembros desfilan en blanco y amarillo. De Hernández Navarro es el siguiente paso: La Ascensión del Señor (2000), que marcha con nazarenos en blanco y rosa. En blanco y rojo desfilan los cofrades que acompañan a San Juan Evangelista, de Venancio Marco (1912). Cierra el cortejo la Virgen Gloriosa, de José Sánchez Lozano (1950), a la que acompañan nazarenos de blanco y azul.
Al concluir la procesión y el tradicional encuentro, el presidente de la Junta de Distrito Centro-Este, Lorenzo Tomás Gabarrón, será el encargado de poner el broche de oro a esta Semana Santa teñida de tanta ilusión tras la pandemia como de lluvia, que impidió que la Sangre desfilara. Ya son tres años sin Miércoles Santo.
