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La Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia, este viernes, en Murcia. Ros Caval / AGM
Semana Santa de Murcia

Misericordia, Servitas y Sepulcro campean en una noche despejada

Las cofradías que parten de San Bartolomé y San Esteban cautivaron a miles de murcianos por su rigor y elegancia al sacar tan valiosas tallas

LA VERDAD

Sábado, 19 de abril 2025, 10:23

La primavera nazarena no concluyó en el Viernes Santo 'morao' por la mañana. Los ecos de la nazarenía murciana se alargaron durante toda la jornada ... hasta culminar y renovarse en los sones de otros tambores que hicieron retemblar, ya caída la tarde, la parroquia de San Bartolomé.

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Convocaron a no pocos fieles a acompañar en su procesión a la Virgen de las Angustias, tallada en 1739 y que presidió la primera de las tres estaciones de penitencia que devolvieron a Murcia ese ambiente cofrade.

La Venerable Cofradía de Servitas, cuando apenas faltaban unos minutos para las siete de la tarde, en un día de plena primavera, inició su cortejo con el segundo de sus pasos y el primero en desfilar: el llamado Ángel Servita, de Vicente Hernández Couquet.

La salida de las Angustias reunió a miles de devotos y turistas en la recoleta plaza para admirar la complicada de maniobra de alzado del gran y pesado paso que antaño desfilara en Domingo de Ramos y que, en alguna ocasión y por gran factura artística, también ha acompañado la procesión morá de la mañana.

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El paso de la espléndida Virgen era el preludio del cortejo de la segunda propuesta nazarena de la noche, organizada por la Cofradía del Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo. Esta procesión, el desfile oficial de la ciudad, cuenta con representaciones del Ayuntamiento, de los colegios profesionales, de la Cámara de Comercio y del resto de cofradías, que añaden a la presidencia el color de sus respectivas túnicas y estandartes.

Cinco tronos integraron el desfile que abrió el Cristo de Santa Clara la Real, obra de Francisco Salzillo, al que seguían la Virgen de la Amargura y el Santo Sepulcro, imponente en las calles más recónditas.

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Silencio y recogimiento de túnicas negras que, al paso de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia, adquieren el color de sus capuces color salmón. Era la tercera y última estación de penitencia de la noche del Viernes Santo y que selló una jornada, acaso la más multitudinaria, de la espléndida Semana Sana del azahar.

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