Alboroque a Cristo en San Antolín antes de la procesión
El barrio acoge este lunes el descendimiento del Cristo del Perdón como prólogo a la estación de penitencia de la tarde magenta
La procesión que este lunes saca a las calles la Real, Ilustre y Muy Noble Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón empieza a las doce en punto de la mañana y no a las siete de la tarde como es costumbre. Porque, a mediodía justo, atestada la parroquia de San Antolín de fieles, se produce el instante mágico del descendimiento de uno de los cristos más venerados en toda la ciudad.
Sin esta ceremonia no podría entenderse la Semana Santa capitalina. Como también muchos no la entienden sin el posterior almuerzo, que es echarle al mismísimo Señor el alboroque, igual que antaño se observaba para quienes abandonan este valle de lágrimas.
Será por la tarde cuando el paso de los Ángeles de la Pasión, de José Hernández Navarro, abrirá el cortejo oficial. Son dos ángeles y una cruz a cuyos pies están depositados los símbolos de la Pasión. Getsemaní es también obra del escultor de Los Ramos y presenta a un Cristo arrodillado, orante, minutos antes de la traición. Cometida esta, llega El Prendimiento, de José Sánchez Lozano. Refleja el momento en el que los sayones romanos se disponen a detener a Jesús.
El trono suele llevar un ramo de capullos de seda naturales en recuerdo a la Hermandad Sedera que desfilaba en el siglo XV. Ya detenido, Jesús ante Caifás muestra la escena en la que es presentado ante el tribunal del sumo sacerdote. Esta imagen era de Damián Pastor y Micó (1897), pero, tras la guerra, fue recompuesta por Salvador Castillejos.
Juzgado y torturado. La Sagrada Flagelación, de José Sánchez Lozano, presenta a Jesucristo solo, semidesnudo y atado a la columna. Detrás, la Coronación de Espinas, de Hernández Navarro, muestra el momento de burla ante un debilitado Jesús al que proclaman, entre risas, Rey de los Judíos.
Comienza el camino del calvario y llega el encuentro en la calle de la Amargura. La Virgen y San Juan, obras de Miguel Martínez (1924), se encuentran con Jesús, de José Sánchez Lozano (1948). La Verónica es obra de Francisco Toledo y desfila antes del Ascendimiento, una de las obras más destacadas de Hernández Navarro, prólogo a la llegada del Cristo del Perdón, que sale acompañado de la Virgen, de Roque López, de María Magdalena, de Sánchez Araciel, y de San Juan, de Salzillo. Tras el Señor, llega la Virgen, la Soledad de José Sánchez Lozano.
