El Señor del Lago lleva su mensaje de misericordia por las calles del centro de Cartagena
Policías nacionales y locales, guardias civiles y militares del Ejército del Aire dan aire marcial a un vía crucis que se recrea ante numeroso público
El vía crucis del Cristo de la Divina Misericordia pasa por ser la procesión más segura de toda la Semana Santa. Los tres tronos que constituyen el cortejo salieron este Viernes Santo escoltados por pelotones de la Policía Local, de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Y cerrando el desfile, una sección del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas del Ejército del Aire, llegados de la base aérea de Alcantarilla.
Bien custodiado, el Señor del Lago salió de su oratorio en la Plaza de la Merced para llevar su mensaje de divina misericordia por las calles del centro, llenas de público, que antes había visto pasar la comitiva de la ofrenda a la Patrona y que después se quedó para ser testigo de la primera procesión california, coprotagonizada por otro Cristo de la misma advocación.
El vía crucis iba encabezado por un conjunto de elementos entre los que destacaban una bandera, varios banderines; las enseñas nacional, de Cartagena y del Vaticano, así como un relicario, abriendo camino a un grupo de alumbrantes. Mayoritariamente eran mujeres, con traje de chaqueta negro y hachotes de luz de vela para marcar el paso al ritmo de los tambores y de las marchas de la Agrupación Musical La Unión. Precedían a la escolta de la Policía Nacional y al trono de San Juan, portado a hombros por gente muy joven, que daba continuos vivas al santo. Excepto cuando paraban para rezar la correspondiente estación.
San Juan y la Virgen de los Desamparados acompañan a Jesús en su salida desde el oratorio de la Plaza de la Merced
El segundo trono ante los espectadores fue el de la Virgen de los Desamparados, portado a hombros por señoras. Llevaban escolta de la Guardia Civil, con algunos de los agentes vestidos con el uniforme de gala.
Como ocurre en la primera procesión de Cartagena, el trono de la Virgen no es el que cierra la comitiva, sino el Señor del Lago, que en esta salida visitó la basílica de la Caridad para honrar a su Madre. San Juan, la Virgen de los Desamparados y Jesús de la Divina Misericordia protagonizaron un sencillo encuentro en su regreso al Lago. El vía crucis acabó y en el barrio pemanece la callada obra social de la asociación piadosa que preside José Felipe Rubio.
