Los californios conmemoramos este año el centenario del trono del Prendimiento, el primer trabajo del escultor Luis de Vicente para la Cofradía California, y por ... ende para Cartagena. Una obra que, en 1925, generó polémica entre los que entendieron que representaba el inicio de la renovación estética de los tronos cartageneros, y los que pensaban, por el contrario, que suponía romper con la tradición para seguir las modas procedentes de Andalucía.
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El nuevo trono de Prendimiento, sin embargo, realizado en un estilo que podemos denominar neobarroco, configurado a base de juegos de curvas cóncavas y convexas, que lo impregnan de un notable movimiento y expresividad, sus airosas tallas doradas y sus magníficas esculturas y relieves, que denotan la valía de su autor, se convirtió en el referente para los cofrades californios de entonces, que confiaron a Luis de Vicente la transformación de sus tronos.
La prematura muerte del artista, a finales de 1928, cuando trabajaba en el trono del Ósculo, después de haber realizado el de La oración en el huerto, interrumpió bruscamente su relación con los californios, dejando un trono inacabado y posiblemente el boceto de otro, según la prensa. Pero el auténtico legado de Luis de Vicente para los californios no fueron sus obras materializadas, sino una manera de entender los tronos que influyó en el devenir estético del Miércoles Santo cartagenero, que probablemente sería muy distinto sin la obra de este artista granadino.
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