Miguel Tovar, el sacerdote de la parroquia del Real Murcia
Una fe inquebrantable. Recién ordenado con tan solo 24 años, el murciano combina su vocación religiosa con una pasión sin límites por el equipo
Antonio Zomeño
Jueves, 14 de agosto 2025, 00:17
La entrada de Los Arcos dibuja una cola de aficionados impropia en la tarde del sábado. Es la presentación oficial del Orihuela, pero también el ... quinto test del Murcia de Etxeberria y, de forma inevitable, el grana predomina sobre el amarillo local. Por la esquina que dobla uno de los fondos, bajo la sombra de los eucaliptos, avanza una figura toda vestida de negro, pero los metros se acortan y revelan el blanco del alzacuellos. LLeva el hábito por fuera; la procesión grana por dentro.
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Ordenado sacerdote de la Iglesia católica el pasado mes de julio, Miguel Tovar (Torrealta, Molina de Segura, 24 años) se ha convertido en uno de los fieles más reconocibles entre la parroquia del Enrique Roca. Uno de los 5.000 incondicionales, inconfundible con el hábito y su eterna bufanda, grana sobre negro en cada cita que su vocación le permite. Así lo demuestran los saludos que lanza y recibe a uno y otro lado mientras cruza la grada de Los Arcos. La sección murcianista rebosa de ilusión y el pitido inicial amenaza, así que encuentra sitio entre casacas amarillas dispuesto a oficiar su segunda pasión: el Real Murcia.
Pese a su juventud, Miguel no pertenece a la nueva hornada de murcianistas bautizados en el lodo de la última década. Su devoción se despertó en la 2007-08, la última temporada del Murcia en la élite. «Recuerdo ver los partidos en Primera por la tele, con mi tío y mi abuelo Jesús. Al curso siguiente me llevaron por primera vez a la Nueva Condomina con ocho años. Ellos me inculcaron el murcianismo; vivían el fútbol de forma intensa, pero yo lo he llevado al límite», cuenta Miguel, un aficionado cuya fe no entiende de distancias.
La pasión grana
«Me iba andando desde Torrealta hasta Molina, cogía el autobús hacia Murcia y, desde allí, otro hasta Cobatillas», narra Miguel Tovar sobre el trayecto de hora y media que recorría con apenas quince años para ver las sesiones de la primera plantilla, un viaje de fe que realizó un par de veces a la semana durante varios veranos. Todavía menor de edad, cruzó la geografía española con absolutos desconocidos en varias ocasiones para apoyar al equipo. Unas «locuras» que cuenta con la sonrisa de quien busca y encuentra entre recuerdos felices, pero que no terminaron con su ingreso en el seminario.
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«El Real Murcia sigue vivo gracias a su gente. La afición grana es la mayor bendición del club», dice el sacerdote natural de la pedanía molinense de Torrealta
Durante los últimos seis años, la estricta disciplina de la formación que reciben los futuros sacerdotes le ha obligado en demasiadas ocasiones a practicar el murcianismo en pequeñas dosis: «He llegado a ir a Nueva Condomina para ver media hora y volverme. Cuando vino el Barcelona en la Copa, solo pude estar quince minutos», explica Miguel Tovar, un aficionado que encuentra la paz en su pequeña Betania, un estadio al que acude en cada mínimo resquicio de tiempo libre. «Cuando empieza el partido, mi vida se pone en pausa y no vuelve hasta que termina. Ir a la Nueva Condomina me devuelve a mis raíces y mi identidad, me trae todos esos momentos buenos... y también los difíciles», reconoce el sacerdote grana.
Una fe inquebrantable
Cinco minutos después del gol anulado a Cadorini, Javi Solsona abre la lata de penalti al borde del descanso. Al Murcia le toca remar en Los Arcos, pero Miguel Tovar lleva la procesión por dentro, curtido en mil sinsabores. «En 2018, cuando la situación económica era muy grave, vi riesgo real de desaparición», reconoce el sacerdote, que como 'San Manuel Bueno, mártir', mantuvo la fe de su gente mientras las dudas le acosaban: «Vendí 400 pulseras para ayudar. El club sigue vivo gracias a sus aficionados, que son su mejor tesoro. La afición grana es la mayor bendición del Real Murcia».
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Paradójicamente, asegura que algunos de sus peores momentos como pimentonero han sido, en realidad, los mejores. «Esas temporadas tan complicadas, como la 2016-17, son en las que más he sufrido, pero también en las que más murcianista me hice», confiesa el propio Miguel Tovar, un hincha que encarna esa pasión que cada vez gana más adeptos, representada en los más de 15.000 fieles granas que ya cuentan con un asiento reservado en la catedral de peregrinación grana para una temporada cargada de ilusión.
La confianza en el ascenso
Tras el descanso, Pedro Benito iguala el duelo desde los once metros y, minutos más tarde, Etxeberria ve su primera amarilla como técnico grana.«Me parece un entrenador atrevido, con mucha personalidad. Este verano me ha gustado porque no ha habido ninguna revolución. Se ha mantenido la columna vertebral, y eso es clave», analiza Miguel Tovar, quien asegura que, de no haber ingresado en el seminario, habría intentado hacer carrera en el periodismo deportivo: «Venimos de unas temporadas en las que el Murcia hacía un juego poco propositivo, pero este año nos vamos a divertir. A la afición le diría que confíe. Es una temporada ilusionante. Habrá baches en el camino, pero con el ascenso en el horizonte, esa confianza es lo que nos tiene que ilusionar», concluye el sacerdote Miguel Tovar tras el empate en Los Arcos, antes de perderse entre la marea grana de regreso al hogar.
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