El chorlitejo bate sus alas en retirada

Cuando los humanos se marchan, la naturaleza se cobra el espacio que le fue arrebatado. Parece una afirmación de Perogrullo, pero Torrevieja, sin ir más lejos, tuvo ocasión de testarlo de primera mano en la pandemia. Antaño, cuando las playas no eran los espacios masificados que son ahora, flora y fauna dunar eran mucho más ricas en especies. Una de ellas era el chorlitejo patinegro ('Charadrius alexandrinus'), un ave gravemente amenazada por la falta de arenales vírgenes en las que poder poner sus nidos. Cuando la covid vació las orillas de La Mata, el patinegro volvió a criar en paz. Once pollos nacieron junto al parque municipal del Molino del Agua en 2020 y 13 en 2021. Lo nunca visto. Más si se tiene en cuenta que en 2019 no salió ni una sola cría del cascarón.

Aquel precedente insólito sentó las bases de una protección mucho más seria de este pequeño pájaro en la pedanía torrevejense. Se balizó la parte del arenal –la más lejana del mar– en las que les gusta acurrucar sus huevos, se espació más la limpieza mecánica de la arena y la recogida de algas para facilitarles el acceso al alimento y, sin embargo, el chorlitejo no termina de encontrar ese mismo acomodo del que gozaba en tiempos de enfermedad. Ocho nacimientos en 2022 y dos en 2023 son los pobres registros que se han tenido.

En marzo empezaba de nuevo el periodo de especial protección para esta ave en la playa de La Mata. Los carteles de aviso, postes de madera y cuerdas de balizamiento regresaron a la zona más próxima al Molino del Agua. Y es que el pajarillo tiene la 'dichosa' costumbre de empezar a reproducirse justo cuando los bañistas empiezan a necesitar refresco para mitigar el sofocón y nacer ya en plena temporada alta.

El biólogo municipal, Juan Antonio Pujol, de la mano de Estefanía Alonso, impulsora del proyecto Chorlitejos y Patinegros, son los encargados de vigilar que la estancia de esta ave en la ciudad salinera sea lo más cómoda y tranquila posible. Pujol, muy conocido en redes por su página de Facebook 'Crónicas naturales de Torrevieja', reconoce que la afluencia de bañistas tiene su impacto sobre el chorlitejo, de ahí que se trate de alejarles de las zonas de anidamiento. Sin embargo, recalca, «lo que más daño hacen son los perros sueltos. A primera y última hora del día son muy negativos. Los consideran un potencial depredador», señala el técnico de la Concejalía de Medio Ambiente. La ordenanza y la ley autonómica vigente restringen, de hecho, el acceso a estos animales, pero, a tenor de los datos, queda a la vista que toda vigilancia es poca para evitar que el patinegro bata sus alas en retirada hacia otros remotos arenales y humedales.

Si La Mata deja de ser un sitio apreciado por esta singular ave, todavía quedaría como espacio de nidificación en Torrevieja la Laguna Rosa y la de La Mata. En este espacio son los trabajadores del parque natural gestionado por la Generalitat los que se encargan de realizar la tarea que Pujol y Alonso realizan para el Ayuntamiento.

El Consistorio mandaba hace una semana el pertinente comunicado para avisar de la llegada del periodo de cría del patinegro. Reclamaba la colaboración ciudadana y defendía que, de contar con ella, «permitiría adoptar procedimientos y estrategias que, una vez se ha comprobado su efectividad, podrían ser utilizadas en otros tramos del litoral de la Comunidad Valenciana con características similares».

Y es que Torrevieja, más acostumbrada en el pasado a graves ataques a la naturaleza, también quiere ser referente en gestión medioambiental y La Mata le ofrece esa menor presión urbanística para desarrollar también la reintroducción de especies vegetales propias del bosque dunar; el otro gran proyecto que abandera el Ayuntamiento en este sentido.

Pujol, por su parte, extiende el llamamiento para proteger al chorlitejo en los municipios vecinos, incluidos algunos de la Región de Murcia. El biólogo ya le tocó enfangarse las botas, de la mano de ANSE, para detectar anidamientos en las encañizadas del Mar Menor. Cuenta que este espacio junto a Cabo Cope son los últimos reservorios importantes que quedan del ave en la Región. «Allí también están disminuyendo las poblaciones», traslada con tristeza. Aunque admite de que su tarea es «heroica», el biólogo no ceja en su empeño. «Hacemos campañas en colegios y, por primera vez, este año hay programadas unas rutas guiadas donde se explica todos los valores ambientales del Molino del Agua», comenta Pujol sin un ápice de decaimiento en su noble y verde afán.

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