Todos nuestros comportamientos, todos, tienen un impacto en nuestro planeta, en nuestro medio ambiente y en nuestro futuro (ya inmediato) al que nos dirigimos.
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Observo ... con asombro y tristeza, que los partidos políticos, comienzan una desenfrenada carrera ante la inminencia de periodos electorales por incorporar medidas contra el cambio climático en sus programas ante la evidente urgencia del panorama al que nos enfrentamos y qu ha dejado en nuestro país un verano único en la serie histórica de calor, fuego y sequía.
Asistimos incrédulos, algunos claro, a noches tropicales, falta de agua, cultivos intensivos exhaustos y grandes superficies calcinadas por el fuego, etc., mientras que las posiciones políticas y sociales de algunos resultan incomprensibles pues aún mantienen posturas negacionistas sobre la situación (aún recuerdo al primo de un reciente presidente del Gobierno negando el cambio climático) manifestando que la ciencia y los expertos en estos fenómenos son unos fanáticos climáticos, mientras la evidencia de la grave situación climática va avanzando a pasos agigantados sin que haya margen de maniobra. El tiempo de reconducir la situación se nos acaba y no podemos estar perdiéndolo con negacionistas climáticos, pues nuestros hijos y nietos nunca nos perdonarán no haber sido valientes tomando las medidas necesarias para luchar contra la situación en que nos encontramos inmersos y ser la generación que deje un mundo peor que el que encontró, consumiendo los recursos del planeta sin consideración y sin pensar en las generaciones venideras. Esto no es un simple vaticinio, es una triste realidad, el clima ya ha cambiado y no parece que vaya a menos, por lo que tenemos que alejarnos del manido discurso negador de la realidad catastrófica que puede estar por llegar, pues ya está aquí.
Apelo desde este momento a un cambio colectivo de comportamiento individual, familiar, educacional y de compromiso responsable, tenemos que inundar con una lluvia fina de acciones responsables nuestro devenir en este planeta, sin esperar a las actuaciones de los gobiernos y responsables políticos. Las empresas y los trabajadores, las ciudades y los ciudadanos tenemos que cambiar.
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¿No se debería comenzar en el arranque del curso escolar de septiembre con charlas de sensibilización sobre lo que hemos vivido este verano, para analizar lo que ha ocurrido y concienciarnos y cambiar mentalidades y actitudes? ¿El primer debate en el Congreso de los Diputados y en las Asambleas y Plenos tras la vuelta del verano, no debería ser una reflexión en profundidad sobre lo que ha pasado y conseguir establecer pactos o acuerdos inmediatos de actuación entre todos los partidos políticos?
No podemos dejar enfriar el análisis de la grave situación vivida y volver a quejarnos el siguiente año cuando la situación sea igual o peor que la vivida,, deber haber una campaña pedagógica de concienciación continua del cambio climático en que estamos inmersos, apartando a aquellos que no quieren comprender la dramática situación con un vergonzante discurso negador de la realidad.
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Algunos nos intentan mantener en pañales climáticos, tratando de impedir que pensemos autónomamente, pues comenzaríamos a exigir actuaciones políticas valientes e inminentes climáticas. Estamos amparados en una inmensa pereza existencial y una equivocada comodidad de buenísimo climático que nos pueden llevar a un callejón sin salida y sin posibilidades de reconducción.
Nos dirán exagerados, que hay tiempo, que no es para tanto, pero el tiempo avanza y ni el clima ni la tierra comprenden de aplazamientos políticos estratégicos ni de la inacción que nos rodea. Es la hora de los hombres, de los ciudadanos, de comenzar microcomportamientos sostenibles en nuestra vida diaria, se puede frenar el cambio climático partiendo del convencimiento individual de que cada decisión importa, partiendo para ello de educación, aprendizaje y divulgación. Analicemos lo que está pasando, tomemos decisiones y actuemos responsablemente ante la situación, pues las acciones individuales, en el hogar y en la vida diaria pueden ser muchas y variadas: usar transporte público; ducharse y no bañarse, cerrar el grifo mientras nos enjabonamos; instalar dispositivos ahorradores de agua en grifos y duchas; utilizar bombillas led; usar regletas eléctricas con interruptor; usar electrodomésticos de calificación energética eficiente; mantener calefacción en invierno y aire en verano según últimas recomendaciones; reducir utilización del coche; conducir de forma eficiente; reciclar, reutilizar y reducir; etc. en definitiva ser socialmente responsables.
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La altura responsable de una sociedad, ante la situación de crisis climática en que estamos, se demuestra por la altura ética individual que muestran los individuos que la componen con sus actos, por la responsabilidad social personal en el quehacer diario, siendo responsables con nuestro entorno y con las siguientes generaciones. Es el momento de actuar, de establecer un Pacto o Acuerdo Ciudadano por el Clima, en definitiva, el momento de proceder y comportarnos responsablemente ante el cambio climático y ante nuestro planeta, no habrá segunda oportunidad.
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