La Universidad de Murcia, sobredimensionada

Nunca es tarde si se tiene voluntad de reestructurar una UMU que, antes o después, va a requerirlo, porque no se puede estar creciendo de forma continua

Lunes, 14 de noviembre 2022, 23:56

Lo que expongo a continuación tiene que ver con una reflexión que me he hecho buscando los 'emails' de algunos compañeros de la Universidad de ... Barcelona (UB) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), porque en la primera te encuentras con un departamento de Química en el que están Química Analítica, Química Física, Química Inorgánica y Química Orgánica; es decir, existen departamentos grandes que facilitan la convivencia e interacción entre ellos. En el caso de la UAB, lo que existen son entes grandes, facultades, en un modelo que se asemeja al anterior. También recuerdo, por mis varias visitas a las universidades del País Vasco, la existencia de una Facultad de Ciencia y Tecnología en Bilbao: todo un modelo para mí.

Publicidad

Cuando vemos lo que ocurre en la UMU, nos encontramos con 22 facultades, dos de ellas adscritas, y 79 departamentos: una barbaridad de órganos. Y si tenemos en cuenta que, además de rector, secretario general y gerente, existen trece vicerrectores, trece, ayudados por sus varios coordinadores, delegados del rector varios, y que cada decano lleva consigo, además del secretario, un alto número de vicedecanos que en casos como Medicina llegan a diez y en Educación a ocho, hacen que se conforme una cohorte inmensa con casos injustificables como los vicedecanos de investigación, ¿para qué si la investigación no pertenece a los centros?

A la vista de lo anterior, ¿puede ser que con tal cantidad de órganos tengamos una administración ineficaz e ineficiente?, ¿y que muchos de los cargos de vicedecanos y coordinador, en el fondo, estén asumiendo labores propias del Personal de Administración y Servicios (PAS)?

Si nos retrotraemos a la parte final del mandato del rector Juan Roca, en el 1993-94, encontramos dos vicerrectores: José Orihuela, que hizo un formidable trabajo sobre la docencia presente y futura en la UMU, y José Ballesta, que también hizo una prospección, no tan brillante como la anterior, pero bien pensada, en la que se proponía la creación de entes grandes a las que llamó divisiones –muy parecidas a las que existen en Cataluña o el País Vasco–, a las que el pensamiento conservador universitario, en lo referente a cambiar lo existente, arrinconó en el olvido.

Publicidad

Años después, en el 2014-2018, siendo rector José Orihuela, aunque hizo un amago de retomar el asunto, a pesar de crear una figura 'ad hoc' para ocuparse de esta cuestión, la inercia arrastrada hizo que esta importante cuestión quedara en agua de borrajas. Es lógico pensar que este tema merecía el nombramiento de un vicerrector con un equipo en el que participaran todos los centros de la UMU. Por ahí habría que empezar.

También es bastante normal que haya quienes piensen que ahora se quiera modificar la estructura de la UMU, cuando hemos tocado fondo en la extensión; pero nunca es tarde si se tiene voluntad de reestructurar una UMU que, antes o después, va a requerirlo, porque no se puede estar creciendo de forma continua cada vez que un departamento llega a los 24 miembros, o se crean nuevos estudios, y por qué no, más vicerrectores y coordinadores que se pueden crear sin restricciones.

Publicidad

Si seguimos así, llegaremos a una situación injustificable e insostenible.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad