De tuits y calcetines

PERMÍTAME QUE INSISTA ·

Bienaventurados los que guardan su móvil antes de insultar por insultar

Miércoles, 8 de septiembre 2021, 01:26

Las vueltas que debió de dar el melancólico Bécquer para intentar descifrar dónde quedaba el amor cuando una relación se va a paseo. Una pena ... que no coincidiera temporalmente con nuestro poeta/cantante Víctor Manuel, que también lleva años con indisimulado desasosiego intentando descubrir «a dónde irán los besos que guardamos, que no damos». Definitivamente debe existir otra dimensión en la que conviven, espero que plácidamente, los calcetines sueltos, los besos y abrazos soñados, el amor finalizado y los tuits que no llegamos a escribir.

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En realidad, ese limbo heterogéneo nos define: relaciones amorosas, calcetines –anda que no hay historias sobre ellos– y la forma y fondo de nuestra presencia en redes.

Coexisten teorías realmente elaboradas respecto a por qué perdemos un solo calcetín, las causas de que ese hecho se produzca con tanta frecuencia y lo que es mejor aún, dónde se encuentra el desaparecido. En ese universo, los calcetines están limpios, dado que la lavadora parece constituir una especie de espejo de Alicia o de puerta de Narnia que traslada a nuestros protagonistas a su nueva dimensión. Qué injusto que cuando más puros están se transporten a un desconocido lugar que no les corresponde generándonos una terrible ansiedad matinal.

Ocurre algo parecido con los tuits que no escribimos, especialmente con los prediseñados que pretendemos convertir en arma de destrucción masiva. Sí, aquellos que, dispositivo en ristre, la realidad nos deshace. Pero el silencio beatifica al contenido y al autor. Bienaventurados los que guardan su móvil antes de insultar por insultar.

Y eso debió pasarle a más de uno el pasado día 25 de agosto, cuando la ministra Ribera tuvo a bien visitar estas tierras. Los ejércitos del pajarito (Twitter), las hordas de la verdad compuestas por los autoerigidos únicos amantes de nuestro Mar Menor, estaban preparadas, con el pulgar bien afilado pero... se hizo el silencio. Nunca un cuarto de hora fue tan largo, ni la última caída de WhatsApp generó tanto desasosiego. López Miras y Ribera se tienden mutuamente la mano y se comprometen a hacer lo que requiere una crisis medioambiental de estas magnitudes: afrontarla conjuntamente. El evento genera por momentos un tremendo estrés. Las tropas detectan sosiego, cortesía institucional y, lo mejor, compromiso conjunto, y eso en las redes no pinta nada. Dos políticos de distinto signo intentando superar diferencias ideológicas y solucionar conjuntamente un terrible problema. «¿Pero esto qué es?», afirmaban algunos.

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Mientras, el propio Mar Menor pudo respirar. Nos lo podemos imaginar como el enfermo que pensó que aún tenía una oportunidad y que esta atravesaba por la unión de voluntades, la presencia del talento científico, el compromiso político... En definitiva, contempló su futuro con esperanza. Durante unos minutos se imaginó como un día fue y como debe volver a ser: sano.

Nadie discute que nuestra preciosa laguna requiere trabajo conjunto y urgentísimo y hasta recuperar la paz, especialmente la que proporciona el silencio del trabajo y los buenos resultados. Sí, eso que no se cuenta en redes. Pero los españoles, que siempre hemos llevado un entrenador de fútbol dentro, ahora debutamos con ¡el biólogo que habita en mí' y, por supuesto, lo hacemos en redes. Todo el mundo tiene derecho a opinar, faltaría más, pero estos días se ha echado de menos un poco de silencio o una elegancia como la que hicieron gala en un momento concreto Ribera y López Miras. Una elegancia como la de los miles de ciudadanos que abrazaron nuestro queridísimo mar y que solo piden soluciones cuanto antes.

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Por mucho que nos gritemos, nos insultemos, miremos hacia atrás o busquemos culpables, esto solo se arregla adoptando medidas ya y haciéndolo de manera consensuada.

Tristemente a fecha de hoy, aquella tarde de buenas intenciones y de esperanza es un mero espejismo. Los ejércitos vuelven a la carga, bien sustentados por la negativa del Gobierno central a actuar con inmediatez.

El Mar Menor no resiste ni una bronca más porque no queda tiempo y las broncas necesitan el suyo. En nuestra tierra, en la que septiembre sugiere DANAs y a veces cumple su promesa, a fecha de hoy y dada la actitud del Gobierno de Pedro Sánchez, recemos.

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