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Trapicheo político

¡Qué pena que los ideales de la izquierda solo sirvan para enarbolar la bandera del 'procés' identitario!

Sábado, 1 de febrero 2020, 01:08

Dijo Don Quijote a Sancho: «Si es que te parece bien, querría, ¡oh Sancho!, que nos convirtiéramos en pastores, siquiera el tiempo que tengo de estar recogido». Tan fiel le soy yo a Don Quijote, que durante unos meses he estado a punto de convertirme en pastor voluntariamente como hizo él. Escribir sobre política en estos tiempos es un ejercicio tan insufrible como andar por un lodazal. Por esa causa he estado ausente de esta importante tribuna. Le estaba tomando el gusto al pastoreo, ese oficio tan noble, que hasta el Dios todopoderoso es considerado el Pastor de su pueblo, según David en sus hermosos Salmos, y el mismo Jesucristo se autoproclamó el Buen Pastor, según el Evangelio de San Juan. Pero un servidor, con lo que está cayendo, abandona la zamarra, el aprisco, y sobre todo el tapabocas, y vuelve a tirarse al monte en que se ha convertido este campo de batalla que es hoy España.

La esencia de la política que practicó Pedro Sánchez para acceder al poder consistió en pactar y conceder todo lo que le pedían los independentistas catalanes, los nacionalistas vascos y el de Teruel, sabiendo a ciencia cierta que mucho de lo acordado es de imposible cumplimento. Y desde que gobierna el socialismo, los errores diarios, el ocultismo en la negociación con los independentistas y su propósito de cambiar el Código Penal, solo por favorecer a los sediciosos, están fracturando a la sociedad y las instituciones. Este PSOE liderado por Pedro Sánchez, desde sus primeros días de gobierno, está ocasionando tal destrozo en su afán de gobernar con el apoyo de los independentistas que a España no le va a quedar ni el nombre dentro de poco.

Cuando Alfonso Guerra dijo aquello de «a España no la va a conocer ni la madre que la parió», vimos rápidamente que se refería a progresos, no a destrucción, ni a las políticas sombrías y el ocultismo propio de trileros, como el que están protagonizando Pedro Sánchez y sus mariachis. Con Guerra y los socialistas de entonces vinieron inmediatamente las autopistas que vertebraron a España, la Expo de Sevilla, una explosiva riqueza cultural y el prestigio internacional de todo lo español. Con Sánchez y el PSOE de hoy ha llegado la manipulación y la mentira, el trapicheo político, el fomento del descrédito de la justicia española y el desmontaje soterrado de la Constitución. Un auténtico maremoto provocado deliberadamente con daños irreversibles.

Solo algún ejemplo de lo que está sucediendo hoy en España. El Gobierno socialista alimenta la cortina de humo del 'pin parental' donde se enfrentan valores morales y derechos políticos, haciéndolos irreconciliables hasta que puedan alcanzar el lema marxista de 'victoria o muerte', en vez de negociar y hacer compatibles esas aspiraciones. No les interesa. Lo importante es entretener al personal con eso. Mientras tanto, consienten y jalean el adoctrinamiento separatista de los niños en las escuelas públicas catalanas, la desaparición del idioma español, los espías en los recreos, el odio y persecución de los niños que se sienten catalanes y españoles al mismo tiempo. Una auténtica vergüenza.

Otro ejemplo. En EE UU se está librando la gran batalla del 'impeachment' de Trump por mentir. En la España de hoy, casi toda la política se basa en la mentira e incluso se rectifica mintiendo con impudor, negando la evidencia, como hace Ábalos. Con un Congreso desactivado en sus sesiones de control al Gobierno, va Pedro Sánchez a postrarse ante Torra guiado por el inefable Iceta que es el líder de esta operación.

Llamando diálogo a lo que es sumisión, Pedro Sánchez e Iceta van a sentarse a negociar con Torra, que ya es un convicto con sentencia firme condenatoria y unánime de inhabilitación, dictada por el Tribunal Supremo. Y aun así, sigue elevando el tono, la amenaza y la insumisión. Cuando esto escribo, Sánchez mantiene su visita a la Generalidad, convertida hoy en guarida del delincuente separatista. ¿A qué va, cuando Torra dice que de lo único que hay que hablar es de la independencia de Cataluña? Va a pedirle sus votos, ¿a cambio de qué otra cosa más?

En su actuación maquiavélica, el PSOE y Podemos han acuñado una consigna que repiten como loros parlanchines. «Judicialización de la política», dicen, pero lo que están haciendo ellos es que están politizando la justicia. Quieren convertir a los sediciosos en los intocables de Eliot Ness domesticando a jueces y fiscales para que no intervengan cuando desde la política se violen las leyes. Les estorba, para convertir a los independentistas en socios activos o pasivos de su gobierno.

Están prostituyendo el Estado de derecho con pactos secretos aún no desvelados, erosionando la arquitectura constitucional, tolerando que desde el poder de la Generalidad se agigante cada día más el odio hacia España. Todos los que dieron su apoyo al golpe de Estado, huidos en el extranjero o dentro de la cárcel, son los que están marcando el ritmo y el tiempo político. ¡Qué pena que los ideales de la izquierda solo sirvan para enarbolar la bandera del 'procés' identitario, y no los de la solidaridad, derechos y libertades de todos los españoles.

Con dieciséis años ya tenía yo un programa propio en la radio. Recitaba a Berceo, Garcilaso, Juan del Encina y a los místicos del Siglo de Oro mientras que Don Manuel Muñoz Cortés tocaba la flauta dulce acompañándome en riguroso directo. Quiso enseñarme pero no aprendí. Como la política española siga así estoy pensándome volver al pastoreo, aunque solo sea tocando el humilde caramillo.

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