Transferencia de conocimiento y mentorización
Los nuevos tiempos aconsejan una reforma profunda de la administración pública, que requiere una planificación inteligente de los recursos humanos
Si para los que hemos trabajado en asuntos universitarios resulta que, en el ámbito académico, hablar de transferencia de conocimiento –bien sea desde el profesor ... al alumnado o desde los laboratorios de investigación al sector productivo– resulta absolutamente cotidiano, en tanto que es una de las funciones primordiales de la Universidad, no resulta tan frecuente hablar de transferencia de conocimientos cuando el ámbito de trabajo lo constituye una organización, tan compleja, como es la administración pública, aun cuando, también aquí, resulta especialmente importante tenerla en cuenta a la hora de abordar un relevo generacional, que se atisba complicado, y que exige que el conocimiento fluya o se transfiera desde los que hoy tienen responsabilidades en la gestión de los asuntos públicos a los que van a tenerlas en un futuro próximo.
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Actualmente, más de 57.000 personas integran la plantilla de la administración pública regional, de los que algo más de 9.000 son personal de administración y servicios, con una media de edad de 54 años. Esto implica que, en los próximos años, el índice de jubilaciones será muy elevado –sobre todo en los niveles más altos–, por lo que, para evitar problemas de eficiencia pública, debe procederse a un relevo generacional planificado y ordenado, en el que se incluya un proceso de aprovechamiento del talento y del conocimiento. De ahí la importancia de transferir la experiencia vivida de los que se marchan a los que quedan, fundamentalmente cuando se trate de áreas críticas.
La administración pública es una comunidad de aprendizaje. El funcionario público ingresa en ella con conocimientos aprendidos durante el proceso de estudio de las pruebas de acceso. Pero, una vez incorporado, va adquiriendo aprendizaje práctico, información y habilidades, conformando, a su vez, una red de contactos internos, formales e informales, que le servirán para afrontar los retos y desafíos que su puesto de trabajo demanda. La colaboración entre servicios y departamentos, la puesta en común de los problemas, el desarrollo de ideas y soluciones imaginativas e innovadoras, optimiza recursos y tiempo, fomenta el compañerismo y la confianza, y maximiza el potencial de la administración. Todos hemos aprendido de todos, en un proceso colaborativo continuo.
Los nuevos tiempos y las nuevas realidades aconsejan una reforma profunda de la administración pública, que requiere, entre otras, una planificación inteligente de los recursos humanos, que incida en el relevo generacional, en la gestión y la transferencia del conocimiento, y en el mantenimiento y la captación de talento. Para ello, dispone de herramientas e iniciativas como el aprendizaje intergeneracional o la mentorización, focalizada en la transmisión, a los más jóvenes, de destrezas, habilidades, buenas prácticas y, sobre todo, de formas de hacer y de actuar ante situaciones complicadas, siempre en defensa de los intereses generales y conforme a la normas jurídicas establecidas.
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La mentorización es un proceso de guía, aprendizaje, acompañamiento y asesoramiento, en un clima de confianza, que posibilita reforzar las habilidades y capacidades de quienes reciben la transferencia del conocimiento, al tiempo que sirve para identificar problemas y situaciones críticas, y ayudar a su solución. Pero, además, permite compartir aciertos y errores, sacar conclusiones para una gestión más eficaz, crear y consolidar la red de contactos y vínculos –tan necesarios para la gestión de los asuntos públicos–, y consolidar la cultura y los valores de la administración pública.
Este año, a través de la Escuela de Formación e Innovación de la Administración Pública Regional, he tenido la satisfacción de haber iniciado una experiencia piloto de mentorización, con resultados ciertamente positivos, en la Dirección General de Universidades. A lo largo de una veintena de jornadas, he podido transmitir a quien ha ocupado el mismo puesto que he dejado y a otras, el conocimiento adquirido a lo largo de más de cuatro décadas de servicio público. En estos días, hemos debatido desde las claves para la gestión de la unidad, a sus puntos críticos, fortalezas y oportunidades de mejora, o desde las funciones y tareas del personal propio a los asuntos estratégicos, la gestión documental o la red colaborativa. También ha habido tiempo para recomendaciones y consejos, desde la experiencia y errores cometidos.
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Personalmente, me ha permitido conocer más y mejor a un grupo de excelentes profesionales, técnicamente muy cualificadas, comprometidas con el servicio público y con capacidad de liderazgo. He podido contrastar formas diferentes para afrontar problemas y amenazas, desde la colaboración, el talento, la determinación y el compromiso con la ciudadanía.
Transferir el conocimiento aprendido incide en la formación del talento funcionarial, en la consolidación de la cultura de servicio público, en un incremento del espíritu de pertenencia a la organización, y en un mayor aprecio por el trabajo colaborativo y la cooperación intergeneracional, lo que, sin duda alguna, influye en una gestión más eficiente de los asuntos públicos.
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