Un monasterio en el que escribir cuentos y cantar maitines antes de que salga el sol. Javier siempre pensó en terminar así sus días, aunque ... la otra tarde sentados frente a un café me confesó que ahora viudo sopesa cambiar planes, celda y refectorio por una suite con balcón en el crucero alrededor del mundo que zarpará en unos meses desde Estambul para visitar en los próximos tres años 135 países y navegar unos 200.000 kilómetros, más o menos. Le he dicho que si encarga un Pikolín me voy con él y no aparezco por estos lares hasta 2026, aunque mucha gracia no le ha hecho la propuesta y lo entiendo porque hay que ver lo maravilloso que es viajar solo, también con más de ochenta.
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«Vivir, trabajar y explorar el mundo desde un hogar en el mar». Eso es lo que ofrece el MV Gemini y qué más quisiera esta menda lerenda, aunque confío en aliviar mis ganas de navegar y la tristeza de quedarme en tierra con las postales que mi amigo ha prometido enviarme desde alguno de los 375 puertos en los que hará escala si finalmente se sube al barco en noviembre. Eleanor y Claudia Phelps sí lo hicieron el 21 de noviembre de 1922 en el 'Laconia' para darle la vuelta al mundo en el que sería el primer crucero de pasajeros. Seis meses hasta que llegaron a Nueva York en los que las hermanas hicieron fotos y anotaron observaciones y recuerdos que fueron volcando en sus diarios encuadernados en cuero. Los guarda la Universidad de Carolina del Sur y digitalizados los encuentran en internet, búsquenlos, merecen la pena. Si Javier me dejara acompañarlo en su periplo, yo también dejaría por escrito todo lo que fuera viendo, pero ya les dije que he tratado de convencerlo sin éxito.
El barco en el que viajaron las jóvenes y ricas herederas procedentes de una familia de Carolina del Sur que había hecho fortuna con porcelana fina, ferrocarriles y molinos harineros se había construido para poder albergar a unos 2.200 pasajeros, pero solo embarcaron 450, imaginen la comodidad y opulencia entre tanto dinero de sangre azul y vieja aristocracia estadounidense en este barco que también fue el primero en atravesar el canal de Panamá, que entonces solo tenía una década de existencia en una mañana en la que Eleanor en su diario así lo cuenta: «El cielo estaba cubierto de nubes suaves, teñidas de grises claros y violetas, y en el mar, la caída de la lluvia en parches parecía velos diáfanos de plata».
Javier, ¡paga ya la reserva! Conmigo o sin mí, pero vete y a tu regreso nos cuentas sobre el monte Fuji y su cono perfecto tapizado de nieve.
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