Pam, esa secretaria de Estado

De charco en charco y de berenjenal en berenjenal se mueve la escudera de la ministra Montero con esa insolencia e inexperiencia que tiene a medio país, también a mí, cabreado: que si los hombres no necesitan el Registro Civil para ser violadores porque desgraciadamente en este país lo son y bastante, que si considera escandaloso que el 75% de las jóvenes en España prefiera la penetración a la autoestimulación, que si los suyos tienen diarrea legislativa que se traduce en un empeño por hacer muchas cosas, no vaya a ser que mañana todo se acabe. Y así en un cansino no parar y a diario.

Pam, una secretaria de Estado del Gobierno de España que comparte una foto con varios Satisfyer en una supermercado con la frase: «Esta máquina mata fascistas». Pam, una secretaria de Estado del Gobierno de España que graba descojonada un vídeo en TikTok mientras un grupo de adolescentes corea «Qué pena me da que la madre de Abascal no pudiera abortar». Pam, una secretaria de Estado del Gobierno de España que denuncia haber sufrido discriminación por feminista, gorda y bisexual pero que llama «puta coja» a su discapacitada y política contrincante.

Ángeles Álvarez fue portavoz de Igualdad con el PSOE y les comparto una de sus reflexiones de este fin de semana: «El equipo de Montero ha sido absolutamente pernicioso para las mujeres, no ha inventado nada, solo ha aportado provocación y su legado será haber devuelto una antipatía y una fractura que el movimiento había conseguido superar y una fractura en el feminismo que no se había producido en más de cuadro décadas». Más razón que un santo, pero creo que el verdadero problema radica en que Pam, Irene, Ione y compañía confunden lo que es oposición con gobierno y responsabilidad de Estado. Ya lo decía mi abuela: «Quien con niños se acuesta, mojado se levanta». Y lo peor es que a Pedro Sánchez todo esto le importa un rábano.