La rampa

Ola de 'hackeos'

La ciberdelincuencia, otro motivo de inseguridad para las personas mayores

Viernes, 14 de junio 2024, 00:20

En la teoría, las personas mayores son (somos) importantes por la sabiduría y experiencia, 'lecciones de vida' le llaman, de las que pueden aprender los ... menos mayores. Queda bonito, pero...

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Al compás de los avances científicos, con el aumento de la esperanza de vida ha ido disminuyendo la importancia de los mayores en la sociedad, sencillamente porque abundan (abundamos) y el trepidante ritmo de vida de las nuevas generaciones no se detiene en experiencias ni sabidurías ajenas.

Además, se han invertido los papeles: son los mayores los que tienen que pedir ayuda para no quedar totalmente excluidos por efecto de las nuevas tecnologías, cuyo vertiginoso avance nos resulta imposible seguir. Para que el joven lector de estas líneas se haga una idea, basta con que considere la capacidad de adaptación que han (hemos) tenido que emplear quienes, como herramientas para escribir, únicamente tenían un lápiz de grafito y/o una pluma para mojar en tinteros de fuchina, cuyo rastro no desaparecía de los dedos hasta que no los restregabas bien con jabón 'El lagarto'.

Ahora nos anuncian una ola de ciberataques porque los hackers han robado los datos personales que varias grandes empresas tienen almacenados en sus sistemas. Doy fe. Un servidor ya ha sufrido dos intentos de engaño. Se trata de un temor que añadir al listado de precauciones. Rafael López, experto en ciberseguridad de la firma Perception Point, avisa en 'El País' de que, aunque los hackers no tengan los datos bancarios, sí tienen el DNI, y saben el Banco con el que operas, o que eres cliente de Telefónica, o que tienes un determinado historial en la Dirección General de Tráfico y, con eso, «ya tienen suficientes datos para elaborar un intento de estafa súper dirigido en el que se hagan pasar por estas empresas para engañarte».

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Quienes transitamos por las alamedas de la vejez, además de la longevidad sin dependencia, agradecemos y valoramos las muestras de afecto que recibimos. Son el contrapeso a los miedos que sobrevienen a medida que avanza la edad: temor a la soledad, a las caídas, a las agresiones, a la exclusión social y, ahora, a la confianza en el ser humano.

Los tiempos cambian ¡ay! que es una barbaridad.

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