Hasta aquí

El final y el principio de las vacaciones aumentan las sensaciones depresivas que provoca la actualidad política

Estamos en unas fechas señaladas de las vacaciones veraniegas. Aunque la moda de coger un mes entero ha perdido adeptos, el principio de agosto marca ... una especie de 'antes y después del chocolate'. Quienes terminen sus vacaciones están abocados al llamado 'síndrome posvacacional' que no es sino un estado emocional depresivo y una cierta ansiedad, provocados ambos por la vuelta a la realidad de las rutinas laborales, un contraste al que la mente no se termina de adaptar en las primeras semanas.

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Por otra parte, la nueva realidad que supone el inicio de las vacaciones no siempre es placentera. Depende del sitio al que te dirijas. Si no lo conoces, admirarás sus bellezas y/o deplorarás sus fealdades, pero no afectará a tus emociones, cosa que sí te podrá ocurrir si el lugar ya era conocido y lo encuentras deteriorado, entonces puedes padecer 'solastalgia', palabra relativamente nueva, un neologismo del medio ambiente con el que se describe una especie de angustia o estrés del que la bióloga Teresa Franquesa pone este ejemplo: «La solastalgia es volver al pueblo en vacaciones y ver que has perdido el entorno al que pertenecías».

No hay estudios que confirmen su existencia ni la solastalgia se considera un trastorno médico, pero uno de sus síntomas, además de los citados estrés y ansiedad, es sentir una cierta fatiga en la capacidad de atención, que es justo lo que le ocurre al arriba firmante con la actualidad política española (que incluye a Cataluña, claro) y sobre la que cabría decir «hasta aquí hemos llegad». «Hasta aquí», ha dicho el presidente castellanomanchego –único mandatario socialista que ganó las últimas elecciones por mayoría absoluta– al referirse al preacuerdo al que han llegado PSOE y ERC sobre la 'financiación singular' para Cataluña, a cambio de investir como presidente de la Generalitat al exministro Illa, que ganó las elecciones al independentismo.

Después de la amnistía, esto empieza a ser de vergüenza ajena.

Afirma el presidente Sánchez que es bueno para todos –amárrame los pavos, que diría Rosa Belmonte– y que son los primeros pasos hacia el federalismo. No sé. Ni ya quiero saber. Hasta aquí. Llevo unos pocos años sumido en 'solastalgia' política. Me siento viajero involuntario de un tren que no sé adónde nos lleva y del que quisiera bajar en la próxima parada.

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¿Y si no hay paradas...? ¡Uf!

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