La rampa

'Eurovotante'

Ya lo vamos notando, pero aún no hemos asumido del todo que lo que se cuece en Bruselas nos afecta

Transcurría el año de las primeras elecciones europeas (1989) en las que los españoles ya podíamos votar. La participación no fue baja, pero tampoco alta –« ... una cosa que esté bien, de tipo medio», que se decía para no decir–, pero es verdad que nos parecía que Bruselas y Estrasburgo quedaban muy retirados.

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Aún siguen lejos.

No tanto como entonces, pero sí, aún no están cerca. Lógico luego de que durante más de 40 años nos reprocharan que nuestro régimen político no estaba homologado al europeo. Tuvieron que venir los turistas y las cartas de los emigrantes para que empezásemos a caer en la cuenta de que había otras formas de ciudadanía, con derechos, libertades y seguridad jurídica. Aunque, poco a poco, constatamos que España también es Europa y no solo geográficamente.

Ahora ya estamos acostumbrados, nuestros jóvenes han viajado por todo el mundo y, aunque se formen aquí, encuentran empleo en otros países europeos; nuestras calles se arreglan y reforman con dinero de los fondos europeos y hasta nuestras propias viviendas pueden recibir ayudas de dichos fondos, los llamados 'Next Generation', si nos decidimos a acometer obras que las adecuen a las nuevas exigencias de la emergencia climática y el ahorro de energía.

O sea, que Bruselas ya no está tan alejada.

Lo vamos percibiendo, pero aún no hemos asumido del todo que lo que se cuece en los organismos legislativos y decisorios de la Unión Europea nos afecta muy directamente. Sin embargo, lejos incidir en ello, nuestros políticos candidatos apenas nos hablan de los retos que tiene Europa, incluido el que lanzan las fuerzas políticas que pretenden disgregar, desunir la unión que tanto ha costado y que todavía tiene bastantes grietas por cerrar, cual es el auge de la ultraderecha cuya agenda política recoge la destrucción de parte de lo logrado. Verbigracia, pensar qué habría sido de nosotros si hubiéramos tenido que combatir la pandemia reciente con nuestros únicos medios y recursos. No hay que ser un experto en economía para saberlo. De ahí que, hoy que aún se puede pedir el voto, modestamente invito a votar y no hacerlo a los que quieren la desunión de la Unión.

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