La rampa

Agentes del mal

La catástrofe que sufre Valencia ha desatado un cenagal de desinformación

Viernes, 15 de noviembre 2024, 01:15

Ante hechos violentos –peleas, patadas, uso de pistolas o de cuchillos– a menudo me he preguntado a qué se debe su maldad, qué anida en ... el cerebro de esas personas para conducirse con esa malignidad de la que también forman parte los bulos desinformativos porque, cuando menos, infligen sufrimiento. Desde luego que por mí mismo no he llegado ni llegaré a obtener una respuesta válida, pero camino de ello lleva el equipo investigador de la neurocientífica Clara Pretus, de la Universidad Autónoma de Barcelona, porque ella se ha asomado al interior de la mente de este tipo de personas.

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En su trabajo más conocido, escanearon el cerebro de jóvenes que querían participar en actos violentos yihadistas y, en un trabajo más reciente, estudiaron bajo resonancia magnética la materia gris de votantes de Vox, para entender por qué difundían mentiras en temas importantes para ellos, como la inmigración: lo que descubrieron es que al planteárselo se activaban áreas de su cerebro social. «No son las típicas zonas de toma de decisiones, sino las que sirven para inferir qué piensan los demás», explica Pretus. Es decir, difundían bulos teniendo en mente la aprobación del grupo.

La avalancha de falsedades envenenadas desatada tras la tragedia de la DANA en Valencia ha herido la conversación pública. En comidas de amigos, en tertulias espontáneas y, por supuesto, en grupos de WhatsApp ya se derraman con naturalidad lecturas conspiranoicas, mentiras rotundas y teorías extremistas. Aseguran expertos sociólogos que «nunca vieron desplegarse un episodio de desinformación, propaganda y manipulación política tan extenso y elaborado».

Un cenagal de desinformación que se ha desbordado sobre los españoles.

Dónde hallar un método de defensa es la tarea en la que debieran afanarse las autoridades porque las herramientas para verificar datos, la llamada 'fact-checking', tiene un éxito insuficiente dada la omnipresencia y rapidez de las redes sociales. Pero hay algo que sí puede hacer la política: legislar sanciones. No puede ser que se suelten bulos y se manipulen historias y sus autores sigan tan campantes.

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Las vergonzosas trifulcas dialécticas entre responsables políticos que huyen de la asunción de responsabilidad, sin duda que provoca desconexión ciudadana y propicia el 'todo vale', el caos. Y en medio del caos es muy difícil la toma de decisiones y muy fácil que el pensamiento se vaya a esas zonas del cerebro que inducen a la violencia.

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