Las tendencias electorales

1. Para el PSOE corren malos tiempos. Obtuvieron resultados desastrosos en las autonómicas de Madrid; malos en Castilla-León; y una verdadera catástrofe en Andalucía. Las encuestas actuales coinciden en que la tendencia es que perderán las elecciones locales y autonómicas en mayo de 2023, y también las generales, en diciembre.

Pero Pedro Sánchez no parece dispuesto a tirar la toalla. Para intentar revertir la tendencia, ha diseñado una estrategia política intensa y agresiva. Los socialistas se han lanzado en masa a explicar a la opinión pública los aciertos de su Gobierno en la lucha contra la pandemia, en la guerra de Ucrania, y en relación a las consecuencias económicas y sociales de estos tremendos acontecimientos. Y, al mismo tiempo, se han empeñado en el acoso y derribo del PP, mediante la descalificación de sus propuestas políticas y de su líder actual.

En mi opinión, sin embargo, con esta doble estrategia los socialistas no van a lograr darle la vuelta a las encuestas. Porque las causas del declive electoral del PSOE son más profundas. Radican en esa coalición de gobierno con Podemos, que desprestigia al PSOE a chorros diariamente, y en los reiterados pactos parlamentarios con los separatistas. Pedro Sánchez no está afrontando la raíz de su declive electoral. Y este error político puede llevar al PSOE a la ruina.

2. Por el contrario, el PP vive momentos de euforia. La tendencia que reflejan las encuestas es que va a ganar en las locales, en las autonómicas y en las generales. Y que, para gobernar, es posible que no necesite el apoyo de ningún otro partido. El PP ha absorbido los votos de Ciudadanos, y espera hacer lo mismo con los de Vox. Ni los escándalos de corrupción, ni el bloqueo a la renovación del CGPJ, ni otros errores y disparates por el estilo, están menoscabando ni un ápice sus expectativas electorales. Lo que le interesa, pues, al PP es que se consolide la tendencia que ahora marcan las encuestas. Y, para ello, debería insistir en tres líneas de actuación: primera, repetir que Pedro Sánchez no sabe gobernar, que todo lo hace mal, y que nos lleva al desastre. Esto puede parecer una simpleza, pero ha sido asumido por muchos millones de españoles, que creen este mensaje a pie juntillas. Segundo, afirmar que, por el contrario, el PP sabe gobernar, que lo ha demostrado, y que su líder actual lleva a sus espaldas muchos años de experiencia de gobierno en Galicia. Este mensaje también ha calado en amplias capas de la sociedad. Y, tercero, evitar estridencias, incongruencias y contradicciones. Para no romper el hechizo del electorado, el partido ha de comportarse con mucho tiento. Y no es fácil evitar las salidas de tono de Díaz Ayuso, o hacer de la necesidad virtud.

3. La situación actual de Vox es de perplejidad. No se cumplieron las expectativas en Andalucía. El asunto de Macarena Olona no le beneficia. Las encuestas anuncian su declive electoral. En mi opinión, los resultados obtenidos en Andalucía no son la causa sino el efecto de ese declive, que había empezado mucho antes. Vox adquirió fortaleza electoral mientras se presentó como un partido que venía a regenerar la vida política, y, para ello, quería sustituir al PP en el espacio electoral de la derecha. De este modo, consiguió un importante apoyo electoral. Para conservarlo y ampliarlo, tendría que haber evitado pactos con el PP y, al mismo tiempo, haber ido moderando su mensaje. Vox no ha hecho ni una cosa ni otra. No ha moderado su mensaje. Y no ha rehuido los pactos con el PP, sino que se ha dejado arrastrar por la tentación de estar en los gobiernos. Cuando la gente ha visto que, en lugar de sustituir al PP, lo ha apuntalado en gobiernos autonómicos y locales, para muchos de sus votantes Vox ha perdido su atractivo inicial. Para votar a un partido accesorio, prefieren al principal.

4. En fin, Podemos cree que va a resistir y que la tendencia electoral es que repetirá resultados. Pero quien va a resistir de verdad es Izquierda Unida, que cuenta con una organización territorial de la que carece Podemos, y que, por supuesto, tampoco tiene ese proyecto impreciso de Yolanda Díaz. Cuanto más compitan entre sí Podemos y Sumar, más beneficios electorales obtendrá Izquierda Unida. Y, cuando dentro de unos años nadie se acuerde de Podemos ni de Sumar, IU seguirá en las instituciones.