¿Qué sucede aquí? ¿Somos especiales?

Lo único que puedo dejar a mis herederos es una educación, no en vano al final serán seguramente obreros del conocimiento

Miércoles, 24 de febrero 2021, 03:24

Todos somos conscientes de los costes del confinamiento en el futuro de los niños, especialmente los economistas, que han elaborado elegantes ecuaciones para cuantificar qué ... representará para su futuro aquella decisión necesaria. Habría que preguntarles si podrían trasladar estas hipótesis a la decisión de la Consejería de Educación de Murcia de hacer que nuestros niños de Infantil y Primaria vayan cuatro días al colegio en vez de cinco, haciendo asumir el coste de su nefasta gestión a las familias con todo lo que ello implica para ellas. Una política muy de corto plazo en el que la Consejería ahorra dinero a costa de la formación y el futuro de nuestros hijos y que a mí me enfada.

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Historiadores, sociólogos y economistas han demostrado que las inversiones en educación se ven a tan largo plazo que los procesos de alfabetización y educación de finales del XIX y principios del XX pueden ser rastreados en los resultados PISA. Esto no vende en la política actual, por lo que es imposible hacer comprender que, para obtener resultados a largo plazo, necesitamos una fuerte inversión a corto para construir las autopistas del conocimiento necesarias para mejorar la formación global. Es de todos conocida la frase «el precio de la educación solo se paga una vez y la ignorancia toda la vida» y así será; con menos oportunidades para nuestros hijos y peores ocasiones para nuestros nietos.

Nada se ha dicho de todo esto con la tensión de una pandemia global que acelera el paso con nuevas variedades, mientras las vacunas se atascan en su fabricación y distribución, por las tensiones geopolíticas globales derivadas de la ruptura de la Unión Europea, por las cicatrices de una deslocalización que nos debe hacer reflexionar sobre la dependencia exterior en un mundo multipolar donde capitalismo neoliberal no es sinónimo de democracia. No sé cómo será el mundo resultante de esta pandemia, ni los sociólogos y pensadores logran ponerse de acuerdo, si más global o menos. Sea como sea, lo que sí va a ser es más técnico y con mayor necesidad de obreros del conocimiento.

Mientras, hablo con gente que vive cruzando la frontera y me voy dando cuenta al paso de la conversación de que sus pequeños de Infantil y Primaria van cinco días al colegio. En una Valencia con tres provincias y una financiación todavía igual de desastrosa que la nuestra, y claro el pensamiento levanta el vuelo y piensa en Almería, en Albacete y recuerda que en todos ellos sus hijos van cinco días. ¿Qué sucede en Murcia? ¿Somos especiales?

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No sé cuántos de ustedes tienen empresas o propiedades importantes que dejar. Yo les aviso que ninguna, a lo sumo veremos si no dejo deudas a mis herederos. Por eso con frecuencia les digo que lo único que les puedo dejar es una educación, no en vano al final serán seguramente obreros del conocimiento: gente con estudios e idiomas que deberán enfrentarse a un mundo en movimiento, donde su capacidad de aprendizaje tendrá que estar a la última, y para ello requieren la base que ahora le dan con dedicación y esfuerzo sus maestros, ¡un hurra por ellos!

No voy a negar que mis hijos están bendecidos por la suerte de una casa llena de libros y unos padres con una educación superior, pero esa no es la realidad de todas las casas, que aspiran y saben al igual que yo que la única salida es una educación. Este es un derecho en el que hemos de asegurar que, independientemente de donde vengan, los niños puedan desarrollar todo su potencial. Eso no lo está haciendo la Consejería de Educación con esta medida.

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