Sesión de meditación

LA ISLA ·

Cada uno se apalanca donde puede. No sé qué va a pasar, pero un poco de relajación me vendría bien

Jueves, 16 de febrero 2023, 01:29

Domingo por la mañana. Acudo a una sesión de meditación. Me reconozco total y absolutamente virgen en estos corros, lo que supone dos cosas: una, ... que no sé lo que me voy a encontrar; dos, que voy con la cartera bien amonedada de prejuicios. Llego al bajo. Hay mucha gente, pero no me sorprende la cantidad de gente que hay, sino la cantidad de gente joven que hay. Todo el mundo charla, sonríe, jaja aquí y allí, habla y se presenta en una algazara que llena el ámbito entre pies descalzos y un batiburrillo de zapatillas arrinconadas. La gente es cordial, abordadora, de trato afable y sonrisa ancha. Acaba el 'jajajeo' y empezamos.

Publicidad

Cada uno se apalanca donde puede. No sé qué va a pasar, pero un poco de relajación me vendría bien, sí, porque la semana ha sido algo estresante y no estaría mal desenroscar un tanto el cuerpo, que tiende a parecerse a una olla exprés de forma peligrosa. Vamos soltando, moviéndonos, primero con suavidad y frenetizando después los movimientos. Al final, después de mucho agitar, reír y gritar, acabas necesariamente por desacartonar y relajarte, alcanzando un estado que se supone debe ser la puerta ideal de entrada a ti mismo. Acabamos bailando, cada uno a su manera: unos más desenvueltos, con una soltura de comparsa, y otros, los más atiesados como yo, de forma titiritesca. Creo que es la primera vez que me agito así sin haber bebido un sorbo de nada y en plena mañana, con las calles rubias de sol.

Arranca la parte más introspectiva, tras coger esterilla y manta e instalarnos en nuestro ámbito como si nos fuéramos a quedar para siempre. Música de fondo. Esta parte me cuesta más. No se trata de dejar llevar el cuerpo, sino la cabeza, y ahí sí que no puedo. Me cuesta mucho poner la mente en blanco y dejarme llevar sin más. Por eso me sorprende escuchar sollozos e hipidos, gente que sí es capaz de tomarse un respiro de sí misma y vivir un momento alado, por decirlo de alguna manera.

Fin. Acaba el vuelo, vuelta a la vida y al mundo y a las calles rubias de sol. Sí, estoy más relajado y un pelín más alegre también, con el ánimo no triunfal, pero sí 'piropeado', más saltarín, aunque no he sabido meditar, probablemente por ser primerizo y estar en pañales en esto. Por eso repetiré, por ver si a la segunda me pilla más entrenado y empiezo a conocerme mejor. Al fin y al cabo, como dice Fernando Savater, no me interesa el mundo en sí, sino lo que a mí me pasa con el mundo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad