Si salimos de esta

'Docus' de criaturas

Ayer tocaba la sabana africana; hoy, la jungla de la política

Martes, 2 de diciembre 2025, 00:38

La naturaleza tiene sus interruptores. Algunos de ellos es mejor no tocarlos. Si te adentras en ella, lo que no debes perder de vista es ... que todo animal, por tranquilo que parezca, puede convertirse en una bestia si equivocas el movimiento y lo haces sentir en peligro, especialmente si tiene alguna herida.

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Enciendo la televisión. Están emitiendo otro documental de fieras. Ayer tocaba la sabana africana y, hoy, la jungla política. Ecosistemas llenos de criaturas magulladas. Las de hoy no muerden, solo hablan, y cuando lo hacen con la idea de asustar a otros, cuentan también su propio miedo.

Tras un matorral, el exministro de Transportes y ex secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, tensa los músculos. Hubo un tiempo en que se le veía contestar con una sonrisa displicente y tratar con paternalismo a la prensa. La calma duró lo que tardaron en acumularse las evidencias sobre su presunta implicación en las mordidas por la concesión de obra pública. Aparecen así los primeros avisos para el observador: la filtración de conversaciones de WhatsApp con Pedro Sánchez mostrándole añoranza por tenerlo cerca pese a haberlo cesado o llamando «pájara» a su ministra de Defensa. El contenido no es lo importante. Es el subtexto dirigido a Sánchez. Dice: «Tengo más». Pero no es hasta que se ve con los barrotes encima, cuando Ábalos comienza a lanzar zarpazos serios y con detonación retardada. «Investigar a Air Europa sería abrir el melón, ahí podemos llegar a Begoña. Podemos llegar bien llegados», deja dicho para que lo publiquen con él ya en prisión.

Este documental lo he visto antes. Luis Bárcenas, que había considerado las informaciones sobre la financiación irregular y la caja B del PP una «burda manipulación», cambió de idea en otra entrevista concedida poco antes de entrar en la cárcel, en la que confirmó que los famosos papeles de contabilidad paralela del partido eran ciertos. Un par de años más tarde, cuando vio peligrar también la libertad de su mujer, ya mordía cualquier mano: «¿Cómo no va a conocer la contabilidad B el señor Rajoy si recibía un sobre que le entregaba Álvaro Lapuerta?».

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Ver llorar ahora a Salomé Pradas en televisión deja un regusto parecido. Las revelaciones de la exconsejera valenciana investigada en la causa de la dana, llegan tarde para sonar honestas: que le dieron órdenes de no molestar a Mazón; que no lo vio preocupado mientras morían 229 personas; que ha pensado que sí, que «habría sido necesario que el 'president' hubiera estado allí –en el Cecopi–» durante la emergencia. Hay algo tierno en la violencia de los animales heridos: que incluso cuando matan, cuando tienen armas para hacerlo, no pueden disimular que solo quieren salvarse.

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