Rodearse de la gente propicia
Juan Carlos Ferrero me contó una vez que lo primero que hizo cuando cogió al joven Carlos Alcaraz fue domeñar su temperamento. Ya no ... tira raquetas. Donde antes había bilis, ahora hay firmeza. Tras lograr su primer triunfo ATP con solo 16 años, todos lo comparan con Nadal, que lo hizo con 15. Es un paralelismo pertinente, pero peligroso, porque Nadal tiene lo que no tiene nadie: una fuerza mental inagrietable. «He roto cero raquetas en mi vida. Hacerlo significaría no tener el control de mis emociones», ha dicho el balear. Es lo que diferencia a los mejores del resto: no ya su talento, sino su entereza. Y en esas está Alcaraz, que empieza a despuntar en la medida en que mantiene el hambre, pero ha atornillado su carácter. Para eso se ha rodeado de la gente propicia: su padre, que reparaba sus raquetas cuando las rompía para que tomara conciencia de su valor; y Ferrero, al que llegó hace dos años y, como ex número uno, algo sabe de esto.
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