Quizás deban dar explicaciones a sus familias pero, al contrario que un político, no deben dar razones a votantes, ni siquiera a consejos de administración. Estoy pensando en fortunas como las de Bill Gates, que recientemente entregaba un cheque multimillonario a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para compensar la retirada anunciada por Donald Trump de la contribución de Estados Unidos a esa entidad. Su fortuna tiene un valor de 54.400 millones de dólares.
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Gates renunció a la junta directiva de Microsoft con el objetivo de concentrarse en el desarrollo de sus labores filantrópicas como la salud global, el desarrollo, la educación, la lucha contra el cambio climático, contra el alzhéimer y más recientemente financiando la búsqueda de una vacuna contra la Covid-19. La fortuna de Jeff Bezos, dueño de Amazon, se incrementó en el curso de la crisis del coronavirus en 25.000 millones de dólares, es decir, más o menos como el PIB de Honduras. Estos dos ejemplos representan, junto a otros como los propietarios de Facebook o la china Alibaba, a un grupo de personas que se han hecho multimillonarios gracias a las nuevas tecnologías.
La cifra de negocios de Facebook equivale al PIB del Líbano, es decir, 56.000 millones de dólares. Su propietario Mark Zuckerberg posee una fortuna estimada en 44.000 millones de dólares. Que se dice pronto. Recientemente ha donado el 99% de sus acciones en Facebook por el nacimiento de su hija. El dinero se destinará a la Chan Zuckerberg Initiative, una plataforma que se centrará en «el aprendizaje personalizado, la cura de enfermedades, la conexión entre personas y la formación de comunidades fuertes».
El empresario chino Jack Ma, fundador del gigante del comercio electrónico Alibaba, vuelve a ser la persona más rica de China con una fortuna de 39.000 millones de dólares. Todos ellos se han hecho multimillonarios gracias a las nuevas tecnologías y hacen puntualmente donaciones a diferentes causas. Jack Ma venía de una familia pobre y se educó en las estrictas normas del comunismo chino. Estudió magisterio e inglés, cuando nadie en China lo hablaba, y así comenzó a ganar dinero, primero como guía turístico hasta crear un imperio de compras 'online'. Pero ahora quiere dedicar sus esfuerzos a una buena causa: luchar contra el cambio climático. «Quiero hacer de China un lugar de aguas más claras, cielos más azules y comida más segura», ha afirmado el multimillonario.
Jeff Bezos, el propietario de Amazon, es el hombre más rico del mundo. Según la revista 'Forbes', tiene una fortuna de 116.000 millones de dólares. Además del imperio de la distribución, en 2013 compró el 'Washington Post', periódico de gran influencia de tendencia republicana. Fue como comprar un caramelo. MacKenzie Bezos, exmujer del dueño de Amazon, donará la mitad de su fortuna a diferentes causas, entre ellas a la organización fundada por ella y por su exmarido: Bystander Revolution, dedicada a la lucha contra el acoso escolar.
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Bezos decidió un buen día hacer obras de caridad y preguntó a través de Twitter en qué se lo podría gastar. Las respuestas fueron múltiples y el multimillonario decidió hacer aportaciones a la lucha contra el cáncer, a la pobreza infantil y a las personas sin hogar. No voy a entrar si esto está bien o mal. El lector tendrá su propia opinión.
Pero habría que preguntarse si todos ellos pagan impuestos en los países en donde trabajan, pues esa sería una forma muy equitativa para pagar servicios sociales, pensiones, sanidad... la lista sería interminable. Especialmente en tiempos de crisis y aumento de la pobreza como tras la pandemia de la Covid-19.
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La realidad es que pagan mucho menos de lo que deberían. En todo caso, aunque ha aumentado el peso de lo que aportan en impuestos este tipo de compañías, tienen fórmulas societarias que les permiten tributar menos y no hacerlo por el negocio que realizan realmente en cada territorio. Google, Apple, Facebook y Amazon pagan 23,9 millones al año. Hacienda revelaba que las multinacionales españolas solo pagan por el impuesto de sociedades el 12,6% de su beneficio. «En la práctica, las grandes empresas españolas abonan menos impuestos que las pymes. En realidad, el tipo efectivo medio se sitúa entre el 16 y 17%, mientras que el de las pymes se mueve en el entorno del 20%. Incluso, algunas multinacionales han conseguido un tipo efectivo por debajo del 10%», según un estudio publicado recientemente. La Comisión Europea resalta que las compañías digitales asumen un 9,5% de impuestos frente al 23,2% de las convencionales, quizás haya que revisarlo algún día.
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