No al quietismo social

CIENTÍFICAS A PIE DE CALLE ·

Negar a las mujeres el derecho a la educación y al desarrollo personal es una tragedia y un crimen social

Sábado, 4 de septiembre 2021, 02:21

Solo el desarrollo del conocimiento conduce al progreso de cualquier sociedad. Por ello, el acceso a la formación debe ser (es) un derecho humano y ... una propiedad pública a la que se debe tener acceso equitativo y universal. En el desarrollo humano es preciso impeler al cerebro, ya que organiza al resto del organismo, es la base orgánica del intelecto y de la mente y germina cuando se le estimula interaccionando con el ambiente.

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Prohibir a las mujeres el derecho a la educación en virtud de su sexo biológico no es un proceso de poda para que ellas o la sociedad sean mejores: es la siega brutal del potencial femenino. Es un ataque injusto, por la raíz, a los derechos de las mujeres y debería ser considerado un crimen social.

En 1995, en la IV Conferencia Mundial de las Mujeres de Pekín, la paz era lo primero que ansiaban las mujeres del mundo. En segundo lugar, el derecho a la educación universal. Estas aspiraciones que, a las mujeres occidentales, nos parecían conquistadas no lo eran en muchos países. Las mujeres de países menos industrializados, muchos dirigidos con ideología machista, suplicaban paz y educación por delante de la salud, porque, donde las mujeres tienen acceso equitativo a la educación, la calidad de vida de sus familias aumenta exponencialmente: ellas procuran la formación y la salud de la prole (niñas y niños) y el cuidado de las personas mayores de su unidad familiar. Además, sociológicamente como colectivo, el carácter solidario de las mujeres es superior al de los varones: las mujeres educadas se unen en grupos de fuerza y ayuda comunitaria para que todas las familias puedan prosperar. Y lo hacen con tasas de competitividad inferiores a las de relaciones entre varones.

Pero ,¿porque es tan importante la educación?

El ser humano nace desvalido e inmaduro. Nacemos cabezones, pero 'antes de tiempo' por cuestiones anatómicas y antropológicas: si se esperase a desarrollar el cerebro, el cráneo del bebé sería demasiado grande para atravesar el canal del parto. Durante los tres primeros años el cerebro tiene una capacidad de crecimiento intensiva, pero precisa de estímulos para desarrollar las potencialidades. Además de estimulación emocional (sentirse protegido, querido y valorado), requerimos estímulos de los seis sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto y equilibrio) y formación.

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En la primera y segunda infancia, niños y niñas, sin diferencia de sexo, lo quieren asimilar todo. Aprenden desde dentro: observan e imitan en silencio introspectivo. Captan el significado del comportamiento de sus mayores y aprenden lo que está bien y lo que no. Su referente es la figura con la que tienen más apego, la que les cuida y les quiere. Es un aprendizaje natural que se graba en la parte del cerebro que está encima de las órbitas y que discrimina que se debe hacer y qué no. Que aprendan que lo bueno es que solo los varones deben acceder a la educación es retroceder muchos decenios en el progreso de una humanidad que es diversa. Y la diversidad, como mayor riqueza para el avance global, comienza con que, biológicamente, la mitad de la humanidad somos mujeres y la otra mitad varones.

Desde los albores de la humanidad, el cerebro humano tiene grandes potencialidades, pero requiere el ambiente en el que puedan acrecentarse. Una cualidad común de todos los seres humanos es la capacidad de asombro, muy importante en la niñez en la que casi todo es nuevo. Preguntamos para obtener respuestas: el repetitivo por qué de la infancia. El asombro es parte del deseo innato de querer aprender: curiosidad y hambre de conocer; una cualidad humana básica, intangible y necesaria para capacitarse y establecer un contacto sano con la realidad.

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El asombro, como motor del conocimiento y base para despertar la conciencia, debe ser potenciado en niños y niñas. Si un sistema represivo niega a las niñas desarrollar su capacidad de asombro y de aprender, les provocará insatisfacción y frustración que desembocará en ansiedad y melancolía. Adoptarán roles anómalos que transmitirán a las nuevas generaciones, quienes creerán que es lo natural y correcto. Pero la realidad es que se estará cercenando el derecho al desarrollo de millones de mujeres y provocando un retroceso global de la sociedad en su conjunto.

¿Que va a ocurrir con tantos cerebros de mujeres en Afganistán? ¿Qué va a ocurrir con sus vidas? El derecho a la educación es un derecho humano universal. Si se le niega a la mitad de la población por el hecho de haber nacido mujeres es una injusticia manifiesta. Negar a las mujeres el derecho a la educación y al desarrollo personal es una tragedia y un crimen social. No nos dejemos arrastrar por el quietismo social. Recordemos a Nienmöller: «... Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar».

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