Los planes de movilidad y la demonización del automóvil

Martes, 28 de febrero 2023, 00:55

El que muchas ciudades españolas estén en obras durante estos meses obedece en gran medida a los planes de movilidad generosamente financiados por los fondos ... europeos y sometidos a unos plazos, junto a los de los habituales intereses en época electoral. Al automóvil se le ha venido reconociendo tradicionalmente su destacada contribución a los valores de libertad y autonomía del individuo y que no pueden ser sustituidos por los que representa el transporte público. Es incontestable, también, que el sector del automóvil supone el diez por ciento del PIB, genera cientos de miles de puestos de trabajo y aporta ingentes ingresos a las arcas públicas, vía impuestos, que nunca retornan proporcionalmente al mismo en forma de las necesarias infraestructuras. La combinación de emocionalidad y realismo de estos dos argumentos no presupone ningún intento de defender la supremacía del automóvil, y es compatible con reconocer la necesidad de introducir los cambios equilibrados y razonables para la convivencia y complementariedad del transporte público y privado en beneficio del conjunto de los ciudadanos.

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Los objetivos genéricos de los planes de movilidad, que han evolucionado en los últimos años hacia cotas más exigentes, podrían ser compartidos si no fuese porque algunos parecen contradictorios y otros rezuman la ideología que defiende el paradigma de que la ciudad es para los peatones y el coche el enemigo a expulsar.

Quizás sea oportuno recordar que lo deseable no siempre es posible y que el realismo suele terminar imponiéndose. No es lo mismo planear la movilidad de las nuevas zonas de expansión de la ciudad que las actuaciones en el centro de la misma, cuyo cambio de diseño, aparte de caro, puede resultar inviable por la configuración ya existente. Al poner el acento en la sustancial rebaja de la contaminación, se pretende olvidar que la misma ya es un hecho si nos atenemos a que el actual parque móvil ha reducido de forma significativa las emisiones respecto a las de hace tan solo una década, debido a que a los vehículos eléctricos e híbridos se han sumado los de gasoil y diésel de última generación. Además, la Unión Europea ya ha establecido fechas definitivas para la descarbonización del transporte terrestre al fijar unos límites temporales a la venta, y también a la circulación de las motorizaciones convencionales, que es tanto como decir que, sin cambios drásticos en las infraestructuras, el objetivo de las emisiones cero sería conseguible, y sin olvidar que existen políticas restrictivas, ya experimentadas, respecto a la circulación de los vehículos de más antigüedad, que son los más contaminantes. De otra parte, cuesta entender la eliminación de viales y de aparcamientos en superficie de forma indiscriminada ignorando la dimensión real del parque automovilístico actual y penalizando injustamente a muchos ciudadanos. Basta comprobar cómo entrada la noche sigue siendo difícil encontrar plazas libres para estacionar y es que muchas personas carecen de plazas en su edificio o no tienen la capacidad económica para alquilarlas. Es comprensible, por tanto, que esas mismas personas se rebelen ante la exageración que se hace de los parkings disuasorios como solución, ya que algunos de los mismos deberían denominarse mejor como condenatorios, dada la distancia a la que se encuentran y a que carecen de la adecuada conexión.

¿Hubiera sido deseable un plan más consensuado donde conciliar todos los intereses? Sí

Algunas de las actuaciones que, por ejemplo, se están desarrollando en el municipio de Murcia resultan inexplicables, ya que tiene poco sentido que en Ronda de Levante se amplíe la anchura de la acera, que era suficiente, a costa de suprimir un vial o una fila de estacionamiento, y cuando a efectos prácticos la amplitud adicional se ha visto mermada por el hecho de que la ubicación de los quioscos de prensa, árboles y farolas de alumbrado, al no haberse variado, ha quedado ahora en medio de la acera.

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¿Alguien se ha planteado la complicación que supondrá, dada su ubicación, el acceso al Hospital Morales Meseguer de los pacientes y sus familiares, en un alto porcentaje procedentes de pedanías y de otros municipios, cuando el tiempo resulta esencial en situaciones de urgencia? ¿Se ha pensado en que decenas de miles de personas mayores o con discapacidad suelen ser acompañadas en coche por sus familiares para acceder a establecimientos no necesariamente sanitarios y para las que el transporte público no es una opción? Más de uno de los que se refieren a una ciudad más amable, calificativo que debería estar reservado a las personas, son los mismos que miran a otro lado ante las continuas transgresiones de los patinetes y bicicletas en zonas reservadas a los peatones.

Al final, hay dos preguntas básicas a plantearse ante el caso que nos ocupa: ¿era este el único plan de movilidad posible para Murcia? La respuesta, lógicamente, no puede ser positiva. ¿Hubiera sido deseable un plan más consensuado donde conciliar todos los intereses, incluidos los de los comerciantes? Con rotundidad sí, como evidencian las protestas y manifestaciones vecinales hasta la fecha, a las que presumiblemente se sumarán las de aquellas personas que solo han reparado en las molestias de las obras, pasajeras, pero no han intuido las que podrían derivarse con carácter permanente de los errores cometidos, entre los que pueden encontrarse los relativos al caos circulatorio en puntos concretos, como anticipan algunos técnicos. En todo caso, lo que sería exigible a cualquier gestor es que tuviese estudiadas todas las consecuencias y la forma adecuada de abordarlas, y más en esta cuestión en donde los posibles fallos serán difíciles de revertir al no poder contar en el futuro con las ayudas y subvenciones actuales.

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