Se levantó Feijóo de su escaño, cogió el micrófono, afiló esos ojillos acuosos, como de topo recién salido a la superficie, y le espetó al ... presidente Sánchez: «¡Anotop!» Yo lo estaba oyendo por la radio, mientras paseaba al perrito, y de pronto me quedé congelado, con la correa en la mano y la mirada fija en el horizonte. ¡Anotop! Me pareció un insulto bellísimo, una manera tal vez brumosa pero creativa de definir a nuestro Pedro. Imaginé la zozobra de Patxi López, ese hombre que hace años fue lehendakari y que ahora vive en un permanente estado de enfado y estupefacción, cogiendo el móvil y tratando de buscar como un loco esa palabra en el Wordreference, en el Corominas, en el Diccionario de la RAE, en el María Moliner. «No aparece», susurraría con angustia al oído de Pilar Alegría, «me salta de 'anotar' a 'anqueta'. ¿Qué demonios le habrá querido decir este tipo?»
Publicidad
No sé a qué conclusiones llegaría Patxi, pero a mí me sonó a faraón antiguo, de la XIII dinastía o por ahí, y de ese hilo comencé a tirar: ¿Le habrá llamado momia a Sánchez? ¿Pensará que Koldo y Ábalos están construyendo una pirámide para enterrarse con él? ¿Lo considerará un nuevo Akenatón, dispuesto incluso a cambiar de dioses para seguir mandando? Como en ese momento estaba recogiéndole la biomasa al perrito no pude entretenerme en mirarlo, pero me sentí reconfortado al pensar que por fin alguien estaba elevando el nivel del debate público, recuperando una pirotecnia verbal que creíamos definitivamente olvidada. Comprendan mi desilusión al conocer, unos minutos después, que se había trastabillado. Al parecer, quería llamarlo farsante o una vulgaridad similar.
Oferta Cyber Week 6 meses por 2€ al mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión