El año pasado Ana Ballabriga y yo participamos en Villanoir en una mesa redonda con Berna González Harbour sobre periodismo y novela negra.
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Una de ... las ideas que compartimos fue que la novela negra bebe en muchos casos de la crónica periodística, sin embargo, hay muchas diferencias entre una y otra. La crónica busca la inmediatez para informar de los hechos, mientras que el novelista tiene tiempo de reflexionar y no se limita a exponer, sino que indaga en las causas y consecuencias del suceso.
'El Pozo', la novela de Berna, está inspirada en el caso del niño de dos años que cayó en un pozo en Málaga. Pero el libro indaga en el seguimiento que la prensa hizo del caso, convirtiendo los informativos en una especie de' Sálvame' donde no importaba informar, sino obtener cualquier primicia, aunque fuera falsa, para ganar espectadores a la competencia. La tesis de esta novela es que en ese pozo no murió el niño, sino el periodismo. Cuando la audiencia es más importante que la verdad, cuando los periodistas se inventan la información o la dan por buena sin contrastarla, el periodismo ha muerto.
Nosotros presentábamos 'El deseo eterno', una novela inspirada en el caso de La Manada de Pamplona y el papel que el director de un periódico 'online' de Cartagena jugó durante el espectáculo mediático. Este periodista difundió en su página web información personal de la víctima, incluyendo el nombre completo, domicilio, DNI, centro de estudios universitarios y dos fotografías, una de ellas sacada de los vídeos de los abusos. Como consecuencia, la víctima recibió numerosos insultos y amenazas y se vio obligada a abandonar su hogar, sus estudios y su vida.
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Este suceso nos conmocionó y nos indignó tanto a Ana y a mí que nos condujo a escribir esta novela para buscar en la ficción la justicia que parecía no existir en el mundo real. En 'El deseo eterno', la protagonista idea un plan brutal e implacable para vengarse de todos los culpables de las agresiones a su hermana.
Sin embargo, la semana pasada se publicaba en este mismo diario la noticia de la condena del director del medio cartagenero «a tres años de prisión por difundir datos de la víctima de La Manada. También deberá indemnizar a la perjudicada con 15.000 euros y abonar una multa de 3.000 euros».
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Parecía que la justicia no existía, pero quizás, como el periodismo, había muerto hacía mucho tiempo. Y quizás, siendo un poco más optimistas, estemos contemplando un nuevo renacimiento.
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