Paseando en el desorden

La ciudadanía ha asignado ya una función práctica al espacio arrebatado a las vías del tren, incluso antes de que nos pongamos a pensar siquiera en la forma

Miércoles, 13 de octubre 2021

Hace unos días, animada por la noticia de que el Ayuntamiento de Murcia comenzaría la reforma provisional del espacio liberado por el tramo soterrado de ... la vía ferroviaria –entre la Senda de los Garres y Santiago el Mayor– me acerqué a la zona para ejercitar la técnica del paseo, con curiosidad y apenas información sobre lo que iba a encontrar. Y lo que vi me sorprendió y fascinó.

Publicidad

Esos días comentaba con el alumnado de la asignatura 'Sociología de la ciudad y planificación urbana' un texto del antropólogo Manuel Delgado en el que propone las bases para hacer una etnografía de la calle. Delgado reclama una inclinación naturalista que se centre en la observación y la descripción, que nos permita captar y entender lo que sucede en las calles. Durante los últimos años he trabajado en distintos proyectos de renovación urbana en Murcia y Cartagena, casi siempre vinculados a procesos de participación ciudadana sobre los usos de determinados espacios, y no creo haber obtenido tanta información, ni de forma tan clara y directa, a través de las entrevistas, mesas de trabajo o paneles de expertos realizados que la que esa tarde me brindó la observación del espacio soterrado.

La gran explanada, que todavía trasmite una sensación de provisionalidad, rebosaba de vida: niños y niñas jugaban, un grupo de amigas pintaban apoyadas en el suelo, vecinos de lo que antes eran los dos lados de la vía se encontraban y conversaban, usuarios de un gimnasio cercano hacían deporte, numerosas bicicletas circulaban y muchas, muchas personas paseaban. Al día siguiente volví, en esta ocasión a una hora diferente, y la escena apenas variaba. En definitiva, esto es lo que vi aquellas tardes: encuentro, espontaneidad, innovación, diversidad, densidad, uso colectivo del espacio público; auténtica vida social urbana.

No sé por qué me sorprendió esta observación si ya venía instruida por el aludido artículo de Manuel Delgado: «en la calle siempre pasan cosas». Ni que decir tiene que este preliminar hallazgo no debería impedir que el Consistorio promueva un proceso amplio, riguroso y transparente de información y participación que recoja las necesidades y preferencias de los vecinos y vecinas que inspire el proyecto de gran bulevar, previsto a partir de 2023. Pero seguramente nos ofrece pistas certeras sobre lo que debería ser el futuro del espacio del soterramiento: un lugar para el encuentro entre grupos y personas diversas, con equipamientos y espacio público de calidad, que promueva el uso peatonal y la movilidad sostenible.

Publicidad

Me interesa mucho, cuando visito o paseo por ciudades, observar la forma en que personas y grupos se apropian de un espacio urbano, muchas veces para dotarlo de una actividad o un uso que no necesariamente era el pretendido, para el que fue diseñado o pensado, o cuando ni siquiera se hubiera asignado ninguno. Debemos prestar atención a esta forma de contrariar o contradecir la idea del urbanista y del experto a partir de las prácticas cotidianas; entre otras cosas para saber cuándo nos equivocamos. El ejemplo del soterramiento nos invita a pensar en la conocida máxima de la arquitectura y el diseño funcionalistas, «la forma sigue a la función», pero en un momento todavía anterior: la ciudadanía ha asignado ya una función práctica al espacio arrebatado a las vías del tren, incluso antes de que nos pongamos a pensar siquiera en la forma, lanzando un mensaje claro sobre qué desea hacer y sobre cuánta falta hacía.

Por eso me congratulé al saber que el Ayuntamiento de Murcia ha comenzado el acondicionamiento provisional de este tramo soterrado de manera inmediata. El sociólogo Richard Sennett señala acertadamente en su último libro ('Diseñar el desorden', que firma con el arquitecto Pablo Sendra) que «la gente se preocupa por [los lugares] porque ha vivido en ellos, como si hubiera anidado». El uso del espacio genera un vínculo, que redunda en la preocupación y el cuidado. Apenas han bastado unos días para que la gente utilice este espacio con intensidad, para que se lo apropie, sin necesidad de que el regidor o el técnico le indicara que así debía hacerlo, sin pedir permiso. Sería deseable no interrumpir ese uso y que las obras que se realicen en adelante se acompasen con este y permitan seguir generando identificación con el espacio.

Publicidad

Confiemos en que los planes de futuro en la nueva Murcia soterrada tengan en cuenta esa forma de diseñar el desorden, que no pase por domesticar los usos informales de la ciudad, los mismos con los que estos días los vecinos y vecinas del sur han dotado de vida a un espacio que parecía poco propicio, incluso hostil. Estos próximos meses serán necesarios para identificar las líneas que deberían guiar ese trabajo; pasear por ese desorden será un método perfecto para hacerlo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad