Algo que decir

No hay viaje sin fotos en Facebook

Salir de casa consiste en prepararse para un amplio y profundo reportaje fotográfico, solos o en compañía

Miércoles, 12 de abril 2023, 01:50

Hace años que vivimos varias vidas a la vez, que nos movemos por el mundo con diversas identidades y que guardamos la memoria de lo ... que vamos haciendo día a día. Nadie sale de casa sin una cámara de hacer fotos, entre otras cosas porque todos nuestros móviles contienen una. Podemos guardar la realidad exterior y a nuestros semejantes, pero también nos podemos eternizar a nosotros mismos con esos selfis de los que ya nadie prescinde.

Publicidad

Salir de viaje consiste en prepararse para un amplio y profundo reportaje fotográfico, solos o en compañía, que guardaremos en nuestro bolsillo como si el propio viaje cupiera dentro de esas pequeñas dimensiones. Viajamos descuidados porque somos conscientes de que todo está a un clic y a una mirada de nosotros. Luego vendrá la segunda parte de esta delicada y personal operación, lo colgaremos todo en Facebook o en Instagram y nos quedaremos tan anchos, nos lo hayan pedido nuestros amigos de las redes o no, porque al margen de su voluntad está nuestro ferviente deseo de compartir a ultranza, de mostrarles nuestra vida a los demás, para que sepan cómo nos ha ido, para que rabien de envidia, para que no puedan esquivar nuestros triunfos viajeros y comparen nuestras vidas de éxitos con sus míseras existencias, porque al final lo decisivo no es lo que tenemos nosotros sino lo que no tienen ellos, no es lo que somos, sino lo que no son.

Por eso no hay viaje sin fotos colgadas en las redes; de hecho, casi no existimos sin esas fotos, ya no, hemos aprendido a introducir el paisaje extraordinario que hay a nuestra espalda y a nosotros en él en las dimensiones minúsculas de una cajetilla de tabaco, y solo entonces respiramos aliviados y volvemos a casa con la sensación del trabajo bien hecho.

Recuerdo que yo anduve casi una semana por los maravillosos paisajes de Asturias haciendo fotos sin carrete, con la cámara vacía, muy propio de mi despiste y de mi proverbial descuido, pero gozando de un clima, de una luz y de una perspectiva inigualables. Todo lo que me traje de aquel viaje era absolutamente inmaterial, un puñado de sensaciones indescriptibles y la temperatura humana de otras dimensiones y de otros paisanos.

Publicidad

Hoy, si lo pensamos bien, no podríamos permitirnos un viaje así y sin Facebook, es decir, un viaje sin la exhibición de las instantáneas que hemos ido recolectando por ahí, como aquella costumbre ya en desuso de mostrar el álbum fotográfico de la boda y del viaje de novios a los familiares y a los amigos más cercanos. Por aquel tiempo no podías evitar que te endosaran el cartapacio en una de tus visitas y que te dieran todo tipo de explicaciones mientras iban deshojando foto a foto aquel tesoro de imágenes nupciales, hoy las tienes en el ordenador y no puedes usar la treta de que no las has visto todavía porque te aparecen ellas solas milagrosamente cuando abres el móvil o el portátil cada mañana, de hecho son amigos de red y todos lo sabéis porque os felicitáis los cumpleaños cuando avisa la máquina.

Si un día pudimos esconder o eludir el humilde destino último de nuestras excursiones, porque no nos daba para pasar de los Pirineos y nos quedamos en Baracaldo o en Cullera, hoy no seríamos capaces de omitir esta circunstancia bochornosa pues en alguna de las imágenes de Facebook aparecería de forma irremediable el cartelito de la entrada a la localidad con su humilde nombre y nunca hallaríamos las estampas rutilantes del aeropuerto o las imágenes exóticas de un mar esmeralda y de una mesa bien provista donde damos buena cuenta de una generosa bandeja de marisco y de una prestigiosa botella de champán francés.

Publicidad

Hoy nos delatan nuestras fotos en esas pantallas de Dios y no podemos ocultar la trampa porque todo pasa por esa multitud de redes en que se ha transformado nuestra vida, donde estamos más verdaderos que en cuerpo y alma y, por tanto, somos más reales sin duda.

Ellos nos gobiernan y nos representan y nos prestan la entidad necesaria para seguir existiendo como si de verdad fuésemos reales.

Y no un puñado de fotos virtuales sin materia.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad