Algo que decir

La lluvia y la Semana Santa

A veces pienso que lo que nos gustaría en realidad es disponer de un botón para que lloviera o no cuando nos diera la real gana y utilizarlo a nuestro arbitrio

Miércoles, 17 de abril 2024, 01:05

Hemos pasado la Semana Santa atemorizados de un modo ridículo por el clima, echando pestes como blasfemias de la lluvia y de ese presunto mal ... tiempo inventado por un criterio turístico superficial e hipócrita, cómodo y egoísta que nunca ha incorporado a sus necesidades las de la tierra madre y las del planeta entero, porque lo que nos ha hecho siempre mucha falta es el líquido elemento. De hecho en él estriba la diferencia entre una tierra pobre y una tierra rica, un año de hieles y un año de bienes, teníamos los pantanos vacíos y las fuentes secas, en algunas partes había restricciones para el consumo y para el campo, así que no entiendo del todo nuestro extraño concepto de mal o de buen tiempo, nuestra aversión a la humedad.

Publicidad

La lluvia en primavera no puede ser nunca sinónimo de mal tiempo porque es en primavera cuando debe llover para que el verano sea más fresco y los cereales y los cultivos prosperen. Por eso no entiendo ese malestar infundado, esa casi superstición del agua que en esta España seca no tiene el menor sentido, ese malentendido de las estaciones y lo que debe traernos cada una, agua en otoño, frío en invierno, otra vez agua en primavera y calor en verano, para que el ritmo de la vida funcione y los frutos de la tierra maduren y nos aprovechen, teníamos tanta sed este invierno que la borrasca de esta Semana Santa solo puede ser un milagro del Altísimo o del Bajísimo, igual me da, pero insistimos en el tópico del mal tiempo, en anteponer nuestra comodidad, nuestras vacaciones a unos días de prodigalidad para que la tierra se reconcilie con el cielo, aunque como no estamos a gusto nunca, tampoco lo estamos cuando llueve para nuestro bien y nos rasgamos las vestiduras porque no puede salir un paso en una procesión o porque durante una famosa madrugada andaluza hay que correr para encerrar todas las imágenes que procesionan y se suceden las imágenes con la gente llorando por las calles, pues de repente acude la lluvia.

A veces pienso que lo que nos gustaría en realidad es disponer de un botón para que lloviera o para que no lloviera cuando nos diera la real gana y utilizarlo a nuestro arbitrio, pero como eso no va a pasar, tendremos que resignarnos con lo que nos traiga el cielo en cada momento, pero sin olvidarnos de lo que habíamos pedido un par de meses antes y conformarnos con lo que el azar nos depara ahora, disfrutar del agua, que es vida y riqueza, y olvidarnos de las supersticiones y de los falsos dioses a los que se les reza para que no hagan nada y, sin embargo, se espera todo de ellos. Porque nadie sensato encuentra mal alguno en recibir el agua de arriba, caiga la que caiga, y seguir adelante como si no hubiera pasado nada, salvo las tierras embalsadas, el aire limpio y el sol alegre, y contra eso no conozco otro rito primaveral más oportuno por más que desbarate los planes de salida festiva de unos cuantos desocupados que no paran de moverse por el mundo y pretenden que la vida se pare por donde ellos circulan, como si el mundo entero les perteneciera, porque son ellos los que deben decir cuándo llueve y cuándo no llueve,. Eso es lo único que no seremos capaces de conseguir nunca, inventemos lo que inventemos, el agua cae de algún lugar desconocido y no se detiene hasta llegar al mar, a su guarida secreta y misteriosa donde fuimos concebidos todos los seres humanos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad