El nuevo liderazgo: voluntarios y donantes

No sabemos cuándo pasará esta crisis, pero sí sabemos que hay muchas personas convertidas a la felicidad de la caridad

Jueves, 1 de abril 2021, 01:46

La buena gente encuentra en las crisis que afectan a los más pobres una gran oportunidad de mostrar su generosidad. Aquellos cuya vida transcurre por ... los derroteros del Hijo Pródigo tienen una gran oportunidad de volver a la casa del Padre, practicando la caridad con quienes lo necesitan. La caridad es la virtud más purificadora.

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El Papa emérito nos proponía una superación de la antinomia justicia-caridad. Justicia y caridad no son conceptos que se opongan. La caridad siempre presupone la justicia previa, en este caso la social, pero los cristianos, en el ejercicio de la caridad, debemos propiciar la promoción humana; es decir, acompañar a la persona en el proceso que le despierte la conciencia de su dignidad y sus capacidades para ser artífice de su propia historia.

En la última y reciente encíclica 'Fratelli Tutti', el Papa Francisco nos alienta a protagonizar los desafíos sociales, salir al encuentro de las personas frágiles y las causas nobles, y unirnos para la construcción de un mundo justo aquí y ahora. «La parábola del buen samaritano es un icono iluminador. Se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás». Francisco nos desafía porque su mensaje es para todos los credos y, por tanto, para todos los hombres.

Los términos DAR –donación económica– y DARSE –nuestro tiempo– han sido redescubiertos como palancas de transformación en la que interiorizamos y vivimos con el otro el trance como si fuese propio. La gran bondad del hombre refleja el aliento del Creador que anima a que, todos sin excepción, demos y nos demos. Y esto nos mejora y aporta una felicidad única e integral que nos permite mirar con optimismo el devenir de nuestra vida, también en las sombras.

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En Cáritas hemos constatado una respuesta unánime de la administración regional y nacional, ayuntamientos, medios de comunicación, otras instituciones y el tejido empresarial que ha sido ejemplar. Así como la implicación de tantos particulares.

Y también hay que reconocer a tantos jóvenes que, con la frescura propia de su edad, entendieron rápidamente el 'relevo' a los voluntarios mayores confinados.

No podemos pasar de puntillas ante la realidad de tanta generosidad de los ciudadanos de la Región de Murcia que, además, nos manifiestan que su vida ha encontrado un nuevo camino. En cristiano diríamos una nueva conversión.

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En el día paradigmático de Amor Fraterno, esta realidad ofrece un contexto especial. Y es que la buena caridad son hechos y es lo que han ofrecido los murcianos. Cáritas suscita un movimiento, el despertar de una sociedad que necesita más que nunca el liderazgo del trabajo silencioso de los que ven en la ayuda a los demás una gran oportunidad: vivir intensamente una ilusión que pudo estar dormida y que esta crisis tan cruel ha despertado. De ahí el reto: ¡todos voluntarios!

La aparente impotencia de Cristo en la Cruz, que mañana Viernes rememoraremos de nuevo, es la solución para construir una sociedad de entendimientos, en la que caben todas las opiniones y las tendencias siempre que el gran factor determinante sea la caridad vivida. Esa fue la razón por la que el Señor decidió subir a la cruz.

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No sabemos cuándo pasará esta crisis, pero sí sabemos que hay muchas personas convertidas a la felicidad de la caridad. Y ya no la van a dejar. Hemos redescubierto que nos necesitamos a todos. El Humanismo cristiano debe ser la columna vertebral del liderazgo que mira hacia el futuro.

Damos las gracias de nuevo a todos, a esta sociedad generosa que ha demostrado y sigue demostrando que ha sido la solución y el ejemplo que tanto necesitamos. Gracias, gracias, gracias.

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