Después de las malas noticias que el 14-F han supuesto para el constitucionalismo, comienzan las estrategias para aprovechar sus resultados. El pasado martes desde ... la Moncloa afirmaban: «El Gobierno considera legitimada su estrategia para negociar con ERC». Esto significa que Sánchez ha comprado los argumentos del independentismo, con el peligro que ello implica para los españoles y también para los catalanes, excluida la oligarquía dirigente separatista.
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El 14 de febrero, salvo grave error por mi parte, votaron únicamente los catalanes para, independientemente de las interpretaciones de cada partido, elegir un parlamento que pueda dar lugar a un gobierno. Por tanto, los resultados de estas elecciones únicamente representan la opinión de los catalanes, insuficiente para legitimar ninguna negociación que afecta al conjunto de los españoles. La legitimidad para negociar con ERC o cualquier separatista la tienen que otorgar todos los ciudadanos españoles, como señala el punto 2 del artículo 1 de la Constitución.
En contra de lo que afirman los socialistas en este artículo, su discurso únicamente ha sido avalado por el 23,04 % de los votantes catalanes, además, es absolutamente falso su argumento donde aseguran que «la oferta de diálogo y convivencia sale fortalecida, a diferencia de los que han apostado por la confrontación». Como siempre, su doble vara de medir les lleva al error, los partidos que más han apostado por la confrontación, es decir, ERC, Junts y la CUP han obtenido una amplia mayoría.
Pedro Sánchez representa, como nadie, el aspecto más negativo de la política. Su ambición y su carencia de principios le lleva a condicionarlo todo, empezando por el bienestar y el futuro de los españoles, a su permanencia en el poder.
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Ingenuamente, siempre he creído que cualquier persona que se dedique a la política, cuando tiene la gran suerte de llegar a presidente del Gobierno, licita y generalmente en beneficio de su país se establece como prioridad un único objetivo, pasar a la historia por el legado de su gestión. Adolfo Suárez trajo la democracia, Felipe González la consolidó situándonos entre los países más modernos de Europa, con Aznar vivimos los años de máximo esplendor económico y de prestigio como nación.
Es necesario reconocer que a partir de Zapatero esto cambió, pero en este caso siempre lo atribuí a su incapacidad, estaba claro que no daba para más, incluso él mismo reconoció que cualquiera podría ser presidente. En el caso de Rajoy, quien mejor lo definió fue su amigo José María García, que en una entrevista afirmaba que Aznar lo nombró su heredero porque quería a alguien, que donde entrase «ni ensucie ni limpie».
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Podemos decir que con la ineptitud de Zapatero y Rajoy comenzó el declive de España y de sus respectivos partidos, pero jamás lo atribuiría a la mala fe o al personalismo de ninguno de ellos. Sin embargo, en el caso de Sánchez me inclino a pensar que los aspectos negativos de su personalidad son más responsables de sus graves errores que su incapacidad.
El presidente no tiene las cuatro cualidades que Marco Aurelio creía necesarias para gobernar Roma. Sabiduría, Justicia, Fortaleza y Templanza. Sus cualidades son muy similares a las que el hijo del emperador se atribuye a sí mismo para pretender sucederle: «ambición» que se convierte en virtud si nos lleva al éxito; «ingenio» tan necesario en la política actual de imagen y argumentos para redes sociales; «valor» para pactar con los enemigos de España y «devoción» fundamentalmente a sí mismo, su familia y los que se la procesan a él.
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Solamente alguien tan ingenuo como Soraya Sáenz de Santamaría, puede creer que el nacionalismo se puede domesticar, de ahí la 'operación diálogo'. La inmensa mayoría de los que defienden posiciones 'equidistantes' y de falso 'diálogo', que realmente significa claudicación, lo hacen por que beneficia sus intereses. ¡Sus intereses! no los de España, ni siquiera de los catalanes.
Después de cuarenta años de cesiones, sabemos a dónde nos llevan éstas. Ha llegado el momento en que los españoles debemos dejar a un lado los complejos y la ingenuidad e iniciar un camino revolucionario ¡casi escandaloso! «aplicar la ley». La ley de una de las constituciones más democráticas del mundo. Una constitución que permite a todos los ciudadanos sentirse y pensar como quieran. Tan generosa, que protege incluso a quienes la quieren derrocar. Lo realmente increíble es que desde el Gobierno se la ataque y que su presidente lo permita por un mal entendido cálculo electoral. Está en manos de todos los españoles seguir permitiéndoselo o exigirles responsabilidades.
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¡Nos jugamos el futuro de nuestros hijos! Piénsenlo muy seriamente.
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