Aguirre o el periodismo

En el continuo temporal, entre olas gigantes, nunca dejó de ser Ulises amarrado al palo para no sucumbir al canto de las sirenas partidistas

Viernes, 6 de junio 2025, 00:34

Federico Seligman es el dueño de un periódico interpretado por José Coronado en 'El legado', una miniserie española de Netflix que trata muchos de los ... problemas de un diario hoy. Desde 'Ciudadano Kane' (Orson Welles, 1941) nos fascina el funcionamiento del cuarto poder. Muchos hemos soñado con ser periodistas viendo 'Todos los hombres del presidente', la peli de Alan J. Pakula sobre el Watergate. Quisimos ser Woodward y Bernstein, héroes de la verdad por encima de todo. Luego nos hicimos mayores y los sueños se fueron pegando al suelo, vimos el mundo alejado del idealismo y entendimos que la realidad es más prosaica y una parte importante del periodismo no aspiraba a algo tan noble como derribar un gobierno corrupto, constatamos que incluso los peores genocidas tenían periodistas a su servicio. Comprendimos que nosotros dábamos la medida del periodismo y al revés, que no somos tan objetivos ni la verdad nos importa tanto; si lees 'El Mundo' no lees 'El País'. Últimamente lo llamamos sesgo de confirmación. No compramos el periódico para enfadarnos, para que nos digan que los nuestros no son perfectos o que estamos palmariamente equivocados, aunque lo estemos. No es exceso de ideología, es falta de inteligencia en estos tiempos en los que las comidas familiares tienen el plus de tensión de pensar antes lo que se dice para que el sobrino mayor, que lleva tatuada una esvástica, no nos salte al cuello. Demasiados medios parasitan esos odios.

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LA VERDAD, mi periódico, es otra cosa. El sábado se me lee a mí y el domingo a Pepe Pérez-Muelas. Aparte de admirar como admiro su estilo, hay aspectos en los que estamos en las esquinas opuestas. Los martes leo a Antonio Garrido y el domingo a Juan Ramón Calero, incluso a veces en un mismo domingo he leído a Martínez Abarca y a José Daniel Espejo. LA VERDAD es un periodicazo, entre otras cosas, porque refleja una Murcia intensa y diversa. Pero otra de las grandezas de nuestro más que centenario periódico es que, siendo más murciano que la Fuensanta, es un periódico nacional con una solvencia insuperable. Y le debe mucho por ello a Alberto Aguirre de Cárcer.

Llegó en noviembre de 2009, el año en que Obama llegó a la Casa Blanca dando una errónea idea de que el mundo avanzaba en medio de aquella crisis financiera cruel que tanto dolor provocó. Se encontró un periódico lleno de nombres históricos, como mis muy queridos y añorados Chimo García Cruz, Pedro Soler y Gontzal Díez, y otros jóvenes como Pepa García, Fuensanta Carreres o Víctor Rodríguez. El decano de la prensa murciana estaba aún fijado en el siglo XX por varias razones, la principal es que aún no había llegado la tremenda crisis del medio que representó la profusión de periódicos digitales primero y libelos manipuladores después. Desde que Alberto llegó tuvo que afrontar el terremoto de Lorca, la crisis de Lehman Brothers, las sucesivas danas, el 'caso PAS', las peleas políticas coronadas por la moción de censura del PSOE y Ciudadanos que, empezando en Murcia, acabó cambiando el Gobierno de Madrid... y la covid. Y la caída de ventas generalizada de todos los periódicos del mundo, y el auge de la posverdad, y la eterna crisis de identidad regional y lo del trasvase y, y, y...

Alberto, en este continuo temporal, entre olas gigantes, nunca dejó de ser Ulises amarrado al palo para no sucumbir al canto de las sirenas partidistas, como cuando Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) cita a Ezequiel en Pulp Fiction: «El camino del hombre recto está por todas partes rodeado». Alberto es un hombre recto, aquí ha reinado el rigor, pero con solo eso LA VERDAD no sería el gran periódico que es hoy.

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Uno de sus principales méritos es la identificación del talento regional y su apoyo, así como su incorporación al periódico. Una buena prueba es la sección 'Mesa para Cinco' o la constante participación de artistas regionales, desde Sonia Navarro o Ginés García Millán a Second. Hoy LA VERDAD es mucho más joven que en 2009, no solo biológicamente. La cultura ha sido un eje vertebrador de un medio comprometido con la generación de creadores más importante en el último siglo, que no sería lo que es sin el respaldo de este medio, que ha tratado con tanto respeto el venerable patrimonio histórico como el arte del futuro. El trabajo constante de Manuel Madrid hace LA VERDAD cada día más grande en un sector crítico en la Región.

No quiero dejar de hablar de Alberto como amigo, que tal vez sea lo realmente importante. Esta tierra te exige que seas de aquí, que seas suyo. Todas lo hacen pero esta más. Tiene sus códigos y sus procesos en ciudades que siguen siendo rurales en las estructuras lideradas por clanes familiares que copan el poder desde hace siglos, tiene sus barrios con personalidades de ciudad independiente, tiene sus inercias culturales y tradicionales, cuando no sus cuitas de un barrio al otro o de la capital a la otra capital. No es fácil ser murciano pero Alberto lo ha sido. No se ha empotrado, como los periodistas que iban a hacer la Guerra de Irak en un Humvee, se ha hecho de los nuestros. Ha aprendido a amar esta tierra con sus contradicciones y fortalezas y le debemos mucho porque haciendo grande LA VERDAD ha hecho grande la Región de Murcia.

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