Un mutis por el Foro
Lo poco que conocí a Arroyo como consejera, me invita a pensar que le dará una vuelta a qué hacer con el Teatro
Una nota de prensa de esta misma semana acerca del Foro Romano de Cartagena me ha dado la pista. Mira que me había repetido no ... hablar más del tema. Pero la tentación me ha vencido. En estas mismas páginas publiqué, hará unos diez años, dos artículos al respecto. En el primero, recién inaugurado el conjunto histórico, extrañándome de que se les pasase por alto el fin primero de un teatro, que es hacer teatro. En el segundo, una vez recibidas opiniones a mi idea, a favor y en contra, simulé lo que sería la programación de un hipotético festival en el verano cartagenero. Un festival que disputaría el cetro de parecidos certámenes que se hacían, y se siguen haciendo, en Europa, África y Asia. Quise hacer una broma, al tiempo que aceptaba el veredicto de que lo de Cartagena sería un museo, no un teatro. Un museo teatro.
La añorada Cajamurcia, que como en otras ocasiones puso mucha pasta para el menester, sobre todo al señor Moneo (que había montado por entonces el Museo Romano de Mérida), la añorada entidad, digo, organizó una visita guiada para enseñarnos a un grupo de gentes vinculadas a la cultura la perla de la corona. Si la memoria no me falla, esto sucedió una vez publicados mis dos artículos. Por eso recuerdo bien que Carlos Egea me dijo que compartía conmigo la idea de celebrar representaciones en el Teatro Romano, aunque fuera con un aforo reducido de 500 espectadores; que se lo iba a comentar a Moneo. Por entonces, yo había mantenido varias conversaciones con mi querido colega Sebastián Ramallo, 'alma mater' de la reconstrucción del Teatro, y al que Cartagena le debe todo. Él, con su probada autoridad académica, mantenía el criterio de que el espacio en cuestión debía ser un museo, y solo un museo. Que así lo había proclamado a la autoridad científica internacional habiendo recibido parabienes de todo el mundo. Ni media palabra más. Yo le dije, como dije a mis lectores, que si ese criterio se hubiera mantenido en Mérida, Tarragona e Itálica (en España); en Orange, Arlés y Nimes (en Francia); Taormina, Arena de Verona y Pompeya (en Italia), Bosra (en Siria cuando había Siria), Amán (Jordania), más otros en Bulgaria, Suiza, Túnez y tantos y tantos países del Mare Nostrum, si estos hubieran sido museos, nunca jamás se verían coros, máscaras, coturnos, tirsos, togas, palios, es decir, la representación.
Está claro que esa batalla de la recuperación del Teatro Romano de Cartagena la perdí, como tantas otras en mi vida. Me ganaron Ramallo, Egea, Moneo, Barreiro y todas las fuerzas políticas del momento a derecha e izquierda. Sin embargo, se me ha cruzado hoy resucitar este muerto al ver la reciente información sobre el Foro. Como utópico que soy, sigo pensando que se podría recuperar el teatro cartagenero para teatro. Por supuesto que se estropearía, como se estropean los teatros normales, los bancos de los parques normales, las calles, las carreteras, el móvil, la lavadora, cosas todas ellas que se pueden reparar. No tengamos en el garaje el Mercedes último modelo sin sacarlo no sea que alguien lo roce.
Para ello reparo en la sensibilidad de la inminente alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, que ha dado ejemplo, junto a la saliente Ana Belén Castejón, de civismo, sensatez y democracia. Ambas han demostrado que se puede gobernar a dúo, siendo como son de partidos distintos, sin montar números, gritos o pataletas. Lo poco que la pude tratar en su período de consejera de Cultura me invita a pensar que, por lo menos, le dará una vuelta a qué se puede hacer con su Teatro; Teatro suyo y de todos los cartageneros, y de todos los españoles, no solo de los expertos que lo pusieron en marcha, de los políticos que lo pagaron y de los corifeos que lo aplaudieron. Murcia región tiene gente joven capaz de organizar un proyecto así, que en nada colisionaría con el museo, por cierto, de los mejores y más visitados de toda España. Pero le falta la guinda: ver correr por la escena a Anfitrión detrás de Sosias, un 'senex' adoctrinando a su hijo sobre los placeres del amor, 'Miles Gloriosus' recibiendo estacazos más que dándolos, Júpiter adoctrinando a Mercurio para poder meterse en la cama de Alcmena... Una gozada, que nos perdemos los nativos porque se decidió que aquí un festival de teatro latino no podía ser para el verano, como las bicicletas, ni para nunca. A tiempo estamos.
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