Como es sabido, el viaje que hizo a Rusia el Administrador de la India Inglesa, Sir Benjamin Robertson, en febrero de 1922 (ahora hace un ... siglo, cuando el país soviético se ensaña con Ucrania en una invasión a todas luces inmerecida por los habitantes de este país del este de Europa), permitió saber el estado de absoluta pobreza en que algunas regiones rusas se encontraban, cuando solo habían pasado cinco años de la revolución bolchevique. En la extensa región de Kazán, en el Volga superior, en Oremburgo, en los confines de Asia, en Astrakán y en el Caspio, había entre quince y dieciséis millones de personas que carecían por completo de medios alimenticios, y otros siete millones sufrían los efectos del hambre, aunque no con el mismo extremo de gravedad.
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Los campesinos rusos sufrían horrores imposibles de describir (según Robertson). La muerte reinaba en todas partes y el canibalismo se había convertido en algo corriente. Millones de niños estaban abandonados por las calles de pueblos y ciudades, y en la república de Bashkir, cuando morían los habitantes de una casa, los vecinos malvendían los muebles a quienes podían para adquirir caballos con los que poder transportar las vituallas que facilitaban las comisiones extranjeras de socorro. Robertson llegó a afirmar que «si no se acudía pronto, en dicha república de Bashkir no quedarán habitantes, pues se matan unos a otros para devorarse, después de comerse a sus propios hijos».
Entre las comisiones de socorro que surgieron por toda Europa, en España dio la voz de alarma una liderada por el escritor Gregorio Martínez Sierra, en la que se integraban intelectuales como el periodista José Francés, el dramaturgo Manuel Abril, el caricaturista Luis Bagaria y el escultor palentino Victorio Macho, quienes pidieron a las instituciones culturales de todo el país actividades como exposiciones y subastas de afamados artistas locales para, con el resultado económico obtenido, ayudar al pueblo ruso.
El Círculo de Bellas Artes y la Universidad recaudaron fondos para paliar la terrible hambruna
En Murcia aceptaron de buen grado la iniciativa el entonces pujante Círculo de Bellas Artes y la propia Universidad; aquel, dirigido por el catedrático Mariano Ruiz Funes, y ésta por el rector José Loustau. El Círculo organizó una exposición con obra cedida gratuitamente por artistas murcianos, para su subasta el 1 de marzo, anunciando que las que no fueran adquiridas se rifarían días después entre la sociedad murciana.
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La Universidad, por su parte, abrió una relación de colaboradores, cuyos nombres y cantidades aportadas iba publicando periódicamente la prensa local. El resultado de esta colecta pública ascendía el 10 de abril a más de 5.000 pesetas (de las que el escultor Antonio Garrigós aportó 25), y el 25 del mismo mes a más de 10.000, que se dedicarían sobre todo a los niños.
En Cartagena, a primeros de marzo, se echó a la calle una orquesta con el nombre de Sociedad de Conciertos, acompañada de miembros de la Cruz Roja, en una cuestación popular con los mismos fines altruistas; y en Abarán, el 8 de abril otra cuestación popular encabezada por la Cámara Agrícola obtuvo la cantidad de 814,60 pesetas, que se remitieron al rector de la UMU.
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El 23 de abril, en el Real Cinema de Madrid, pronunció una conferencia el escritor y dramaturgo de la época Gregorio Martínez Sierra, sobre 'El deber de la solidaridad', a quien acompañó en su intervención el también escritor Ricardo Baeza (expresamente llegado desde Londres para participar en el acto). Durante la intervención de ambos se anunció que en ese momento había 33 millones de seres humanos hambrientos, de los que 20 de ellos no tenían absolutamente nada que comer y dependían de la caridad humana. Asimismo, se distribuyeron entre los asistentes al acto fotografías de escenas de la tragedia, «produciéndose gran indignación entre la concurrencia».
Desconocemos el resultado de la subasta y rifa de las obras de arte de los artistas murcianos, así como de otras actividades realizadas en otros lugares de la Región, pero estimo que nadie, en ningún punto de la geografía regional, permaneció indiferente a la tragedia.
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