Aunque las palabras del epígrafe nos recuerdan una famosa jota de 'Gigantes y cabezudos', zarzuela cuya música compuso el ilustre murciano Fernández Caballero, solo recordaré ... cuatro versos: «Si las mujeres mandaran, en vez de mandar los hombres, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones». La letra es de Echegaray y parece anunciar, aunque con cierto escepticismo, un momento en el que los pueblos estarían en paz, una nueva Edad de Oro, gracias al gobierno de las mujeres. Pienso que el punto de salida ha sido o puede ser el cuatro del cinco del veintiuno.
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No han aparecido estas mujeres por generación espontánea, claro. Hay y ha habido mujeres que 'han mandado', además de las anónimas protagonistas verdaderas de la historia y de su progreso. Ha habido y hay alcaldesas, presidentas de comunidades, Senado, asambleas, pero, a mi juicio, lo del cuatro del cinco es otra cosa.
Que yo sepa, es la primera vez que tres mujeres han querido ser la presidenta de su Comunidad; tres mujeres 'potentes', como se dice ahora, que, cada una desde su personalidad y su partido, han realizado una campaña distinta a las anteriores, distinta a la de los hombres. Actuaban como mujeres. Se ganaron la confianza de los ciudadanos. Estos han respondido yendo a votar como nunca.
Tienen ojos intuitivos que descubren lo que no se ve, ¿qué mujer no está en todo?
Ahora habrá una presidenta y una jefa de la oposición en una comunidad. Eso es nuevo. La tercera mujer, aun no teniendo el protagonismo de sus compañeras, tendrá el suyo. Y muy pronto vamos a comprobar que a las mujeres que ya mandan se van a sumar muchas más. Esto empieza ahora. Eso sí que va a ser un efecto 'contagio'. Y será bueno, muy bueno. Debe serlo.
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Creo que es lo más importante que ha aportado el cuatro del cinco, y veo que no se ha destacado en los medios, pese a tantos y distintos comentarios, juicios, conclusiones de 'expertos'. Suelen coincidir, cada uno desde su posición, en que hay un antes y un después; yo me adhiero, insistiendo en que la clave está en las mujeres; han ganado las mujeres y a partir de ahora, cada vez más, van a mandar ellas. Ese es el 'después'. Y será para bien.
Los ciudadanos están deseando que las mujeres del cuatro del cinco empiecen a trabajar, y que pronto haya más mujeres que manden, porque confían en que, como hacen las madres, van a pensar en ellos. Los ciudadanos, sean del partido que sean, necesitamos, fundamentalmente, lo mismo. En eso se van a centrar. Las mujeres son prácticas, ahorrativas, son maestras en la organización, ¿qué mujer, por ejecutiva o alto cargo que sea, no lleva la organización de su casa? Pero son, sobre todo, corazón. Mantendrán sus ideas, por supuesto, pero se van a sentar a dialogar, porque las mujeres amamos la paz, buscamos la armonía entre hermanos, hijos, amigos, entre padres e hijos, ¡qué labor de mediación sabia y discreta para eliminar rencillas o malentendidos!, ¡qué trabajo de filigrana para conseguir la felicidad de todos! Respetamos la diferencia ¿acaso los hijos son iguales? Tampoco los ciudadanos.
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Gobernarán para todos, buscando lo común, tratando de responder a las necesidades –distintas– de todos y cada uno, como una madre. Tienen ojos intuitivos que descubren lo que no se ve, ¿qué mujer no está en todo? Son únicas en ver qué falta. Tienen una capacidad de entrega que les hace olvidarse de sí mismas para mirar por el conjunto. Las mujeres saben ceder, pactar. Lograrán grandes acuerdos.
El odio, los enfrentamientos, nos destruyen. El mundo, el planeta, no se salva sin concordia, sin cuidados. Si alguien puede lograrlo, somos las mujeres. Es una ocasión de oro.
Echegaray decía que los pueblos y naciones serían balsas de aceite, si mandaran las mujeres. Es una bonita metáfora para hablar de paz, de concordia, de amor. Todos lo deseamos, lo necesitamos para respirar, para vivir. Los grandes pensadores reflexionan, se reúnen otros, otros hablan y dan soluciones. Hay coincidencia, es preciso pensar en los demás, eliminar egoísmos, fomentar el diálogo, ceder, acercarnos, comprendernos, amarnos unos a otros. Todos deseamos lo mismo. Las mujeres mandando –y con el esfuerzo entusiasta de todos– podrán conseguirlo. Hay esperanza.
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