Una mujer de pelo de oro y ojos verdes
NADA ES LO QUE PARECE ·
Ya en su primera novela, 'Teresilla', son abundantes las denuncias que Ángeles Vicente lleva a cabo contra la situación de la mujer en su épocaEn las páginas de la socorrida y bendita Wikipedia, que es la tumba de los malos estudiantes porque tiene más fallos que una escopeta de ... feria, se dice que Ángeles Vicente nació en la ciudad de Cartagena en 1878. Se añade, después, que fue la autora de 'Zezé', la primera novela en lengua española con una protagonista lesbiana, y se concluye asegurando que su rastro se pierde a partir de 1920, por lo que no se sabe ni el lugar ni el año en el que muere.
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Sin embargo, en la nueva edición, a cargo de Ángela Ena Bordonada, de esa singular novela, aparecida en 2005 en la editorial Lengua de Trapo, se afirma que Ángeles Vicente vio por vez primera la luz en Murcia en 1878. Y se sabe que, en las décadas siguientes, viajó a América, donde permanece hasta los 28 años, es decir, hasta 1906. Después reside en Madrid, donde intervino, de manera activa, en las encendidas tertulias de los cafés, junto a escritores como Rubén Darío, Miguel de Unamuno y Felipe Trigo, que era el que más libros vendía, quizá por el carácter picante y erótico de los mismos. Hay pruebas de que su padre, don José María Vicente, falleció en Madrid, víctima de la tuberculosis, en 1912, pero sobre el transcurrir de su hija Ángela solo contamos con hipótesis. Está, pues, aún por averiguar si después regresó a Argentina o, como se explica en la aludida edición crítica de 'Zezé', «tal vez buscó la paz del campo en su Murcia natal».
El donjuán y suicida Felipe Trigo la definió como una señora culta –«una auténtica dama»–, gran lectora, «una bella mujer de pelo de oro y de ojos verdes», progresista, innovadora, amante de la música... y espiritista. Sí, espiritista. Porque en aquella época, en los inicios del siglo XX, era un asunto muy floreciente que se había puesto de moda –hasta doña Emilia Pardo Bazán sucumbió a los encantos de esta materia– y, por lo tanto, fue incorporado de inmediato a la propia literatura.
Le cupo el honor de ser la pionera en el tratamiento de temas tan sensibles como la sexualidad femenina
Pero, acaso, lo que más caracterizó a esta escritora, cuyo nombre empieza a ser rescatado siquiera medianamente, fue su bien ganada fama de inconformista de ánimo rebelde y sensible a los más diversos problemas sociales. Y, sobre todo, le cupo el honor de ser la pionera en el tratamiento de temas tan delicados y sensibles como la sexualidad femenina.
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Que se sepa, fue autora de cuatro libros, de un número aún sin determinar de cuentos y de una buena porción de artículos todavía desperdigados. Ya en su primera novela, 'Teresilla', son abundantes las denuncias que Ángeles Vicente lleva a cabo contra la situación de la mujer en su época. También portan su firma, al margen de 'Zezé', dos excelentes libros de cuentos, 'Los buitres' (1908) y 'Sombras' (1909). Fue una de las primeras en incorporar a sus textos las enseñanzas literarias de autores como Allan Poe o Maupassant. Se postuló a favor de la educación de la mujer y de su derecho a un trabajo digno. Habló de su indefensión social y se hizo cargo de los males que acarreaba la prostitución. «¿Por qué no nos aceptan como somos?», se queja amargamente la narradora de 'Zezé'. Y concluye: «¿Por qué ese afán de reformar a su capricho y amoldar a las convenciones nuestro carácter, anulando nuestra personalidad?».
Entre las mujeres cultas, instruidas y renovadoras que vivieron en la misma época que Ángeles Vicente, ha habido quienes tuvieron mucha mejor suerte y cuyos nombres han podido salir, finalmente, a flote. Son los casos de Emilia Pardo Bazán, Concha Espina, Carmen de Burgos (Colombine), María Teresa León o Ernestina Champurcín. Quedan, sin embargo, a la espera, aún en la sombra, sumidas en el más oscuro e injusto de los olvidos, otras, no menos valiosas, como Magdalena de Santiago, Sofía Casanova, María Lejárraga, Ángela Barco o las hermanas Nelken. Y nuestra –murciana o cartagenera, tanto da– misteriosa e impávida Ángeles Vicente.
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