¡Qué feo es Montesquieu!

PERMÍTAME QUE INSISTA ·

Ser guapo no es currículo suficiente para ejercer determinadas responsabilidades, si estas superan participar en 'First Dates'

Miércoles, 28 de julio 2021, 02:07

Los pocos que se han hecho eco de la presencia de Pedro Sánchez en EE UU solo han resaltado la belleza del presidente con calificativos ... muy explícitos y algunos hasta subiditos de tono. Nos han brindado imágenes fantásticas. En alguna, pareciera pasear el protagonista por Nueva York mientras un coro le canta «mira que eres lindo, qué precioso eres». Eso tiene que resultar insuperable psicológicamente para cualquier ser humano, imprimir carácter, dejar una marca indeleble o en román paladino: una tontuna de por vida, a no ser que te acompañe un séquito de buenos profesionales repitiendo aquello de 'memento mori' y probablemente no sea el caso.

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Desconocemos si el presidente Sánchez está entusiasmado con su 'tour' americano. Inversiones no sabemos si vendrán, pero el 'latin lover' estaba y está y es detectable hasta con mascarilla.

Nuestras abuelas decían aquello de «el hombre y el oso cuanto más feo, más hermoso». Está claro que en aquella España de señores bajitos, calvitos y con bigote, y cuya única esperanza para muchas mujeres era el matrimonio, resultaba irrelevante el físico del candidato. Además, y no nos equivoquemos, en un país de posguerra, machista, donde el hombre podía hacer lo que le diera la real gana y las señoras éramos susceptibles de ser condenadas por adulterio, las sabias yayas decían: «Niña, si es feo mejor, que será menos reclamado». ¡Qué horror!

Los pocos que se han hecho eco de la presencia de Sánchez en EE UU solo han resaltado la belleza del presidente

A Biden con Sánchez le puede haber ocurrido algo parecido, salvando las distancias. Por una parte, el guapísimo es amigo de los que no se levantan al paso de la bandera americana, coquetean con Venezuela o tartamudean antes de reconocer que Cuba es una dictadura. Con todo ello –y hay más– Biden tiene suficientes argumentos para tenerlo 'cuarentenado' pero, al fin y a la postre, somos personas y quizá Joe ha pensado que no tenía necesidad alguna de pasear al 'hot president' español por la Casa Blanca.

No sería la primera vez que los celos se expanden en la residencia del líder del mundo libre (como definía James Bond a los presidentes de EE UU). Recordemos a Michelle Obama con rostro enfurecido cuando su esposo no dejó de fotografiarse con la entonces primera ministra danesa en el funeral de Mandela.

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No sería la primera vez que los celos se expanden en la residencia del líder del mundo libre

La cara de Michelle era un poema. Si hubiera podido expulsar en ese momento a Dinamarca del funeral, de la UE y de la ONU, lo hubiera hecho. Aunque los celos muchas veces no tienen nada que ver con la realidad y es posible que Venezuela, Delcy, Cuba, Plus Ultra... pesen más en la decisión de Biden que en ver a su señora entusiasmada junto a la versión 2.0 de Pepito Piscinas o más americanizado, del cowboy de Marlboro.

Ser guapo no siempre beneficia; ser muy guapo, menos. Atraen todas las miradas, llaman la atención y corren el riesgo de que el observador no se quede solo con lo externo y profundice. Y ahí empiezan los problemas, en el caso de que seas solo guapo y punto. Sin mayor virtud. Y claro, eso no es currículo suficiente para ejercer determinadas responsabilidades, si estas superan participar en 'First Dates'. Una pena que los poquísimos americanos conscientes de la visita de Sánchez solo hayan reparado en él. Pelín humillante para un país con tanto por ofrecer al mundo.

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Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, fue un pensador y jurista de la Ilustración francesa. No parece, a ojos de nuestro tiempo, muy agraciado en las imágenes que nos han llegado de él. Pero nos enseñó cómo debíamos organizarnos para garantizar la democracia y la libertad: separando totalmente el poder legislativo del ejecutivo y del judicial. A la nueva portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, no le debe gustar mucho Montesquieu –quizá estéticamente– puesto que ha debutado cuestionando a nuestros jueces y dejando bien claro que si el Tribunal Constitucional actuara con los ojos del Gobierno lo haría mejor. La frase no tiene desperdicio. Insulta al tribunal y fulmina a Montesquieu, a este último será por feo. Ya se sabe: la forma sin fondo o la supremacía de lo estético sobre lo ético. Así nos va.

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